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García Orozco... o ¿el eterno sospechoso?

Los diversos análisis sobre el trabajo de Roberto García Orozco disienten, algunos lo protegen y otros lo fustigan. Imago 7

PACHUCA, Hidalgo -- El conflicto no es el veredicto, sino el juez. El conflicto no es el arbitraje, sino el árbitro. El conflicto no es el penalti que da a Monterrey la victoria y el pase a la Final sobre América, sino la escasa estatura moral de quien lo marca.

El dilema no es el hombro de Samudio, sino las recurrentes fechorías arbitrales de Roberto García Orozco. El dilema no es el delito, sino el delincuente. El dilema es cuando el juez ha sido desnudado de su investidura de juez.

El problema es que este mismo Roberto García Orozco tiene un silbato hipócrita. O torpe. O mafioso. O todo junto. Búsquelo en el Aviso de Ocasión. Réntelo para sus fiestas infantiles o para Semifinales de Liguilla. Puede ser su bufón... o su 007.

Porque el misterio de García Orozco es que marcó enfáticamente un hombro, cuando otras veces, para él mismo, el hombro dejó de ser parte del brazo. La anatomía del futbolista, según él, depende del jugador y las circunstancias. Para él, un día, el brazo comienza en el pescuezo del jugador, y otro, termina en la muñeca del infractor. Miopía mercenaria.

El mismo García Orozco que ha tenido dos caras, dos voluntades... ¿o dos contubernios?, para elegir, sí, elegir, con criterios bizarros, radicalmente distintos, una misma jugada. Una misma acción ha sido penalti, o tal vez no. Su silbato es un freelance al mejor postor. Revolver a la orden.

Y para el mismo García Orozco las tarjetas amarillas y rojas cotizan entre sus caprichos y los favores externos, suyos o de otros. Y con esa doble moral, este jornalero de decisiones infames, pierde credibilidad. Los políticos mienten mejor.

Hay dos hechos. Fotografías y videos lo consignan, el balón impacta el hombro y el pecho de Samudio. Y el mismo García Orozco se golpea los deltoides derechos para ratificar que el balón interrumpió la ruta crítica del posible gol, en el hombro.

Hoy (sábado), fue de esos días en que el hombro es el cuerpo del delito, cuando otras veces para este mismo patibulario con silbato, ha sido, el hombro, argumento de exoneración. ¿La ambigüedad de criterios o de impunidad? ¿O la monja se prostituye o la prostituta va al convento?

¿Cómo creer en un juez del que se sospecha en cada partido? ¿Cómo creer en un árbitro que puede ser perfecto, cuando así conviene, o perfectamente imperfecto, cuando así convenga? La justicia es ciega, la conspiración no.

Si García Orozco marcara siempre los impactos en hombro-casi-pecho como una mano infractora, no habría dudas. La miopía o la testarudez sería el responsario médico de su ineptitud, pero...

En el desenlace, fascinantemente emotivo, Monterrey es finalista del Clausura 2016. El oprobio arbitral no lo demerita, pero lo percude. La mano del padrinazgo desde el sillón de la FMF, mancha uno de los mejores juegos de Edwin Cardona, y el esfuerzo colectivo. Don Corleone salpica escarlata.

(Michael Corleone en El Padrino II: "Mi padre le hizo una oferta que no pudo rechazar... Luca Brasi le apuntó a la cabeza con un arma y mi padre le aseguró que sus sesos o su firma estarían en el contrato".)

Curiosamente entre los analistas arbitrales, que en su época de jueces tuvieron poco juicio, y pecaron tanto o más que García Orozco, disienten. Algunos, sus tutores, sus amigos, sus padrinos, lo protegen insanamente. Los otros, los confrontados, lo fustigan. Pero, ninguno de ellos está libre de culpa para lanzar la primera piedra.

Rayados defiende su hegemonía en el torneo. El mejor en 17 semanas pisa la Final. Y como favorito. Tiene futbol, artistas en la cancha, y un técnico que conoce los recovecos y los atajos a la victoria.

Monterrey no necesita de un Luca Brasi, ni de Don Corleone, ni de García Orozco, ni de Decio de María, pero ahí estarán. "Un hombre no debe morir sin hijos, ni con deudas de honor", dijo Al Capone. Y en la FMF, el que despacha tiene apellido y habla, mal, pero lo habla, el italiano de Sicilia.

En tanto, América, nuevamente por un 4-3 global, y nuevamente en semifinales, y nuevamente de visitante, queda fuera de la Final. El 12 de octubre no habrá trofeo que desfile. Del ataúd de buena voluntad, en el aniversario 100, saldrán cuervos graznando disculpas. Un obituario maldito.

Cierto: Nacho Ambriz y Ricardo Peláez se consuelan con la Concachampions. Pero la historia del América irá vestida de viuda al altar del Estadio Azteca el próximo 12 de octubre. El trofeo de la Concacaf es un hijo bastardo. El hijo legítimo, el de la Liga MX, ni siquiera fue concebido.

¿Y en la Final del Clausura 2016? Siempre habrá un García Orozco o un Chacón disponible.