Apoel Nicosia-LyonEFEApoel Nicosia, de Chipre, eliminó a Lyon en una serie emocionante de los octavos de Champions
ROMA -- Tengo que admitir que estaba equivocado. Es evidente que yo no tuve la capacidad de previsión que, en cambio, tuvo el presidente de la UEFA, Michel Platini. El hecho es que yo siempre critiqué la decisión del grande francés de darles prioridad a los campeones de las pequeñas ligas, más que a los grandes equipos de los principales campeonatos europeos, contrariamente a cuanto ocurría antes de él.

El problema es que el nuevo sistema, desde mi punto de vista, disminuye el nivel de la competición, porque ahora los equipos de las mayores ligas europeas que no se clasifican directamente a la fase de grupos se eliminan entre ellos en Preliminares, para permitirle una mayor participación a los ganadores de los países menos importantes, futbolísticamente hablando.

Una decisión política ganadora, pensamos muchos, porque así el "zorro francés" se aseguró los votos a la presidencia de todos los países menores. Una movida que, sin embargo, tiene su precio, precio que termina pagando el espectáculo.

La motivación oficial del Presidente es que, de esta manera, se le devuelve un poco a esta competición su significado original, es decir la de una liga en la que se enfrentan los campeones de toda Europa, en el sentido de equipos que ganaros sus respectivos torneos nacionales. Eso sin quitarle el nuevo significado, el que adquirió desde que se volvió una "League", o sea el de crear una liga en la que se enfrenten las mayores estrellas y los equipos más conocidos y amados.

Un motivación lógica y bastante comprensible, que sin embargo no me gustaba porque, como dicho, le quita lustro y calidad a la competición. En efecto, a demostración de este hecho están los datos: este año, 4 de los 5 equipos que se metieron en la fase de grupos pasando por el "Preliminar preferente" de los campeones terminaron en el fondo de sus respectivos grupos.

Dinamo Zagreb acabó último sin puntos, Racing Genk terminó en el fondo con apenas 3 unidades, BATE Borisov sumó sólo 2 puntos y cerró la ronda H y Viktoria Plzen no fue último sólo porque jugó en el mismo grupo que BATE, para terminan anteúltimo con 5 unidades. No caben dudas de que los equipos que llegaron por la "autopista Platiní" fueron entre los peores de esta edición de la Champions League.

Entonces, ¿dónde está el error?, se preguntarán ustedes. Mi error tiene nombre y se llama Apoel Nicosia. El conjunto chipriota, el último de esos 5 equipos, pasó bien y con mérito ambos turnos preliminares que disputó, clasificó a la fase de Grupos, se metió en octavos pasando primero (adelante de Zenit y eliminando a Porto) y en esa fase eliminó a Lyon.

Lo de los octavos fue realmente increíble: los chipriotas, en su propria cancha, los llevaron a los franceses a una definición por penales apasionante y llena de emoción, por encima justo en la noche que pasará a la historia por ser la noche en la que Lionel Messi metió cinco goles en 90 minutos, en el otro encuentro disputado ese mismo día para la Champions League.

Una historia llena de "phatos", casi mágica, que hace de Apoel más o menos una Cenicienta del fútbol moderno, capaz de pasar desde las "pequeñas" canchas de Chipre a los grandes teatros europeos, mostrando su valor a son de triunfos y resultados históricos.

Bueno, ésta gran historia, esta fábula inesperada, le devuelve algo de magia e inocencia al fútbol, que en cambio en el último periodo se parece cada vez más a un negocio y menos a un deporte; que en cambio cada día que pasa luce más lejano y más diferente que ese juego con el que se divierten los niños por las calles de todo el mundo.

Apoel demostró que el dinero cuenta, pero que no vale sólo eso. Demostró que se puede obtener mucho si se cree en un sueño y si se lucha por obtenerlo. Nos recordó todos esos mensajes que hacen del deporte (todos los deportes) una parte integrante y fundamental de la historia de la humanidad.

Claramente, los chipriotas le hicieron un gran favor a Platini, que les agradecerá en eterno por haberle dado la razón a su proyecto. Pero las gracias más grandes son las que tenemos que mandarle nosotros a la estrella del fútbol francés.

Porque yo - y junto a mi muchos otros - me equivocaba. Porque sin su cambio de rumbo, la Cenicienta chipriota nunca hubiera podido ir al baile del príncipe y así nunca hubiera dejado sobre el césped su botín de cristal.

Superman

FECHA
11/10
2011
por Federico Manfredo

Javier ZanettiAPEl Pupi Javier Zanetti es un ejemplo con más de 500 presencias en el Calcio con la misma camiseta
ROMA -- La otra noche estaba mirando Inter vs. Nápoli junto a mi gran amigo romanista, Alessandro. Claramente, en orden de importancia él era el compañero número tres: los número uno y dos eran cerveza y pizza.

Cerca del final del primer tiempo, vimos al referí sacar una tarjeta amarilla y mostrársela a un nerazzurro, mientras el cronista decía "y ahí Rocchi lo amonesta a Zanetti por protestar". Mi amigo tuvo como un sobresalto, me miró y me dijo con sincera sorpresa: "No puede ser. ¿Cómo que lo amonestó a Zanetti? El tipo ese de la TV debe haberse equivocado, no puede ser Xavier" (¡los tanos no logran pronunciar la jota, por cuanto se esfuercen! La cosa siempre me causa mucha gracia).

El cronista pareció haberlo escuchado, porque enseguida declaró con aire seguro que "No, no, la amarilla fue para Lucio". Pero enseguida después tuvo que corregirse, porque efectivamente el amonestado fue el Pupi.

"Pero que raro que "il capitano" se lleve una amarilla. Un caso más único que raro, diría yo". Esa fue la sentencia de Ale, tocado por un detalle que miles de otras veces hubiese sido insignificante. Pero su reacción fue comprensible, considerando que el argentino, a pesar de ser un defensor, fue amonestado apenas 22 veces en los 541 partidos disputados en Serie A, sin nunca ver una tarjeta roja y sufrieó apenas dos turnos de suspensión en Primera tras 16 años jugados en Inter.

Cuando yo lo veo en la cancha a Zanetti, me parece de mirar a Superman: con ese pelo siempre en orden, su cuerpo de acero empujándolo por un lado al otro de la cancha y su mirada de hielo, que transmite seguridad y concentración hasta cuando se lo mira estando sentado en un sillón, quizás a miles de kilómetros de distancia.

En efecto, hay que ser de otro planeta para alcanzar los 1004 partidos jugados (y muchos otros jugará aún), todos oficiales y casi todos de competición: la excepción son los 55 amistosos internacionales que Javier disputó para completar las 145 presencias con la Albiceleste (récord absoluto en Argentina).

Pero él no es Superman: es un hombre normal, con sus límites y sus calidades. No vino desde un planeta lejano sino simplemente desde un país lejano, en aquel 1995 en el que llegó desde el pequeño Banfield, en la que fue la primera compra en absoluto del entonces neo-presidente, Massimo Moratti.

El sol no le da ningún poder especial y, al revés, en realidad él tiene menos "dones" que muchos futbolistas que jugaron con y contra de él, de esos que tienen pinceles en lugar de los dedos de los pies. Sin embargo, muchos de aquellos artistas se quedaron sin nada, al final de su carrera.

Hubo también muchos otros, una vez compañeros de aventura del Pupi, que decidieron abandonar un caballo que siempre terminaba por ser el perdedor, para buscar fortuna en otros equipos, a veces encontrándola y otras no.

Javier Zanetti
Getty Images¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, es el 4 del Inter
Zanetti, en cambio, se quedó ahí. En eso sí que se parece mucho a un superhéroe, porque eso es lo que hacen en las películas los buenos, ¿no? Se quedan junto al que más los necesita y al final terminan por salvarlo.

Eso es lo que tiene de especial Javier Zanetti: su personalidad, su fuerza de voluntad y un físico increíble que, como dijo una vez Leonardo, "la ciencia debería estudiar". Pero no hay que olvidarse que ningún físico, por cuanto dotado, se demuestra preparado como el suyo sin grande sacrificio.

El joven defensor de Banfield llegó a ser "il capitano" nerazzurro (lleva puesta la banda de capitán en Inter desde el 31 de agosto del 1999) por el valor del trabajo duro, de entrenamientos y partidos a puro corazón.

Todos los que lo conocen saben que él es el primero en llegar y el último en irse desde cada entrenamiento. Es famosa la anécdota de que Mourinho, en la temporada en la que ganaron todo, lo "echó" de un entrenamiento y lo obligó a tomarse dos días de vacaciones, considerando que debía saltar una fecha por suma de amonestaciones tras haber alcanzado los 140 y pico partidos consecutivos.

Sus récords ya no se cuentan pero él sigue ahí, agradeciendo por los reconocimientos pero pensando primero en su equipo, en su selección, en su familia y también en el prójimo, con asociaciones benéficas y ayudas humanitarias de todo tipo.

En Italia no hay quien no lo quiera y quien no lo respete, como demuestra la reacción de mi amigo Alessandro. Un logro notable para cualquier futbolista, máxime para un extranjero. Creo que los números alcancen para entender qué gran campeón es Javier Zanetti. Creo que sus ansiados triunfos, llegados tras años de sufrimiento y todos pasados los 30 años, demuestran con apabullante claridad la grande profesionalidad de "il capitano". Creo que su mirada, su actitud humilde y su sonrisa sincera le cuenten a todo el mundo la gran persona que es el Pupi.

Pero de todas maneras quiero contarles algo que me golpeó personalmente; una situación que tuve la ocasión y la suerte de vivir. Yo pude entrevistarlo unas cuantas veces a Zanetti, en algunas ocasiones con un par de preguntas veloces y, en otras, con un poquito más de tiempo a disposición.

Una vez, en el UEFA Open Day previo a la final de Champions League del 2010, pude agarrarlo mano a mano, entre el caos general de periodistas y jugadores. Le pregunté de la Champions, de su carrera y de lo que pensaba del destino, que le daba esa chance en ese momento de su vida. Me dio respuestas honestas e inteligentes, algunas muy sugestivas. Pero lo que me golpeó mucho fue su respuesta a mi pregunta sobre el Mundial: Maradona lo había apenas descartado desde la lista de los jugadores que irían a Sudáfrica y yo tuve que hacerle una pregunta al respecto. Le pedí muy directamente si esa final lograba aliviar la amargura por no poder representar a Argentina en el próximo Mundial.

Zanetti, con una mirada firme y llena de orgullo, me miró a los ojos y me dijo: "No, ninguna amargura. Fue una decisión del DT. Yo sé que hice todo lo posible para merecerme esa oportunidad, pero no pudo ser. Quiere decir que podré dedicarle las vacaciones a mi familia. Miraremos los partidos juntos, con la esperanza que Argentina se corone campeón".

¿Y los pies?

FECHA
29/09
2011
por Federico Manfredo
Javier Pastore
APUn claro ejemplo de técnica superando lo físico...

ROMA -- Hace algún tiempo me divertí bastante escuchando un diálogo en una famosa radio romana. Estaban pasando un programa de fútbol y se discutía de algunos jugadores comprados por los equipos capitalinos y otros que se decía podían llegar.

En un momento, hablando de un marcador de punta que debía llegar a Lazio, una de las voces dijo que el jugador era muy bueno, con grandes capacidades físicas, tanto en la velocidad cuanto en la resistencia, y que disponía de una actitud muy ofensiva.

La descripción parecía haber convencido la mayoría de los presentes en el estudio sobre el buen nivel del sujeto en cuestión, pero a uno de los periodistas eso no le alcanzó y, con la voz lejana y casi mágica de quien interviene en radio desde su casa, a través del teléfono, preguntó: ¿"Y los pies? ¿Cómo tiene los pies?".

La voz que había hablado antes respondió con pocas palabras y explicó que el jugador es bastante impreciso en los pases y en los centros, pero recordando sus calidades físicas y subrayando el hecho de que es natural que uno que corre tanto no disponga de pies de oro.

La voz telefónica, entre el divertimiento y la indignación, se atrevió con otra pregunta: "¿Cuándo fue que cambió tanto el mundo, qué ahora los pies se han vuelto un factor secundario en un jugador de fútbol? ¡Debo haber vivido en un termo desde los años de Maradona, porque realmente no me di cuenta de este cambio tan radical!"

La cuestión me causó realmente mucha gracia, pero tengo que admitir que, si bien compartía las afirmaciones del colega, al mismo tiempo las consideré una exageración, porque esa errada evaluación de un jugador me parecía un yerro personal de su interlocutor y no algo realmente generalizado.

Lamentablemente, tuve que cambiar punto de vista algunos días más tarde, en el clásico partido de fútbol con mi primo Marco y nuestros amigos. Para la ocasión, como faltaba un poco de gente, me pidieron el favor de jugar centro defensa, justo yo que soy un animal de área, pero la de los rivales.

A pesar de mi incomodidad, acepté, también porque, por una vez, quería ser el que da las patadas y no el que las recibe. Marco esperó a que comenzara el partido para decirme que el "nueve" rival, metro y noventa de veinte años, era un fenómeno y que jugaba en las categorías semiprofesionales.

La cosa me preocupó mucho y me preparé a pasar 90 minutos de infierno. Preocupación que aumentó en la primera jugada de mis adversarios, cuando llegó un pelotazo largo que el tipo "peinó" (con una elevación increíble), para premiar el pique del alero izquierdo.

Sin embargo, mis temores eran infundados y, al final del partido, el muchacho salió sin poderle pegar ni una vez al arco. No por mérito mio, claramente. No que haya sido fácil marcarlo, porque el chico corría como un demonio y cada pelota alta era suya. Sin embargo, yo tuve que hacer muy poco, porque mi rival se marcó prácticamente solo: cuando intentaba parlarla, se le escapaba un par de metros y, cuando en cambio lograba bajar el balón, perdía demasiado tiempo para entregarla o lo hacía sin precisión. Por encima, el delantero era sólo zurdo, así que siempre lo mandé sobre el otro lado para quitarle cada chance de remate al arco.

Terminado el partido, mi primo creía que yo estuviese satisfecho y orgulloso por como lo había marcado y, desde luego, se sorprendió cuando le expliqué que yo estaba enormemente desilusionado: "Marco  le dije  me esperaba un jugadorazo pero me encontré simplemente con un buen atleta. No fue difícil marcarlo."

"¡Pero qué decís, hermano! Nada que ver" --me respondió él -- "Está súper complicado marcarlo, con esa velocidad y esa protección de la bocha." "No estoy de acuerdo" sentencié yo, y lo argumente diciendo: "Me parece que tampoco la cancha está de acuerdo con vos, ¿te parece? La verdad, le dije finalmente, la tuya fue una mala evaluación: alguien que deja los pies en casa no puede ser un fenómeno."

Pienso que mi pirmo haya entendido mi punto de vista. Quizás me equivoque, pero me gusta ver este deporte como una serie de gestos técnicos y no como una performance atlética. Me acuerdo todavía de cuando jugaba en la plaza con mis amigos y, las veces que me tocaba elegir entre ellos para armar mi equipo, no miraba al que era más alto o más fornido: elegía aquellos que la movían mejor, que la clavaban, en suma los que tenían buenos pies.

Lamentablemente, el fútbol cambió un poco y ahora, a menudo, se mirá más el físico que el talento. Pero creo que sea sólo algo pasajero, porque por cuanto se corra, se salte, se aguante y se pegue, la pelota es y será siempre una "señora", y sólo con la dulzura y la sensibilidad se la conquista a una verdadera madama.

Si alguien tiene alguna duda, puede acercarse a un balón, ponérselo muy cerca de una oreja y preguntarle a quien le daría su corazón. Si escuchan con atención, podrán oír algo. Ningún nombre, sólo una frase, susurrada como un eco lejano: "A un guante blanco calzado en el pie."

ROMA -- Pongamos el ejemplo de dos hermanitos, uno de seis y uno de cuatro años, que pelean por un paquete de caramelos de propiedad del chico mayor.

Claramente, el legítimo propietario de un "tesoro" tan especial no quiere compartirlo con nadie, mientras que su hermano chiquito pretende a toda costa una parte del botín.

Yo, en calidad de adulto, debiendo intervenir en la inocente pelea, debería retarlos a ambos, porque los dos tienen sus razones pero los dos están equivocados: en efecto, debería decirle al más grande que, si bien los caramelos son suyos y él decide que hacer con ellos, tiene que ser más gentil y compartirlos con su hermanito, porque es justo que así sea.

Gian Piero Gasperini
APAl DT le quedó demasiado grande del Inter

Por el otro lado, admitiendo la legitimidad de que un nene tenga ganas de caramelos, lo retaría al chiquito por exigir algo que no es suyo: una cosa es pedir, otra muy diferente pretender.

De la misma manera, cualquiera que analice desde afuera la actual situación de Inter no pude evitar de condenar tanto a la sociedad cuanto al entrenador.

La culpa de Moratti está en haber elegido a un entrenador no apto para su equipo, por encima sin considerar la opción de ponerlo en condiciones de jugar el fútbol que prefiere, comprando jugadores útiles a su filosofía y "plasmando" el plantel a su nuevo técnico.

El Presidente nerazzurro tuvo sus justas razones para comportarse así, puesto que lo que se le pedía no era fácil de realizar, sobre todo en este mercado en el que había poco dinero a disposición (natural que así fuera, tras el peor trimestre de la historia de Saras, la holding de la que hace parte Inter).

Pero hay que admitir que un par de adquisiciones diferentes a las que se hicieron no hubiesen comportado gastos exagerados y, de no poder tomar ese camino, entonces hubiese sido oportuno elegir un entrenador más en línea con el plantel a disposición.

Pasemos ahora a las culpas de Gasperini: él, como el chiquito del ejemplo anterior, pasó de pedir a pretender, optando por jugar a toda costa con un esquema inapropiado, a pesar de que pudieran llegar o menos los refuerzos esperados.

El Gasp sufrió una "violencia" al verse obligado a adaptarse a lo que tenía a disposición, teniendo que cambiar su manera de ver el juego. Una violencia inesperada en un club en el que cualquier técnico se espera que le cumplan por lo menos un par de deseos de mercado, agravada por la venta (a pocos días del comienzo del campeonato) del mejor jugador del plantel, Eto'o.

Sin embargo, Gasperini tuvo la culpa de no haber encajado en el equipo, persiguiendo sus ideas a pesar de los muchos señales de peligro que encontró por su camino y, para colmo, sin tener el coraje de tomar una decisión clara y determinada, justa o equivocada que fuese, y ser coherente con ella misma.

Cambió sistema de juego a cada partido, usó sus piezas en tres o cuatro roles diferentes y pretendió muchas cosas diferentes por parte de un mismo jugador: todos factores que desestabilizaron al equipo y demostraron gran inseguridad y confusión, lo que no podía que hundir a Inter en esta profunda crisis.

Por otra parte, hay que decir que mi metáfora de la pelea entre nenes no es del todo perfecta para este caso, porque falta un elemento muy importante: los jugadores. En efecto, los caramelos son objetos inanimados que no pueden tomar una parte activa en la discusión entre los dos hermanitos, mientras que los jugadores tuvieron mucho que ver con el mal momento del equipo.

Cada uno tiene sus propias características y, si aceptamos que no es justo obligar a un entrenador a adaptarse totalmente a lo que tiene, tampoco es correcto que un técnico los obligue a sus muchachos a cambiar manera de jugar.

Pero en un caso de emergencia como éste, los nerazzurri hubiesen debido mostrarse más disciplinados y más disponibles a familiarizar con las ideas de su entrenador. No hay que olvidarse que el "Gran Inter" del triplete nació cuando Eto'o aceptó el compromiso de jugar por izquierda: sin el sacrificio del grande campeón camerunés, ese conjunto se hubiese quedado probablemente sin nada.

Yo creo que todos tengan sus propias culpas en esta dramática situación, que en efecto es demasiado negativa como para que pueda depender sólo de una persona o de un único sector de un club.

De todas maneras, tengo que hacer otras dos consideraciones importantes: primero, que Inter es reincidente, puesto que ya pasó por algo parecido el año pasado: cuando fue asumido Benítez, en efecto, no se lo puso en condiciones de trabajar como prefería, vendiendo a los jugadores que no le servían y adquiriendo alguno de los hombres que él había pedido.

Durante el año pasado, a menudo subrayé cuanto había sido injusto el hecho de no haberle dado al madrileño la posibilidad de traer a un hombre "proprio", que él deseaba sobre todo para darle a su equipo una determinada identidad.

Ahora, repitiendo el mismo error cometido apenas un año y pico atrás, parece bastante claro que, tras la salida de Mourinho, Inter se perdió completamente y, cerrado definitivamente el exitoso ciclo de cuatro años, regresó a ser el lo que era antes de Calciopolis: un club poderoso con un plantel de gran nivel que sin embargo no logra formar un verdadero equipo.

La segunda consideración se refiere a Gasperini: un técnico es el responsable de lo bueno y de lo malo de su equipo, porque él es el encargado de estimular a sus jugadores, de crear un proyecto convencedor y de planificar la preparación física, entre muchas otras cosas. En suma, depende de él que un buen conjunto de jugadores se transforme en un gran equipo de fútbol.

Regresando al caso Benítez, si bien tampoco a él se le había dado la chance de trabajar como prefería, el entrenador español ganó la Supercoppa Italiana, el Mundial de Clubes y dejó a Inter con algunos problemas, es cierto, pero bastante bien parado en la tabla (a pesar de las muchas lesiones que diezmaron por mucho tiempo su plantel).

Gasperini, con un Eto'o menos pero con Pazzini, Nagatomo, Forlán y Zárate en más respecto a lo que tenía Benítez, perdió la Supercoppa Italiana, sumó apenas un punto en tres fechas de campeonato (si bien jugó 3 partidos objetivamente fáciles) y cayó de local ante el humilde Trabzonspor en Champions League. Una situación tremenda que identifica cuanto haya sido malo su trabajo en nerazzurro, a pesar de las dificultades que le creó la sociedad.

Personalmente, no creo que Gasperini sea un mal entrenador y creo que podrá aprender mucho de esta experiencia, que en fin de cuentas le sirvió sólo a él: en efecto, ahora también él sabe que quiere decir trabajar con un cierto tipo de presiones y tratar con campeones y estrellas de altísimo nivel.

Todavía recuerdo sus declaraciones del 2009, cuando criticó la elección de Juventus de entregarle el mando a Ferrara, diciendo que le parecía injusto que un entrenador sin experiencia pudiese comenzar su aventura en un club del calibre del bianconero, mientras había muchos técnicos como él, con años de experiencia, que nunca tuvieron esa chance.

Parece evidente que, en aquel entonces, el ahora extécnico de Inter no consideró el hecho de que Ferrara, en su excelente carrera profesional, jugó con Maradona en Nápoli y con Del Piero y Zidane, entre otros, en Juventus, de manera que sabe (y siempre supo) convivir con muchos otros campeones.

Tal vez ahora Gasperini no subestimará más el importantísimo aspecto de saberse mover en vestuarios tan "pesados" y, aprendida esta lección, quizás se transforme en un gran entrenador, capaz de agarrar un plantel del nivel del nerazzurro y llevarlo hacia victorias y alegrías en lugar de las derrotas y desilusiones hacia las cuales condujo a Inter en esta breve pero intensa aventura. Pero, honestamente, es muy difícil que tenga otra ocasión de este nivel.

Gian Piero Gasperini
Getty ImagesGasperini insiste con el 3-4-3

ROMA - Algún mes atrás vi una película muy interesante: Inception (El Origen). El protagonista, al principio de la historia, pregunta cual es el parásito más resistente y, respondiendo por sí mismo a la pregunta, afirma que es la idea: "resistente, altamente contagiosa y, cuando se forma y se desarrolla completamente en el cerebro, es casi imposible erradicarla de la mente", declara con convicción.

Si las cosas están así, y yo creo que así es, una idea puede estar talmente radicada en nuestra cabeza al punto de no dejarnos ver la diferencia entre su belleza teórica y la posibilidad de ponerla en acto.

Para hacer un ejemplo, hay mucha gente que, metafóricamente hablando, dispone de preciosos veleros, pero enamorados del vuelo buscan llevar a sus botes en lo alto del cielo (sin nunca lograrlo, claramente), en cambio de surcar con dulzura las aguas marinas.

Éste es sin dudas el caso de Gasperini: enamorado de su "idea parásito", el esquema 3-4-3 dejó de ser simplemente su sistema favorito y pasó a ser su filosofía de fútbol.

En este momento, el entrenador nerazzurro parece convencido de que esa es la mejor manera de jugar al fútbol, por eso quiere que el equipo se adapte a su idea y no viceversa.

Un error clamoroso: desde que nació ese esquema, con el famoso sistema WM del Arsenal de los años '30, muchos entrenadores lo usaron y hasta lo cambiaron, llegando hasta el moderno 3-4-3 con todas sus variantes, sólo para encontrar la mejor manera de utilizar a sus planteles.

El caso más increíble fue el del Ajax de Van Gaal: ese equipo disponía de tres excelentes defensores, 3 volantes muy fuertes, dos aleros rápidos y dinámicos y una serie de delanteros que se completaban muy bien.

Así, para sacar el máximo de su equipo el holandés se inventó un 3-3-1-3, es decir un 3-4-3 en el que no había volantes laterales, pero sí un enganche (casi siempre el más talentoso de sus atacantes), con el "cinco" (Rijkaard) encargado de quedarse cerca del central defensivo.

Sinceramente, nunca me gustó mucho Van Gaal, pero el resultado de sus ideas fueron dos finales de Champions consecutivas, una ganada ante Milan y una perdida ante Juventus.

Probablemente, si Gasperini sigue prisionero de sus ideas, su experiencia en el nerazzurro será muy corta, porque no dispone del plantel necesario para jugar el 3-4-3 que dibujaba en Genoa.

Quizás lo esté entendiendo, finalmente, pero aún debe demostrarlo. Ahora, si es realmente un buen entrenador, deberá encontrar la mejor manera para utilizar la mayor cantidad posible de sus mejores jugadores, dándole al equipo el equilibrio necesario para poder seguir ganando, a pesar de que las necesidades de Inter coincidan más o menos con su filosofía.

Algo lo podría aprender de Conte, por ejemplo: en efecto, si bien el técnico bianconero debe aún demostrar no ser prisionero de sus ideas, hay que admitir que lo que se vio hasta ahora fue en esa dirección.

Tengo que admitir que, personalmente, veía en el nuevo entrenador el punto débil de la Vieja Señora, especialmente porque el 4-2-4 no me convence, puesto que es un "falso" sistema: en práctica, es un 4-4-2 en el que los aleros se mueven más desde arriba para abajo que al revés, lo que a menudo significa ser más defensivos que ofensivos.

Sin embargo, Conte había declarado que lo que él quería de sus muchachos no era que aprendieran un esquema de juego, sino las reglas que están en su base: la necesidad de presionar muy arriba, la exigencia de estar concentrados por noventa minutos y la condición imprescindible de mantener el ritmo de juego muy alto.

Una vez que sus muchachos incorporaran esas actitudes, él pararía a su equipo de la mejor manera según el rival que deberá enfrentar, los jugadores a disposición y las específicas necesidades de cada encuentro.

En efecto, contra Parma pasó con una simplicidad increíble a jugar 4-3-3, mostrando (o dejando la impresión) que sus palabras no son sólo charlas al viento, sino que proyectos e intenciones reales.

Conte, en suma, quiere que su equipo juegue de la manera en la que puede ganar, no que gane de la manera en que quiere que juegue. Un juego de palabras que remarca muy bien la diferencia entre él y Gasperini: una diferencia que ya marcó tres puntos de distancia en la tabla y que puso un universo entero entre el bello fútbol de los bianconeri y la nada de los nerazzurri.

Arsenal v Udinese
Getty ImagesLa discusión llevó a hablar de Arsenal-Udinese
ROMA -- En los juegos de equipo, siempre existió el dilema de si cuentan más los buenos esquemas o los grandes campeones para formar un cuadro ganador.

Lo curioso es que que cada entrenador quiere ver premiado su trabajo, por lo que le gusta que se reconozca la importancia de la táctica y de la creación de un vestuario unido y fuerte; pero al mismo tiempo, todos los técnicos quieren poder sumar entre sus líneas muchos grandes jugadores y, a menudo, la ausencia de "estrellas" los justifica cuando no se alcanzan los objetivos deseados.

El otro día pude asistir a una interesante discusión entre un entrenador de provincia y su presidente: claramente, ambos se demostraron muy preparados en ámbito futbolero, discutiendo justamente del tema de lo que cuenta más en el fútbol.

Nicola, el técnico, se estaba lamentando porque este año su grupo es muy inexperto, formado con muchos injertos desde las juveniles y privado de casi todos sus jugadores más experimentados y más "fuertes".

Ésto, según él, le rendirá casi imposible la misión requerida por Don Giovanni, el Presidente, es decir la de ganar el campeonato de "Eccellenza" (la categoría más alta entre los no profesionales) y de entrar finalmente entre los profesionales.

El "boss" del pequeño club fue muy directo y bastante duro con su entrenador: "Nico, a un buen entrenador, cual tu eres, no le hacen falta estrellas para ganar este torneo. Estos muchachos se conocen desde hace años, forman un grupo unido desde las juveniles, saben jugar a este juego y te tienen fe, por lo que están dispuestos a sacrificarse mucho por ti y por el equipo. No busques excusas, por que no las hay."

La respuesta fue inmediata: "Don Giovanni, tenga paciencia. Nunca puse en dudas el valor de este conjunto. Lo que trato de explicarle es que, así como se necesita de un técnico experto para manejar a un grupo tan joven, así se requieren también jugadores de un cierto nivel en la cancha, para que lo chicos puedan crecer partido tras partido, con la seguridad de alguien que pueda tomarse responsabilidades adentro del campo de juego."

Nicola no le dio el tiempo de responder al presidente, que lo atacó con astucia: "lo que usted está haciendo es mandar a la matanza a un grupo que luce tener un gran futuro, porque los chicos, por cuanto fuertes, no son estrellas justamente porque aún no tienen la madurez necesaria para entender ciertas situaciones y para soportar presiones fuertes."

El jefe pareció "sufrir el golpe", pero su respuesta fue decidida: "querido, decime una cosa: Arsenal, por ejemplo, ¿no es un equipo increíblemente joven? ¿Y no pierde casi todos los años uno o más grandes campeones? Sin embargo, gracias al trabajo de Wenger, el equipo está siempre ahí arriba y son años que disputa la Champions".

"Querido presi - respondió Nicola - usted está viendo las cosas como más le conviene: nosotros no somos como Arsenal, que por cuanto venda, compra también todos los años los jóvenes más interesantes que ya demostraron su nivel en Europa. Nosotros somo más como Udinese, que apenas encontró el equipo ganador, vendió sus piezas más preciosas e incorporó chicos desconocidos, o casi, y ya no es el mismo".

La comparación transformó casi paradójicamente la discusión, puesto que el presidente sostuvo que el ejemplo argumentaba su idea, diciendo que "los albinegros jugaron un partidazo en Londres, con un equipo lleno de esos jugadores desconocidos, como dices que son".

El entrenador, entonces, rebatió que los ingleses, con Fabregas, Nasrí y Van Persie en la cancha nunca hubiesen sufrido tanto. "Además - sentenció Nicola - Arsenal acabó ganando lo mismo, mientras que a Udinese le hubiera alcanzado no vender a una de sus tres estrellas para no perder ese desafío. Esto demuestra que, el final, la experiencia y los jugadores de nivel superior cuentan muchísimo."

Fue muy curioso asistir a esa discusión, porque justo en ese momento tenía entre las manos una revista con una entrevista realmente especial hecha a Abidal, el defensor de Barcelona.

En la nota, que hablaba del cáncer del que sufrió el jugador francés y de como cambió su vida tras superar ese mal, se encuentran las siguientes palabras del marcador de punta respecto a su equipo: "El equipo, el grupo, los compañeros están antes que todo. Ganamos un montón de dinero, pero nos entrenamos con las mismas ganas de cuando eramos nenes. He visto jugadores que se vuelven ricos y empiezan cada frase con "yo, yo, yo". Bueno, en Barcelona no hay. Entre nosotros nos recordamos, a veces: es un juego, nos pagan por hacer algo maravilloso, hagámoslo seriamente pero sin tomarnos demasiado en serio."

Seguramente, Nicola podría pensar que es fácil para un equipo fuerte y ganador como Barcelona hablar de humildad, de trabajo y de conjunto. Pero no hay que olvidarse que este equipo está pasando a la historia gracias al trabajo de Guardiola, quien agarró un plantel de talentos y lo transformó en un cuadro de amigos; en un equipo de fútbol.

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Inter v RomaAP"Si Moratti lo tiene que vender a Eto'o, es porque el país no da más" fue el comentario entre risas

ROMA - Ahora que por primera vez escribo un blog, puedo contarles una particularidad de Roma que, futbolísticamente hablando, es una ciudad única en Italia. El detalle que hace la capital tan especial es la variedad de los hinchas. Claramente, la mayoría son aficionados de Roma o de Lazio, pero se pueden encontrar muchísimos "tifosi" de los tres grandes, Juventus, Inter y Milan (que cuentan con fans en todo el país) y también de Nápoli, debido a la numerosa población proveniente de esa ciudad sureña.

Yo esta situación la vivo en primera persona gracias a mi primo Marco. Él, gran apasionado rossonero, cursó la secundaria con 22 chicas (¡que suertudo!) y otros seis chicos: Antonio el laziale, Alessandro el romanista, Luca el nerazzurro, Gino el bianconero, Ivan el napolitano y Andrit, proveniente de Albania y también simpatizante del Diávolo.

Ellos ahora frecuentan facultades diferentes, pero se reúnen por lo menos una vez por semana para jugar un partido de fútbol, al cual siempre estoy invitado. Cada hombre sabe que la única manera de reintegrar las energías, tras un intenso match de fútbol, es la de tomarse una buena cerveza fresca. Bueno, digamos por lo menos dos. Claramente, también tras el último partido, la semana pasada, fuimos a parar en un buen bar capitalino, para charlar en alegría de Calcio, mujeres, música, motos y autos.

Esta vez, sin embargo, apenas llegaron las bebidas, Luca me heló diciendo que esta crisis económica iba a matar al país. Él, estudiante de música junto a Gino en el Conservatorio de Roma, no suele hablar de argumentos de ese tipo, por lo que me quedé frío por un par de segundos, más aún que la cerveza helada que bajaba gustosa en ese instante por mi garganta.

Pero me alcanzó una mirada para entender donde quería ir a para mi amigo; así, apenas terminé el trago, decidí jugar con el malentendido y le pregunté a Antonio, estudiante de Ciencias Económicas, que pensaba de las movidas financieras del país. Antonio comenzó con sus sabias consideraciones, pero Luca lo interrumpió enseguida: "Chicos, saben que yo no sé mucho de economía, pero no me hace falta una licenciadura universitaria para entender que, si Moratti lo tiene que vender a Eto'o, es porque el país no da más".

Todos nos reímos y ahí empezó la charla futbolera. Los más contentos eran Antonio e Ivan: "Nuestros equipos se movieron bien y este año podemos sólo que mejorar", afirmaron con tono desafiante.

Los milanistas Marco y Andrit argumentaron que, por más que Lazio y Nápoli hayan trabajado bien, los dos aún están lejos del nivel del Diávolo, que cuenta aún con muchísimos campeones entre sus líneas. Sin embargo, el hincha del Burro respondió diciendo que ahora lo iban a fichar a Giuseppe Rossi y que él será el único gran campeón comprado en Italia, en este mercado.

Los rossoneri tuvieron que darle la razón (siempre y cuando la transacción se haga, claro) y expresaron su preocupación por el hecho de que Milan no logre juntar unos diez millones para ficharlo a Aquilani o a Montolivo.

La cosa lo puso un poco nervioso a Alessandro, porque él aún no puede creer que Roma, a pesar de lo tanto que se habló tras la llegada de la nueva propiedad, se haya debilitado tanto. Sobre todo lo preocupa la venta de Vucinic, un jugador que hace dos años podía ser vendido al Chelsea por unos 28 millones y que ahora se fue a un directo rival por apenas 15.

Con esa frase se vio, del otro lado de la mesa, la radiosa sonrisa de Gino, el juventino, quien con su pragmática manera de hablar sentenció: "Este año nos cosemos el Scudetto en el pecho". "Sin dudas - dijo Luca  la Vecchia Signora está armando un gran equipo y, gracias a la crisis de Inter, en este momento son inferiores sólo a Milan". Antonio, por su parte, no estaba tan de acuerdo con el pesimismo del interista respecto a los nerazzurri: "Ustedes están pagando los errores del mercado pasado: venderlo a Eto'o no es positivo, claro, pero contaban con tres nueves y él es el único que tenía mercado. Con un delantero menos y un alero más, que de seguro va a llegar, el equipo va a ser más sólido."

Marco no estaba muy de acuerdo, porque si tácticamente hablando el discurso de Antonio era impecable, al mismo tiempo hay que admitir que ningún equipo puede mejorar vendiéndolo a Eto'o.

Pero Alessandro hizo notar que Barcelona (salvando las distancias, claro), no sufrió demasiado por la perdida del camerunés y que, en fin de cuentas, volvió a ganar la Champions también sin él, apenas dos años más tarde.

La charla fue muy divertida e intensa, como ustedes podrán imaginar. Sin embargo, por toda la noche quedó una nota de base totalmente desafinada, que dibujaba en nuestras caras expresiones de melancolía.

Gino, experto de música y tipo muy práctico, transformó esa nota casi oculta en una sentencia concreta, justo mientras pagábamos la cuenta para irnos a casa: "Sea como sea, no caben dudas de que el Calcio este año está más débil y que vamos quedando atrasados respecto a los demás grandes de Europa. La crisis se siente, muchachos, y nos está rompiendo el juguete preferido."

Quizás Gino sea demasiado pesimista, pero la verdad es que ninguno de nosotros supo como responderle. Italia por ahora cambió calidad (Sánchez, Pastore, Eto'o) por plata: bien para las cuentas, mal para el espectáculo. Quedan 15 días para revertir esa tendencia preocupante.

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