Fue una imagen que recorrió el mundo entero. En la era de redes sociales, la mirada fija, sorprendida, en busca de un cómplice a un costado. El cruce de gestos entre un técnico y su asistente. El fallo descomunal de uno de sus jugadores los obligaba a mirarse uno al otro. Sin decir nada, ambos gritaron y abrieron paso a muchas interpretaciones. ¿Fue ese el momento en el que se definió la continuidad de Javier Hernández en el Manchester United? Ese penal errado por Chicharito Hernández al resbalarse en el campo húmedo del Jan Breydel Stadion de Bruselas adonde el Manchester United jugaba ante el Club Brugge de Bélgica su paso a la fase de grupos de la UEFA Champions League.
El partido ya estaba ganado para el equipo de Louis van Gaal. 4 a 0 y la eliminatoria definida. A falta de nueve minutos para terminar el partido el árbitro pita penal a favor del equipo inglés. Un par de semanas antes, el técnico holandés de amplia trayectoria y comprobada calidad, había declarado que Javier Hernández tenía un lugar en su equipo. Después de Rooney, Chicharito sería el segundo delantero en la lista de Van Gaal. Después de una temporada de muy pocos minutos en el campo, pero de muchas emociones en el Real Madrid, Hernández recibía la bendición que le hacía falta para creer que su futbol aún podía ser cosa de equipos grandes.
"Ningún futbolista que no tiene oportunidades para jugar, puede decir que está contento". Cuando estaba a punto de terminar su única temporada en el Real Madrid, así me describió Chicharito su momento. Fue falso el argumento de que Javier Hernández era el delantero que buscaban en el club merengue, uno que no buscara competir por la titularidad y que supiera asumir el papel de suplente. Hernández es competidor. No es feliz si se queda relegado a un papel secundario. Podrá no contar con los mejores o más amplios argumentos técnicos, pero tiene una voluntad de hierro que lo hace creer que con ello, puede llegar a grandes destinos. Cree, como nadie, en las posibilidades que su esfuerzo le dan de competir contra quienes parecen superiores.
Javier Hernández tomó la pelota y se dispuso a patear aquel penal en Bruselas. Miró el balón e imaginó su camino. Arrancó la carrera, perfiló el disparo y su pie izquierdo, el pie de apoyo, le jugó un mala pasada. Pisó el césped con el borde externo del zapato, y resbaló. La pelota salió al costado del poste y afuera del campo. Nada nuevo en la carrera de Javier Hernández. Un resbalón de los que tienen todos y Chicharito los conoce muy bien. Con menos de 17 años fue uno de los últimos nombres que desaparecieron de la lista de convocados para el Mundial de la categoría en Perú. Un Mundial que México ganaría. Chicharito no era tomado en cuenta en su club y hasta contempló dejar el fútbol. La perseverancia le daría un premio gigantesco.
Alex Ferguson lo firmó para el Manchester United en abril del 2010. Chicharito derrotó la incredulidad de quienes no confiaban en su capacidad, a base de arrojo y de una infranqueable entrega. De la firme creencia que el destino le corresponde. Así también llegó a Madrid, a buscar un lugar que cree suyo. Hernández no logró que la fuerza de su trabajo modificara el guión preestablecido por las oficinas del club. Pero en el Santiago Bernabéu, uno de los templos del fútbol europeo, llegaron a corear su nombre.
Titular en el partido de vuelta de cuartos de final de la UEFA Champions League ante el Atlético de Madrid. Chicharito tuvo la ocasión por la que tanto se preparó y marcó el gol que le dio al Real Madrid el boleto a semifinales. Las portadas se volcaron a su favor, Chicharito era en México el ídolo adorado. Un ejemplo de tenacidad.
La mirada de Louis Van Gaal hacia su asistente Ryan Giggs en aquel partido disputado en Bruselas, rompía todo. Dejaba en evidencia que Chicharito ya no tenía la confianza del entrenador. Que habiendo regresado al Manchester United, no habría más minutos ahí de los que tuvo en su aciaga temporada en Madrid. Era tiempo de otro aire. Se ha ido de las luces de las más grandes ligas a un fútbol alemán que premia a los argumentos que Chicharito le sobran: el esfuerzo.
"Chicharito es un delantero vivaz, ágil y rápido. Además es fuerte" es el criterio de uno de los mejores delanteros alemanes de la historia, Rudi Voeller, ahora director deportivo del club que le abre las puertas de Alemania, el Bayer Leverkusen. En la próxima edición de "Destino Confidencial" conocerán los valores que han forjado la carrera de uno de los delanteros mexicanos más exitosos de todos los tiempos. A punto de convertirse en el delantero más goleador en la historia de su selección, Javier Hernández cambia de aires, porque como dice: "quiero volver a sentirme importante". Es un jugador hecho para destinos importantes.
