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La subjetividad del fútbol

Fotobaires.com

BUENOS AIRES -- Las apreciaciones en el fútbol siempre están cargadas de subjetividad. Más allá de que lo parámetros de la estética poseen ciertas convencionalidades, los análisis que se hacen de los partidos pueden encontrar distintas visiones.

Lo que para algunos es una actuación destacada, para otro apenas alcanza la calificación de aprobado. Es ahí donde se abre el debate.

Para ponerlo en nombres propios, Ramón Díaz dijo -después del empate con Quilmes- sentirse muy contento por el desempeño de su equipo y hasta les agradeció a sus dirigidos por la entrega que tuvieron.

Como una forma de motivar en la previa del Superclásico, esas palabras fueron una buena estrategia. Ahora, si se trata de una evaluación sincera de lo producido, ahí comienza a tallar el tema de las diferentes aristas que puede tener un análisis y de lo disímiles que son los gustos en el fútbol.

River jugó mejor que su rival y mereció ganar, eso es cierto, pero no tuvo un rendimiento tan elevado como para que un técnico se sienta pleno por lo realizado.

Por ejemplo, entre otras cosas, queda claro que River no supo cerrar el partido, porque -de lo contrario- no se hubiera ido del Monumental paladeando el sabor amargo de un empate recibido sobre la hora.

Por eso la reflexión es que sí las opiniones en el fútbol nunca son terminantes y dependen mucho desde donde se las mire, pero una igualdad a minutos del epílogo y en la casa propi, no habla de excelencia.

Fue señalado líneas arriba que, casi con seguridad, la declaración de Ramón se trató de una maniobra motivacional. Con Boca en el horizonte el entrenador prefirió evitar el tirón de orejas y transitó el camino de fortalecer la autoestima.

Es de suponer que puertas adentro la lectura de lo sucedido será mucho más severa y realista. Inclusive el Pelado hasta optó por volver a inmolarse públicamente como lo viene haciendo (con una poco recomendable asiduidad).

Esta vez reconoció errores propios y una demora al no rearmar la defensa con la rapidez que el juego demandaba. En un punto esto habla bien del entrenador porque no reparte culpas, las asume él, pero en la lectura fina esto de reconocer equivocaciones propias en tantos partidos deja al aire libre una contracara: los errores se vienen produciendo con excesiva recurrencia. Pero claro, también se sabe que Ramón posee espaldas bien anchas como para soportar todo y a veces opta por cargar con mochilas que no son solo las propias.

Una vez más la semana previa a enfrentarse con Boca encuentra a un River sin ganar. Desde hace años que esto se ha vuelto una triste realidad para la gente del Millo. Ahora ya comenzó a desandar el camino que tiene una gran cargar de estrés, quizás la mayor del semestre.

Es ese sendero que lo colocará cara a cara con su archi rival, al que el hincha quiere derrotar como sea, el que transforma humores para bien o para mal. Ese partido que no admite errores, porque ahí las equivocaciones se pagan muy caras.