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El tiro del final

BUENOS AIRES -- Algo cambió en el tercio final de la temporada de Fórmula Uno, cuando el título tenía en Lewis Hamilton destinatario asignado y Mercedes sólo les dejaba migajas al resto de los equipos. Aunque la marca alemana mantuvo la supremacía y luego de la debacle en Singapur hilvanó media docena de victorias, se modificaron las jerarquías entre Hamilton y Nico Rosberg en clasificación. El alemán enhebró seis poles seguidas -había conseguido sólo una en las primeras 13 fechas- y transformó las últimas tres en victorias.

Rosberg empezó a ganar con consistencia una vez que Hamilton ya era campeón. El inglés se aseguró en Austin su tercer título y la seguidilla vencedora del alemán fue en México, Brasil y Abu Dabi. Sin embargo, el subcampeón había hecho la pole en Japón, Rusia y Estados Unidos, donde un par de errores propios y la falla mecánica en Sochi le impidieron traducir las poles en triunfos. Esto último disimuló la tendencia que quedó ratificada en el tramo final del Campeonato Mundial.

Desde la pole, Rosberg ganó por primera vez el Gran Premio de Abu Dabi, una carrera de escasa antigüedad -fue la séptima edición en el fastuoso circuito emiratí- que supo definir dos mundiales, aquel de 2010 en el que Ferrari equivocó la estrategia de Fernando Alonso y Sebastian Vettel se convirtió en el campeón más joven de la historia, y el de 2014, cuando gracias a la fallida decisión de otorgarle a esta fecha puntuación doble Hamilton tuvo que esperar hasta llegar al emirato para ganarle la corona a Rosberg.

El subcampeón 2014/2015 llevó adelante la estrategia elegida por la mayoría para el circuito Yas Marina: largada con neumáticos súper blandos y dos detenciones para colocar los más duraderos blandos. Vettel, urgido por la necesidad luego de haber quedado fuera del primer corte clasificatorio luego de un error del equipo, fue uno de los pocos que usó blandas desde la partida y durante una veintena de vueltas, puso otro juego en la primera detención y remató con súper blandas. Así trepó hasta el cuarto lugar. Hamilton siguió el plan mayoritario pero con variantes: estiró su tiempo en pista antes de la segunda detención con la intención de superar a Rosberg y hasta se animó a plantearle por radio al equipo si era posible llegar al final con esos neumáticos. No lo hizo. Y nunca tuvo ritmo como para ganarle a su compañero.

Sin rivales a la vista más allá del acercamiento de Vettel este año, Mercedes habitualmente calca la estrategia de sus pilotos en carrera y quien marcha adelante tiene prioridad para detenerse en boxes. Así planteado el juego, buena parte de la suerte queda decidida en la clasificación, un resto se resuelve en la largada y ya en competencia el orden entre los corredores cambia si alguno comete un error o falla su Flecha de Plata. Rosberg, que había sido mejor que Hamilton el año pasado en el rubro clasificaciones, fue apabullado durante 2015 por el campeón. Hasta el Gran Premio de Italia, duodécima de las 19 competencias. Aquella carrera fue ganada por Hamilton, Rosberg abandonó por rotura de motor y el campeonato tomó rumbo definitivo. La victoria del inglés, se recuerda, estuvo en duda durante buena parte de la tarde aquel domingo 6 de septiembre porque los Mercedes habían sido descubiertos en la grilla con presiones de neumáticos más bajas que las aconsejadas por Pirelli. Luego de haber deliberado durante horas, los comisarios absolvieron al equipo. El fabricante de caucho y la FIA impusieron controles más específicos y estrictos a partir de la fecha siguiente.

Hamilton no volvió a largar en pole después de aquel día. La carrera siguiente fue en Singapur, debacle de Mercedes, que pareció haber perdido súbitamente toda la ventaja y culpó a su incapacidad para hacer rendir las gomas en condiciones de tan extremo calor y humedad. El equipo campeón se vio obligado a modificar ligeramente las presiones de trabajo de sus neumáticos después de los sucesos en Monza. Y eso implica una notable alteración de puesta a punto que debe ser compensada con la suspensión. Los cambios parecen haber afectado a Hamilton y beneficiado a Rosberg, quien a partir de Suzuka enhebró una pole tras otra, en estos tiempos la más efectiva postulación a la victoria.

En un área en la que Hamilton parecía imbatible este año, clasificándose para la grilla, Rosberg le sacó 76 milésimas en Japón, 320 en Rusia, 105 en Estados Unidos, 188 en México, 78 en Brasil y 377 en Abu Dabi. El cierre de año con tres triunfos en fila, algo inédito en su campaña, apuntala el ánimo del alemán, antes pisoteado por la contundencia y efectividad de su compañero de equipo. Detrás sigue habiendo un abismo. Kimi Räikkönen, que aprovechó la ausencia de su compañero Vettel en las primeras filas para transformarse en escolta de los Mercedes y regresar al podio luego de seis fechas, terminó a casi 20 segundos del ganador. Al finlandés le alcanzó para quedarse con el cuarto lugar en el Mundial, poco para sus pretensiones pero el máximo que podía obtener este año. Quizá el orden cambie en 2016, algo para lo que Ferrari trabaja desde comienzos de 2015. Esa misma esperanza cobija Rosberg, que empezó a mostrar resultados más temprano.