Deporte Motor
Martín Urruty 8y

Al fin, pudo

BUENOS AIRES -- Quiso como siempre. Pudo como hacía tiempo que no podía. Aunque tarde porque el campeonato ya está definido, Nico Rosberg consiguió en el Gran Premio de México trasformar una pole position en victoria y ganarle a su compañero de equipo Lewis Hamilton, el flamante tricampeón. El apellido Rosberg volvió a ocupar el escalón superior del podio, ahora ubicado frente al público en ese estadio formado en el Foro Sol del autódromo Hermanos Rodríguez. Keke, el padre de Nico, había ganado en 1991 en esta pista, antes de tantas remodelaciones, la penúltima fecha del Mundial de Sport Prototipos. El finlandés compartió aquel Peugeot V10 número 6 con el francés Yannick Dalmas. El hijo alemán se plantó sobre la trompa del Mercedes W06, con las piernas aún temblorosas, y abrió los brazos para recibir la ovación de los entusiastas mexicanos que no tenían Fórmula Uno en casa desde 1992.

Sin la presión de pelear por otro campeonato que fue yéndose definitivamente de su alcance luego del abandono en Monza, Rosberg logró en México lo que no había podido en las tres fechas anteriores, en las que también había salido desde la pole. En Japón fue apurado por Hamilton y perdió al salir de la primera curva. En Sochi penó con un insólito problema en el acelerador y abandonó. En Austin también fue empujado fuera de pista por Hamilton, y cuando recuperó el liderazgo gracias a precisas movidas estratégicas regaló la victoria con un despiste poco antes del final, y otra vez concluyó segundo, lo que propició la consagración anticipada del inglés. La única vez que Rosberg había podido ganar este año desde la pole había sido en España.

Los Mercedes manejaron el ritmo de la antepenúltima fecha y Rosberg controló a Hamilton. Se escapó rápido en el arranque, como para estar ya cubierto cuando fuera permitido el uso del alerón móvil y neutralizó al británico. Cuando el inglés quiso atacar, recalentó los neumáticos delanteros y los frenos, y tuvo que ceder. El equipo bloqueó la única oportunidad que tuvo Hamilton, cuando Rosberg cumplió con su segunda detención en boxes. El campeón, que marchaba con gomas medias que ya tenían 18 vueltas de uso, quiso cambiar su estrategia jugándose a llegar hasta el final con ese mismo compuesto. Hubo una breve discusión por radio y prevaleció la opinión de la escudería, que lo obligó a detenerse por otro juego de caucho medio y así volvió a quedar detrás del alemán.

La determinación de Mercedes le quitó a la carrera la única posibilidad de que hubiera lucha por la punta y, acaso, cierta emoción. El público aportó más emotividad que el Gran Premio en el Distrito Federal mexicano. La escudería campeona jugó a seguro con su decisión: cumplió con la estrategia inicial prevista, tomó recaudos para no sufrir sobresaltos al colocarle a Hamilton un juego nuevo, y de paso hizo lo posible para que sus pilotos no se juntaran en pista, lo que podría haber derivado en maniobras que pusieran en riesgo el doblete. El bicampeón de Constructores logró así su décimo 1-2 en 17 competencias.

Otra vez envuelto en un incidente con su compatriota Kimi Räikkönen, del que esta vez salió indemne, el finlandés Valtteri Bottas cortó su sequía de dos carreras sin puntos y volvió al podio. Se trata de su segundo ascenso del año: el anterior había sido en otro doblete de Mercedes, en Canadá.

El podio mexicano también estuvo copado por motores Mercedes-Benz. La pista que recuerda a Pedro y Ricardo Rodríguez cuenta con la recta más larga del calendario -1.300 metros- y sus más de 2.000 metros de altura sobre el nivel del mar provocan que los autos consigan velocidades máximas superiores a las alcanzadas en Monza. Sebastian Vettel llegó a 366 km/h al final de la recta principal y Felipe Massa tocó los 352 ¡sin haber usado el alerón móvil! A pesar del premio que México entrega a los buenos impulsores, los Red Bull equipados con los flacos Renault se destacaron metiéndose en medio de los Williams-Mercedes. Daniil Kvyat terminó en la puerta del podio, delante de su compañero Daniel Ricciardo. La buena aerodinámica de los RB11 compensó la escasa carga que ofrece el fino aire de la altura mexicana y las falencias del motor.

El héroe local, Sergio Pérez, capeó el último tramo del Gran Premio de casa como pudo. Como Checo es un piloto hábil para cuidar los neumáticos, Force India decidió que parara sólo una vez para cambiar gomas: largó con blandas nuevas y colocó medias flamantes en la 18ª vuelta. Corrió ¡53 giros! con ese caucho y alcanzó a concluir octavo. Pérez contuvo a Max Verstappen y Romain Grosjean pero no pudo con su compañero Nico Hülkenberg, quien se detuvo dos veces: temprano, en la novena vuelta, cuando puso medios, y repitió la operación en la 52ª.

Si Hamilton tuvo que morderse los labios y asumir la derrota en la pelea con Rosberg, los otros cuatro campeones activos en Fórmula Uno lo pasaron mucho peor. Fernando Alonso abandonó no bien partió: largó sabiendo que los defectos en el motor eléctrico de Honda no le permitirían correr. Räikkönen, quien salió penúltimo porque al cambio de caja Ferrari le agregó otro de motor, rompió la suspensión trasera derecha en el choque con Bottas. Vettel cerró su peor domingo en Ferrari con dos salidas de pista, la última contra las vallas de contención. Y Jenson Button penó con la falta de potencia y sólo pudo ganarles a los Manor, un equipo sin dinero y con un motor del año pasado. Ninguna Ferrari vio la bandera de cuadros, algo que no ocurría desde el Gran Premio de Australia de 2006. La racha de 20 carreras consecutivas con puntos concluyó para la Scuderia. Vettel, quien no anotó por segunda vez en el año, aún pelea por el subcampeonato, el consuelo que Hamilton les dejó a los alemanes.

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