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El último que puede perder la cabeza...

Miguel Herrera se equivocó -como él mismo lo admitió- en el "zafarrancho" que provocó alrededor de su banca en la Jornada 1 del torneo mexicano. Pero la actitud puede ser más que un simple "berrinche": Puede evidenciar la gran presión por la que atraviesa hoy en día el entrenador del América, urgido, obligado, advertido de que cuenta sólo con seis meses para entregar el trofeo en Coapa.

LOS ANGELES -- Le sigo dando vueltas al tema y la verdad, no encuentro la respuesta apropiada.

El "zafarrancho" que Miguel Herrera provocó alrededor de su banca en plena Fecha 1 del campeonato no tiene una explicación coherente. Los mal pensados en torno al América (léase Jose Ramón Fernández) afirman que fue una manera de presionar al árbitro y que al final le redituó en la marcación de un penalti sobre el minuto 90 y otros más pensamos que es una muestra de la presión a la que está siendo sometido el técnico del América en seis meses donde la única salida será la obtención de un título.

Lo cierto es que se terminaron los plazos para Herrera. Ya normalizó al América. Le dio números coherentes y lo devolvió a los primeros sitios de la tabla cuando el equipo había tocado fondo. Hoy, los "jefes" de Herrera quieren la Copa. No se conformarán con un nuevo acercamiento.

Miguel Herrera había cambiado drásticamente su comportamiento en las bancas. Había dejado atrás sus exhibiciones como entrenador del Atlante, de Tecos o de Monterrey entendiendo lo que significaba dirigir a un equipo como el América. El sábado perdió la cabeza, cosa que puede perder cualquiera, desde el portero Hugo González y hasta el delantero Christian Benítez, pero que no puede, de ninguna manera, perderla el entrenador y el responsable del proyecto en la cancha.

"El Piojo" está presionado, acorralado por la necesidad de presentar un equipo que gane, que convenza, que se brinde, y que, bajo el estilo americanista, arrase con los puntos y el campeonato.

En apariencia, le han dado otra vez todas las "armas" que pidió. Un jugador en cada posición de la cancha: "El Maza" para reforzar la línea defensiva, la permanencia por seis meses más del joven Diego Reyes para ayudar en la contención. El arribo del paraguayo Osvaldito Martínez para tratar de darle idea y creatividad a la zona de generación y un atacante ecuatoriano como Narciso Mina que debe convertirse en el "socio" que tanto anhelaba Benítez.

Herrera no puede hacerlo: es el último de los americanistas que puede darse el lujo de "perder la cabeza...".