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Chucky Flores o el ocaso europeo para Guillermo Rigondeaux

Hasta que decida retirarse, Guillermo Rigondeaux debería mantenerse entre los diez mejores pugilistas del planeta y seguir encabezando las listas de mejores latinos. Su calidad boxística, fuera de discusión, lo mantiene adentro. La falta de rivales o los rivales de poca calidad como el último enfrentado, junto al rechazo mayoritario a su estilo, deberían dejarlo afuera. Reconozco que esa será mi duda existencial en las próximas votaciones. Soy uno de los que siempre lo ha elegido entre los mejores Libra por Libra y sin dudarlo lo ha seleccionado en el Top de los latinos. Las cosas ahora pueden cambiar para bien o para mal. Todo dependerá de Moises "Chuky" Flores y es necesario explicarlo.

Guillermo Rigondeaux pisó con el pie izquierdo el primer tramo de su aventura en el boxeo profesional. Gran parte de la culpa pudo ser responsabilidad en un mal manejo o falta de visión de sus promotores. Pudo ser parte culpa de un estilo defensivo atractivo para la minoría que aplaude la esgrima ajedrecista del boxeo de escuela, pero que aburre a las grandes mayorías. Pudo, ser en parte, culpa de una agenda de rivales poco inteligente o también las propias limitaciones de un físico natural a ultranza de las 122 libras que le impide buscar mejores retos en divisiones superiores o incluso inferiores. Hasta podríamos invocar como culpable a un augurio místico en la profecía de Bob Arum: "peleando con ese estilo dudo que Rigondeaux encuentre rivales para enfrentar". El asunto es que la estrella del que muchos consideran como el mejor boxeador cubano de todos los tiempos se apaga sin haber logrado brillar en el escenario de los sueños.

La estadística es elocuente y no deja espacio a la controversia. Después de vencer en una notable actuación a Nonito Donaire en abril del 2013, a Rigondeaux se le terminó el futuro. Su siguiente pelea contra Joseph Agbeko puede ser candidata a integrar el TopTen de las peleas más aburridas de la historia. Los dos se pasaron doce asaltos esperando que el rival los atacara. Luego de ese combate, uno tras otro los potenciales rivales del cubano dijeron "No, gracias" y el cubano se transformó en una rareza. Un doble campeón que nadie deseaba enfrentar ni a las grandes cadenas de televisión le interesaba presentar.

Sin rivales a la vista en EEUU, Rigondeaux emprendió a suerte y verdad un mini periplo asiático. Enfrentó al tailandés Sod Kokietgym y luego al japonés Hisashi Amagasa . Al primero lo noqueó en el primer episodio, pero con Amagasa las cosas fueron muy diferentes. Fue una guerra donde Rigondeaux debió reponerse a dos caídas en el séptimo asalto antes de ganar por TKO en el undécimo episodio. Esa batalla al cubano le enseñó mucho sobre las dificultades que debería afrontar ante rivales más grandes y con mejor extensión de brazos como Amagasa, acostumbrado a pelear en 126 libras y cuya estatura es de casi 5'11".

Su siguiente batalla, casi un año después, fue una suerte de "última oportunidad en USA", luego que la OMB le retirara su título por su poca actividad y lo mismo hiciera la AMB. Los promotores presionaron y solo la AMB le restituyó el suyo. Fue incluido en la cartelera de Canelo-Cotto ante Drian Francisco, un filipino de su misma división y donde no hubo mayores diferencias en lo físico. El cubano venció por decisión unánime, en un combate aburrido y que terminó bajo abucheos desde la platea. Game over.

EL RESCATE DE LA AMB

Sin horizontes benévolos en el boxeo estadounidense y con pocas ganas de repetir la aventura asiática, Europa era lo único disponible para buscar revivir la carrera de Rigondeaux y la AMB fue en su rescate. Los súper gallos más cotizados del Reino Unido, Carl Frampton y Scott Quigg, se enfrentaron entre sí y el ganador debería dirimir la supremacía de la AMB contra el cubano. Ganó Frampton y al igual que sus colegas de esta parte del mundo, tampoco quiso enfrentarlo por lo cual perdió el cinturón de súper campeón.

La AMB, no obstante, no cejó en su intento de revivir la carrera del cubano y en la renuncia de Frampton encontró esa oportunidad. Lo nombró a Guillermo Rigondeaux como súper campeón , le encontró otro rival británico (James Dickens) y organizó una suerte de torneo para obligar a sus "otros campeones" a que se enfrentarán al cubano. La idea era que el mexicano Moisés Flores, " campeón interino" realizara una defensa voluntaria donde finalmente venció al namibio Paulus Ambunda y luego fuera contra el vencedor de Rigondeaux-Dickens. Las AMB tenía un súpercampeón designado (Rigondeaux), un campeón interino (Flores) y le faltaba un campeón regular. En medio de su extraña manera de nombrar campeones a discreción se habían olvidado del campeón regular. Para ello declararon el cetro vacante y se ordenó que el mismo fuera dirimido por el chino Jun Qiu Xiao y el veterano venezolano Nehomar Cermeño. Para sorpresa de todos, el venezolano ganó por KO en el último episodio de la batalla realizada en Pekín.

Lo de China, a los efectos de mantener vivo en el negocio a Rigondeaux, fue un desastre. Qiu Xiao era favorito, peleaba ante 17 mil personas y dado el valor de China como mercado su monarcado sería altamente rentable en lo económico. Ya muchos verían a China como alternativa europea para Rigondeaux, pero Cermeño les terminó con el sueño. Al mismo tiempo Chuky Flores ya había sorprendido a todos cuando destronó al colombiano Oscar Escandón de su interinato, luego despachó al argentino Luis Emanuel Cusolito y en su segunda defensa logró una gran victoria contra un rival calificado como Ambunda. Rigondeaux, tercero en discordia, había padecido problemas de visa antes de conseguir enfrentar a James Dickens al que noqueó en menos de dos asaltos y le fracturó la mandíbula. La facilidad de la victoria y la contundencia de la misma obligan a realizar una pregunta ineludible ¿Tenía Dickens el nivel adecuado para enfrentar a un oponente con la calidad de Rigondeaux?

James Dickens no figuraba en el ranking inmediato, no tiene en su palmarés rivales de renombre y, según la página especializada Boxrec, en su última pelea había vencido a un tal Reinaldo Cajina que tiene un récord 14-35-4 con 10 KO y que solo en este 2016 ha peleado y perdido en seis oportunidades. En la misma estadística aparece un rival de nombre Kristian Laight, cuyo récord de 6-127-6 nos exime de mayores comentarios. A lo sumo, James Dickens no era rival para un dos veces campeón olímpico y dos veces campeón mundial, excepto para las necesidad urgente de la AMB por encontrarle un rival británico al cubano.

En los días venideros habrá noticias relacionadas a la pelea ordenada por la AMB entre Flores y Rigondeaux, sin embargo es aventurado dar la misma como un hecho. Flores es un púgil alto para la categoría y desde el 2015 viene insistiendo en su deseo de subir a las 126 para retar a Leo Santa Cruz con quien guardan mucha similitudes en sus estilos. Santa Cruz defiende el próximo 30 de julio contra Carl Frampton, mientras que este sábado, otro mexicano, Oscar Valdéz, va por el título vacante de las 126 libras de la OMB contra el argentino Matías Rueda. Como campeón de las 122, Chucky Flores es una alternativa viable y atractiva (por su condición de mexicano). Si ganan Santa Cruz y Valdez, es coherente imaginar que sonará Chucky entre los posibles rivales a enfrentar en sus siguientes batallas.

Por otra parte, la pelea de Flores con Rigondeaux es peligrosa y complicada para el mexicano cuyo estilo agresivo y frontal favorece al estilo defensivo y contragolpeador de su oponente. Con tantos rivales que evitaron enfrentar al cubano, no es de dudar que el equipo de Flores ya esté evaluando seriamente que decisión será la más adecuada para el futuro de su pupilo. Una derrota contra el cubano, complicaría mucho ese futuro.

Es verdad, no obstante, que Chucky Flores ha dicho que sí desea enfrentarlo, pero no olvidemos que Santa Cruz, Avalos, Frampton y otros más dijeron lo mismo antes de tomar otro rumbo. Pero hay más condimentos negativos. Por las diferencias con las promotoras, el pésimo antecedente de la pelea de Rigondeaux contra el filipino Francisco y el nulo interés de las cadenas de TV, es difícil imaginar ese combate en una gran cartelera aquí en los Estados Unidos. La opción sigue siendo Inglaterra, como respaldo de algún programa de título. En ese caso, el tamaño de la bolsa a repartir puede ser otro motivo para que Flores resguarde su futuro buscando retos más rentables, menos complicados y evitando los problemas normales de un campamento tan lejano. El abandonar la categoría siendo campeón, para invadir las 126 libras, sería la opción más inteligente.

Bajo la hipótesis de que Flores por cualquier razón no acepte pelear contra Rigondeaux, la AMB deberá buscarse otro "campeón interino" lo que atrasará la definición de su evento entre los súper gallos. Es difícil que lo enfrenten a Rigondeaux directamente contra el venezolano Cermeño por la poca atracción comercial de esa pelea. Ante ese panorama, es posible que al cubano le busquen un nuevo rival británico o europeo para mantenerlo activo. También para ello los manejadores de Rigondeaux enfrentarán otro problema. La forma en que terminó la batalla contra el pobre James Dickens (fractura de la mandíbula) impedirá que otros "Dickens" se animen a subir al ring contra el cubano. Es muy posible que en lo sucesivo los rivales que aparecerán, con ganas de aceptar el reto, en lo físico se parecerán más al japonés Argamasa que al británico Dickens. O sea, grandes, de brazos largos y reclutados de las 126 libras. En resumen, no serán tan buenos ni conocidos como Rigondeaux, pero el tamaño compensará el resto.

Así luce el futuro inmediato de Guillermo Rigondeaux. Si Moisés "Chuky" Flores termina imitando a todos sus colegas anteriores y también evita la pelea contra Rigondeaux, Europa puede ser el último puerto para el cubano. El tramo final de una carrera que tal vez mereció más de lo que el destino le ha deparado y que puede tener dos miradas opuestas. Por un lado, estos dos o tres años que le restan de carrera le ayudarán a mejorar su futuro financiero, lo cual no es mala noticia. A su vez, los próximos "James Dickens" o "Hisashi Amagasa" que enfrente y venza Guillermo Rigondeaux, le agregarán victorias a su palmarés, pero al mismo tiempo le pondrán la lápida su legado y lo apartarán definitivamente de las listas de mejores. En la carrera de un gran campeón, no alcanza solo con ganar, también importa contra quien y como.

El futuro del cubano ya parece un capítulo escrito y que cerrará con poco brillo en suelo europeo. No es culpa de Rigondeaux ni culpa de nadie. El boxeo tiene muchas facetas, pero la más importante es el mandato de las mayorías que siempre tienen la última palabra. Y pese a su magia, el estilo de Rigondeaux no encantó a esas mayorías. Apenas eso.