<
>

Yo los vi, nadie me lo contó

LOS ÁNGELES -- La polvareda poco a poco se va disipando. Y con la cabeza un poco más fría, se puede hacer un recuento de lo que fue y de lo que ha dejado el combate entre Saúl ‘Canelo’ Álvarez y Miguel Cotto.

Y desde esta trinchera no me queda duda alguna que Álvarez fue el mejor sobre el entarimado del Mandalay Bay el sábado pasado.

Más allá de los favoritismos lógicos que generan la pasión que siempre acompaña a este deporte, del nacionalismo y, sobre todo, el fanatismo, fue evidente la superioridad del pelirrojo tapatío.

Conectó mejor, acertó con los golpes más contundentes y también hizo una pelea más que rescatable desde lo defensivo, con un buen juego de cintura, peleando en la distancia que le era más favorable y conveniente, boxeando al contraataque.

Contrario a lo que anticipaba Freddie Roach, el entrenador de Cotto, el pupilo de ‘Chepo’ y de Eddie Reynoso no siempre inició sus ataques con el jab de izquierda y algunos de sus golpes más contundentes fueron ganchos de izquierda y no provenientes de su extremidad derecha, como esperaba el equipo de Cotto.

‘Canelo’ tampoco se cansó al final del pleito y hasta en el octavo episodio, cuando Migue Cotto se paró a intercambiar metralla, el jalisciense ‘no se rajó’ y se llevó la mejor parte en la escaramuza.

Además, Saúl siempre fue para adelante, exponiendo el físico y, en algunas ocasiones, hasta recibiendo buenos golpes del veterano puertorriqueño.

Si acaso, a Saúl se le podría cuestionar su falta de ambición, de instinto asesino, para intentar rematar a su presa, cuando, por lo menos, en tres ocasiones lo estremeció y lo tuvo a disposición para ir en búsqueda del nocaut.

Cotto, por su parte, fue un dignísimo rival, que en ningún momento claudicó frente a un rival que lo aventajaba en tonelaje y que es una década más joven que él.

Sobre el final de la batalla, a Miguel todavía le quedaban piernas, lo que habla del magnífico trabajo realizado para esta pelea en su campamento de Los Ángeles.

Desafortunadamente, al tetracampeón mundial se le habían acabado las balas, ya no le quedaba pólvora como para acribillar a su oponente.

EXPERIENCIA PERSONAL

Tuve la fortuna de haber sido asignado para cubrir desde la conferencia inicial, realizada en Hollywood, y también pude presenciar, con la exclusividad que posibilita el privilegio de colaborar para un medio como ESPN Digital, varias de las sesiones de entrenamiento, tanto del boricua como del mexicano.

Además, estuve en comunicación con personajes de ambos campamentos, el de Hollywood y el de Mira Mesa, en San Diego, que ofrecieron información pertinente, oportuna, para poder informar, con la mayor veracidad y objetividad posible, sobre todo lo que sucedía en los dos frentes.

Y, principalmente, pude ver cara a cara los rostros de ambos peleadores, de sus colaboradores y de sus entrenadores.

Vi el sudor correr por sus caras. Las huellas que en el rostro se iban acumulando luego de realizar cientos de asaltos con sparrings.

Particularmente, hizo noticia un video obtenido por ESPN, en entrevista exclusiva concedida por el entonces campeón mundial de peso Medio del CMB, en la que era notable y evidente la presencia de moretones en su pómulo izquierdo.

A partir de ese momento, Miguel tuvo que responder, una y mil veces, ante los medios que esas escoriaciones eran el producto del duro trabajo que realizaba en el gimnasio, en su preparación para el esperado combate.

Y, muy contrario a lo que anticipaba Freddie Roach, el entrenador de Cotto, al asegurar que ‘Canelo’ era un playboy poco afecto a los rigores del gimnasio y que no tendría piernas para aguantar el mismo ritmo de pelea más allá del sexto asalto, aventurándose a pronosticar un triunfo por nocaut de su pupilo en los últimos asaltos, la verdad es que el pelirrojo tapatío entrenaba a conciencia en su campamento instalado en Del Mar, California.

Porque incluso cuando ESPN interrogó a Roach por qué estaba tan seguro del triunfo de Cotto por la vía del cloroformo, el veterano hombre de boxeo respondió con una arenga.

“Te apuesto lo que quieras a que Miguel noquea”, insistió aquel lunes 24 de agosto.

Y cuando le dijimos que no estábamos en este oficio como apostadores, como misión primordial, sino simplemente como reporteros y para empeorar el tema, pertenecíamos al club de los escribas más pobretones del medio, por lo que a lo más que podíamos llegar era a poner una cena en juego.

Freddie Roach no sólo aceptó con un apretón de manos, sino que hasta eligió el restaurante de su predilección y el platillo que pediría en dicha cena: enchiladas.

LOS JUECES

En cuanto a la disparidad en los números de los jueces para calificar el pleito, eso no es algo nuevo en el boxeo.

Particularmente, los solones que pertenecen a la Comisión Atlética de Nevada tienen un historial ya de sobra conocido. Para muestra basta recordar aquellas peleas de Márquez-Pacquiao III y la del propio ‘Pac Man’ filipino frente a Tim Bradley, en una favorecido en forma descarada y en la otra, despojado.

Sin embargo, al final, por algunos puntos más o por unos puntos menos, Saúl Álvarez fue un indiscutible ganador.

Los que sí están fuera de toda realidad, son aquellos que vieron empate.

Y peor aún, los que siguen lanzando vituperios a un boxeador que en cada uno de sus combates va enfrentando a rivales de mayor nivel y aun así muestra progresos en cada cita.

Lo que sí llama la atención es que los dardos no solo le llegan al ‘Canelo’ desde territorio enemigo, algo que debe tomarse como algo normal. Lo mismo que los ataques terroristas perpetrados desde las entrañas del anti mexicanismo.

También hay ráfagas que llegan desde el mismísimo frente del malinchismo, algo a lo que ya los mexicas debemos estar bien acostumbrados y si no que le pregunten a Hugo Sánchez y al ‘Chicharito’ Hernández.

LA TECNOLOGIA

En cuanto a la utilización de computadoras para contar el número de golpes disparados en cada asalto, los que fueron conectados, la cantidad de golpes de poder, los jabs, los ganchos que aterrizaron en la humanidad del rival, incluyendo la parte del cuerpo que golpearon, no cuentan toda la historia en lo que se refiere al desenlace de una pelea de box.

Es decir, no basta esta acumulación estadística como para alzar la mano a alguno de los contendientes, solo porque la bendita máquina así lo dispuso.

En un futuro no muy lejano, estoy seguro que se encontrará la forma de medir otros elementos que ayudarán a discernir entre el ganador y el perdedor de una pelea de box.

Por ejemplo:

- Cuánta sangre perdió cada uno de los contendientes durante el combate.

- La cantidad de sudor expulsada por los boxeadores en cada asalto.

- Cuánta lona recorrieron en sus desplazamientos sobre el cuadrilátero.

- Cuántas veces estuvieron contra las sogas.

- Cuántos golpes lograron esquivar.

- ¿Qué tanta agua consumieron entre asaltos?

- ¿A quién tuvieron que darle más aire con el clásico toallazo?

- ¿Quién requirió de más vaselina en el rostro o de atención en alguna cortada?

- ¿Quién produjo más Q-tips con sangre de sus cavidades nasales?

- ¿Se llegarán a medir los efectos de los golpes en la capacidad cerebral para ordenar el accionar del boxeador, sus respuestas, reacciones, reflejos, etc?

Y se puede llegar hasta el infinito en materia de accesorios para tratar de optimizar la labor siempre discutida, algunas veces muy sospechosa, de los jueces.

Pero al final, el boxeo, como el futbol y hasta los deportes que apelan a la revisión del video para intentar validar o revertir decisiones arbitrales, va a seguir utilizando y necesitando del ojo humano.

Y de la posibilidad, también infinita, de la capacidad de los humanos para equivocarse.