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Asuntos de Familia

Por Fernando Palomo

Hecho para grandes destinos.
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Soraya decidió entra en un deporte nuevo para las mujeres mexicanas
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La familia de Soraya tenía dudas para darle todo el apoyo en este deporte
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La infraestructura era escasa y sin embargo Soraya nunca se desanimó
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El sueño de Soraya siempre fue alcanzar el podio olímpico
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Siempre quedará el recuerdo de haber sido la primer medallista de oro

Un hecho sin precedentes, sin olvido. El 18 de septiembre del 2000 estará por siempre grabado en la historia del deporte mexicano. Un hecho que no queda aislado al en el ámbito deportivo. Una mujer mexicana ganando un oro olímpico es algo más que un triunfo deportivo. Soraya Jiménez lo consiguió. Una de las noticias más sorprendentes en la historia del olimpismo latinoamericano. Una mujer mexicana en lo más alto del podio olímpico en un deporte de fuerza es un hecho nada más lejano al estereotipo.

Con veinte años, Soraya fue decimocuarta en los mundiales de levantamiento de pesas de Tailandia en 1997. Un año después, fue decimotercera. En 1999, Soraya Jiménez terminaba en el octavo puesto de los mundiales de Atenas. Pero considerar que tenía grandes posibilidades de subir al podio en los Juegos Olímpicos de Sydney 2000 era pensar desde un romántico y exagerado optimismo. ¿El oro? Eso entraba en los planes de muy pocos, pero sí estaba en el círculo cercano de una atleta que sabía competir porque su vida fue siempre una competencia por salir adelante.

La noticia de la medalla de Soraya Jiménez recorrió Sydney y se fue esparciendo con la fuerza con la que su voluntad levantó sobre sus hombros esa barra y sus 127 kilogramos. Soraya se convirtió en campeona olímpica en el mejor año deportivo de su vida. Pero nunca un día como ese lunes de septiembre. Soraya mejoraría sus registros en cada movimiento. Fue el mejor día de su carrera deportiva, en el máximo escenario del deporte.

Una jornada que jamás podría repetir. El día en el que se consagra campeona olímpica, corona el esfuerzo, premia la voluntad. Giorgi Koev, el búlgaro que con su método lleva a Soraya al lugar más alto del podio olímpico define el sacrificio de una atleta olímpica: "No hay días festivos. Todos los días entrenando". El deporte de alto rendimiento también exige la preparación en soledad. Así como insólito fue su oro, su final deportivo fue el reflejo de la realidad en la que se suman los más exitosos deportistas, sobre todo en Latinoamérica. También el final es en soledad.

En Destino Confidencial, está contada la historia de la introvertida atleta mexicana que hizo sonar el himno de su país en unos Juegos Olímpicos: la primera en hacerlo. Soraya Jiménez se convirtió en el ícono del deporte mexicano. Después del triunfo, llegaron los elogios, los premios, las ceremonias. Fueron los primeros pasos para un lento retiro del deporte de alto rendimiento. Ese 18 de septiembre del 2000, fue el último día del mejor momento deportivo de su vida: el día que le cambió la vida por completo. Desde entonces, nunca estuvo tan alto. La historia de una vida en busca de una meta, un recorrido que encontró el éxito y desde el éxito, perdió el rumbo