Boxeo
Bernardo Pilatti 8y

GGG, víctima de su propio éxito

En todos los deportes los mejores ocupan el primer lugar, reciben el mayor reconocimiento y son los que ganan más dinero. Pero hay una excepción que confirma la regla. En el boxeo actual el mejor no recibe el mayor reconocimiento, no encuentra rivales ni tampoco gana las mejores bolsas. El mejor que no es el mejor en esta historia, ya lo saben, es Gennady Golovkin.

El comienzo del 2016 ha sido un retrato de su carrera pasada, pero también un posible retrato de su carrera futura. Estuvo dispuesto a cruzar el océano para enfrentar a un rival de su nivel en su propia casa (Billy Joe Saunders) pero el mismo se escabulló por la tangente. En septiembre, por mandato que alguna vez fue obligatorio del CMB, debería enfrentar al campeón titular de los medianos (Saúl Álvarez), pero su posible rival sin aún haber rechazado la pelea, no deja de transmitir su deseo de imitar a Saunders: escabullirse por la tangente.

El término "tangente", en este caso, tiene muchas interpretaciones. Anteponer una excusa para no pelear, alegar razones económicas, gestionar una postergación o empujar hacia adelante el pleito para ganar tiempo y hasta exigir demandas absurdas en los contratos, como pesos irreales en la balanza por ejemplo. La tangente es una vía de escape, diferente según el caso, pero que en todos los casos significa la misma y lamentable ruta de los "guerreros" que evitan ir a la guerra.

Golovkin es víctima de su propio éxito. La capacidad de destruir a los rivales con su golpeo incesante, su control agobiante del cuadrilátero, la fortaleza demostrada en la asimilación de golpes, el poder noqueador de sus puños y el aura de invencibilidad que transmite su actitud en el ring, son como un canto sublime que no encuentra un escenario y una orquesta que acompañe.

Ser demasiado poderoso en el boxeo actual, es una barrera al crecimiento económico individual y una calle cerrada hacia la gloria. Especialmente si, como en el caso de GGG, es una figura que no pertenece a una de las tres escuelas boxísticas predominantes en EEUU (mexicana, estadounidense o puertorriqueña).

Pero hay otra realidad demasiado contundente como para obviarla en la búsqueda de argumentos: la descentralización organizativa de este deporte. Muchos mandan y nadie manda. Muchos establecen reglas, pero no hay reglas. Ni siquiera se respeta la lógica en los rankings que, de ser necesario, pueden ser alterados en beneficio de las conveniencias del momento.

El boxeo se maneja dentro de parámetros totalmente diferentes a los de otros deportes profesionales. El fútbol, el básquetbol, el fútbol americano, el tenis o el béisbol, por nombrar algunos, son deportes que se rigen por una estructura de organización piramidal, donde se premia hacia arriba y a lo alto siempre llega uno solo. Uno solo porque en la punta de la pirámide no hay lugar para nadie más.

El boxeo es diferente. Crea campeones, súper campeones, campeones interinos, campeones en receso. En fin, campeones de lo que sea. Y cuando alguien ha sido campeón, puede vivir de lo que ha sido, aunque se arrastre por el cuadrilátero con más de cuarenta años y sea vapuleado en peleas lamentables. Los vencedores podrán decir luego en su estadística "que vencieron a un campeón".

Esa verdadera balcanización del boxeo, es campo propicio para que proliferen victimas como Genaddy Golovkin. La proliferación de campeonatos, de organismos o de promotoras que comparten la misma torta, pero no pertenecen a la misma fiesta, ha terminado por transformar al boxeo en una figura disonante, incapaz de ser respetado como deporte y apenas aceptado como un mero "negocio deportivo"

¿Qué deporte es ese, donde un campeón no encuentra rivales? ¿Qué deporte es ese, donde otro campeón elije rivales y gestiona sus peleas como si fueran una inversión? ¿Qué deporte es ese, donde uno de los dos rivales, el que maneja la organización del evento, es quien decide las reglas? ¿Alguien se imagina a los Golden State Warriors teniendo que jugar sin Stephen Curry por exigencia de sus rivales? ¿Alguien imagina al Barcelona abandonando La Liga o las copas europeas porque sus rivales evitan enfrentarlo?

En el boxeo, antiguamente, se parecía a los demás deportes: mandaban los mejores y para ser mejor había que vencer a los mejores. Pero a diferencia de los otros deportes, donde consiguen convivir el negocio y la coherencia competitiva, el negocio terminó opacando a la coherencia.

GGG ha recibido el castigo de ese "aggiornado" presente. En el pasado cercano -- entre otros -- lo evitaron figuras del calibre de Sergio "Maravilla" Martínez o Peter Quillin. En el presente lo evitó Miguel Ángel Cotto, Billy Joe Saunders y no dudo que también lo está evitando Daniel Jacobs. En abril próximo, GGG enfrentará a un ilustre desconocido como Dominic Wade. Luego, solo existe incertidumbre. Hoy es difícil imaginar otros nombres, excepto el de Saúl "Canelo" Álvarez. El mexicano, oficialmente aún no ha dicho que no, sin embargo somos muchos los que dudamos de que esa pelea ocurra durante el presente año.

Sin rivales en el pasado, sin rivales en el presente y con un futuro lleno de interrogantes, la pregunta que todos nos hacemos es: ¿Cuánto tendrá que ceder Golovkin para que los "grandes campeones" acepten enfrentarlo? ¿Bajar a 155 libras como pretende el equipo Canelo? ¿Aceptar el 10% de la bolsa de la pelea, como lo sugirió Oscar de la Hoya? ¿O seguir venciendo a desconocidos como Wade, armarse de paciencia y dejar que el paso de los años deteriore sus condiciones? Con 38 o 39 años, quizás acepten enfrentarlo los Canelo, los Jacobs o los Saunders. ¿Acaso no fue así con la pelea de Mayweather y Pacquiao?

Como sea, el tortuoso camino que le aguarda a GGG, sin grandes rivales y con bolsas para nada acordes con su calidad, lo confirma como una víctima de su propia calidad. Al mismo tiempo, esa absurda situación ratifica la triste certeza de que, en un planeta donde todos los deportes, más allá de sus males, siempre responden a una línea competitiva inviolable, el boxeo es la excepción que confirma la regla.

^ Al Inicio ^