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Después de todo, EE.UU. ya no luce tan débil

Josh Hamilton y Adrián Beltré son dos grandes figuras que no estarán en el Clásico Mundial Ron Jenkins/Getty Images

Adrián Beltré es la más reciente baja de la selección dominicana, de la que días antes se había retirado Albert Pujols.

Venezuela tampoco podrá contar con los astros de la lomita Félix Hernández (el dinero manda) y Johan Santana (la salud manda).

Y ya son tantas las estrellas que se han bajado del carro del III Clásico Mundial de Béisbol, que la selección de Estados Unidos, en un principio bastante cuestionable, ahora luce como una de las grandes favoritas.

No es que el grupo de Joe Torre se ha ya reforzado, sino que muchos potenciales rivales se han debilitado antes de que se dé la voz de ¡a jugar!

Cuando se anunció la plantilla preliminar, el equipo estadounidense se veía con bastantes huecos, sobre todo en el pitcheo y en los jugadores de reserva, pero desde entonces, ha habido tantos cambios que pocas veces se vio tan clara la relatividad de las cosas.

Aunque sus titulares son figuras establecidas, capaces de hacer soñar en grande a cualquier manager, la diferencia de nivel entre los regulares y la banca es abismal.

Cualquier manager sería feliz con un infield a base de Mark Teixeira, Brandon Phillips, Jimmy Rollins y David Wright, con Joe Mauer de catcher y Giancarlo Stanton, Adam Jones y Ryan Braun en los jardines, pues no existe un equipo en Grandes Ligas con semejante alineación.

El asunto es que no es el mejor equipo posible, si se tiene en cuenta la existencia de jugadores como Mike Trout y Josh Hamilton, ambos de los Angelinos de Los Angeles, que declinaron cualquier posibilidad de defender los colores patrios, al igual que Buster Posey, el Jugador Más Valioso de la Liga Nacional del 2012, por sólo citar a unos pocos.

Lo mismo pasa con el pitcheo. La rotación abridora se ve más sólida con la incorporación de Gio Gonzalez, junto con formada por el Cy Young R.A. Dickey, Ryan Vogelsong y Derek Holland, luego de que Krins Medlen se bajara del carro.

Pero ni son todos los que están, no están todos los que son.

Imaginen un cuerpo de lanzadores que cuente en sus filas con Justin Verlander, de los Tigres de Detroit, posiblemente el mejor pitcher del mundo en la actualidad, quien le dijo no al mentor Joe Torre, después de pensarlo por varios días.

Súmenle otras grandes ausencias como Clayton Kershaw, Matt Cain y David Price, este último ganador del Cy Young en la Americana la pasada campaña.

La lista podría ser mucho más larga, tanto entre los serpentineros, como en los jugadores de posición, pero ese es el gran problema que enfrentan los Clásicos con vista a su supervivencia: la motivación para atraer a las grandes figuras del béisbol.

Incluso Japón, campeón en las dos ediciones iniciales del certamen, tuvo esta vez bajas sensibles y no contará con ningún pelotero de los que juegan actualmente en las Grandes Ligas de Estados Unidos.

Con Republica Dominicana y Venezuela disminuidos, Puerto Rico en uno de los peores momentos beisbolísticos de su historia (sino el peor) y Japón con mucho menos interés que en ocasiones anteriores, queda Estados Unidos, al menos en el papel, como el equipo a derrotar.

Ojo, que tampoco se trata de coser y cantar. Sudcorea es el actual subcampeón y podría venir por más, mientras que México llega envalentonado por el merecido triunfo de los Yaquis de Ciudad Obregón en la Serie del Caribe y tratará de aprovechar ese impulso para mantenerse en la cresta de la ola.

¿Y Cuba? Tiene un manager impredecible, que puede lograr grandes cosas o puede echarlas a perder en un abrir y cerrar de ojos.

Y aunque los cubanos llevan la pelota en la sangre como pocos países del mundo, sería un milagro si llegan a pisar territorio estadounidense como uno de los cuatro semifinalistas.

La sorpresa del primer Clásico sólo la repetirán o superarán el día en que llamen a filas a todos los cubanos, vivan donde vivan y jueguen donde jueguen. Cuando prime el deporte sobre la política.