Fútbol Americano
Gabriele Marcotti | ESPNFC 7y

Ancelotti y el reto de triunfar en el Bayern después de Guardiola

DOHA, Catar -- Es enero y el entrenador italiano de un equipo alemán cargado de jugadores de nueve países diferentes está sentado en la terraza de un hotel suizo en Qatar, hablando de sus anteriores clubes en Francia, España e Inglaterra, así como de temas más esotéricos, como el restaurante japonés adonde estará llevando a sus colaboradores esa noche, cómo cocinar el salmón del Pacífico y los osos con los que se encontró en Canadá.

Globalización, ¿eh?

Estos osos en particular -- Coola y Grinder -- pesan aproximadamente una tonelada entre los dos y viven en Grouse Mountain, cerca de Vancouver, donde Carlo Ancelotti pasó gran parte de la temporada 2015-16.

"Se van a dormir a fines del otoño en un refugio de hibernación especial y no se despiertan hasta la primavera", afirma Ancelotti. "Su metabolismo se hace más lento, sus patrones diarios cambian, ¡y se quedan dormidos! Y cuando se despiertan nuevamente, ¡es una noticia de primera página en los periódicos locales!", dice, abriendo los ojos, con el entusiasmo de un niño ansioso por contar lo último que aprendió ese día en la escuela.

Podríamos decir que nos recuerda a Tony Soprano alimentando a los patos.

Ese sentido del asombro está presente en Ancelotti, aún después de casi 1,500 partidos como jugador y entrenador. Y volvería a aparecer varias veces durante una larga conversación en Doha, donde el Bayern Munich está llevando a cabo su campamento de entrenamiento de invierno.

A veces, su expresión se ilumina cuando habla de grandes jugadores con los que ha trabajado o visto jugar, a veces sobre lugares que visitó, o personas que conoció. Y, en una ocasión, cuando alguien de la expedición de más de 60 miembros del Bayern (que incluye a chefs, asistentes y seguridad) pasa cerca vistiendo su indumentaria oficial, el asombro se materializa, sólo para convertirse en melancolía.

"Se están preparando para el partido con los colaboradores" nos dice. "Tengo tantas ganas de jugar. Pero no puedo. Mis rodillas están vencidas. Totalmente destruidas".

Probablemente es el único instante en varias horas de conversación que Ancelotti adopta una expresión sombría.

Reemplazó al entrenador más solicitado del futbol mundial cuando aceptó hacerse cargo del Bayern Munich, un tipo que ganó el doblete dos veces en tres temporadas.

Pero Pep Guardiola es más que eso. Está en ese muy estrecho grupo de entrenadores que no sólo han producido resultados, sino que también se les ha reconocido haber cambiado el deporte y la manera en que pensamos en él. Un poco como el mentor futbolístico de Ancelotti, Arrigo Sacchi, 30 años atrás.

"Creo que, en realidad, es más difícil llegar a un club donde todo está funcionando bien y todos están contentos", afirma Ancelotti. "Cuando reemplazas a alguien que ha sido despedido porque las cosas no iban bien, es mucho más directo. Todos, desde los jugadores hasta los funcionarios del club, esperan cambios. Y es vital para el que llega, atreverse a hacer grandes cambios. Además, el público tendrá más paciencia, porque la reestructuración toma tiempo.

"Así que no sólo se trata de la dificultad de seguir los pasos de Pep" agrega. "Se trata de saber qué es lo que se puede cambiar y mejorar. Es una cuestión de detalles. Y de entender que no es obligatorio cambiar las cosas porque uno piense que estén equivocadas o que pueden mejorarse. Sino cambiar pequeños detalles para adaptarlas a la manera en que uno trabaja. No es fácil, porque este equipo tenía una identidad muy clara con Pep".

Incluso para una persona como Ancelotti, educado en el juego de presión de Sacchi, pero también el arquitecto de un Milán que ganó la Champions League, con jugadores como Andrea Pirlo, Rui Costa y Clarence Seedorf (y por lo tanto no enemigo del juego de posesión), identificar y ejecutar los cambios no fue una tarea de la noche a la mañana.

Es como un campeón mundial de automovilismo cuyo equipo ha armado el carro casi perfecto. Cuando llega el momento de reemplazarlo, es necesario descubrir qué alteraciones deben hacerse para adaptarse al nuevo conductor en términos de estilo, tamaño y preferencias, pero sin que el carro pierda demasiada velocidad.

"El cambio principal es que presionamos un poco más intermitentemente y tratamos de jugar más directamente, más verticalmente", dice Ancelotti. "Está tomando un poco de tiempo, pero me anima observar las reacciones de los jugadores. Creo que los está motivando el reto de ganar de una nueva manera, aprender una táctica nueva. Lo han tomado muy bien".

Sacchi entrenó a Ancelotti en todos los aspectos del juego de presión y, de esa manera, ganó dos Copas Europeas, pero debe resultarle extraño ver tantos equipos, especialmente en Alemania, presionar con tanta intensidad, de manera similar a lo que hacía el Bayern con Guardiola el año anterior.

"Mira, es un sistema defensivo formidable, pero creo que no es algo que uno pueda hacer durante 90 minutos", afirma. "Creo que sólo vale la pena hacerlo cuando uno está en la posición correcta para intentarlo, pues de lo contrario dejarás tus espaldas abiertas y tus defensores estarán fuera de posición. Y en realidad, hoy en día es mucho más difícil de hacer que en el pasado, debido a la manera en que ha cambiado la ley del "offside". No puedes confiar en la trampa del "offside" como se hacía antes".

En cierta manera, Guardiola está enfrentando retos similares en el Manchester City. En 22 partidos de la Premier League ya ha sufrido cinco derrotas, tantas como las que soportó en sus primeros 66 partidos con el Bayern.

"Pero él tiene jugadores diferentes ahora, y por lo general se subestima lo que esto significa," dice Ancelotti. "Creo que cualquiera de los problemas que pueda tener se originan en el ajuste necesario para trabajar con personas con las que nunca lo ha hecho antes, convenciéndolos de su manera de pensar y llevándolos al punto en que estén preparados para obtener el máximo beneficio de su enfoque. Eso lleva tiempo.

"Creo que eso es mucho más problemático que su adaptación a la Premier League," agrega. "Para obtener el beneficio de Guardiola, los jugadores tienen que adaptarse a él. Es lo mismo para mí aquí en Bayern. Los jugadores tienen que acostumbrarse a mí y eso nos ha costado en ciertos momentos. Cuando recuerdo algunas de la metas que hemos descartado... bueno, es suficiente para que uno enloquezca".

Dejemos de lado entonces la presunción de que el futbol inglés es una especie animal rara que requiere un largo periodo de ajuste. Ancelotti no cree en esto. Y las estadísticas lo respaldan. De los seis entrenadores extranjeros que han ganado la Premier League, cuatro -- incluyendo a Ancelotti -- lo hicieron en su primera temporada de actuación.

El entrenador que encabeza actualmente la Premier League, Antonio Conte, también es un debutante. Algunos entrenadores, desde luego, se adaptan más fácilmente que otros. Pero, siempre, se trata de que los jugadores se adapten al nuevo jefe, no a la inversa.

Dicho esto, cuando uno recuerda lo que Guardiola dijo después de la derrota de diciembre del City en Leicester -- "Lo fundamental en el futbol inglés es controlar la segunda pelota. Sin eso, es imposible sobrevivir"--, uno se pregunta si es tan sencillo. Las segundas pelotas son crucialmente importantes cuando un equipo decide presionar, particularmente cuando lo hacen tanto como los conjuntos de Guardiola. 

"La fórmula para vencer a la presión es sencilla, es la ejecución lo que es difícil", explica Ancelotti. "Si tienes la calidad para hacerlo, logras abrirte paso a través de la presión. Y si no la tienes, pateas alto y fuerte. Y entonces se transforma en un partido de ganar 'segundas pelotas'. Los clubes ingleses se han convertido en especialistas de este método, ya que tienen la mentalidad y la habilidad necesarias para ganar esas segundas pelotas"

Guardiola ocupó los titulares de la prensa recientemente, cuando dijo que obtenía más satisfacciones por el rendimiento que por los resultados.

"El resultado es algo vacío; el resultado es que yo esté contento por los dos días siguientes y que reciba menos críticas y tenga más tiempo para mejorar a mi equipo", le dijo a NBC Sports. "Pero lo que más me satisface a mí en mi trabajo es sentir emociones, la forma en que jugamos... el proceso es la razón".

Es una afirmación notable y no deja dudas del lugar que ocupa en el espectro de los entrenadores que valoran los resultados contra la forma en que se logran. Ancelotti está de acuerdo.

"Claro que tiene razón", dice. "E iré más allá. Lo único que un entrenador no puede controlar es el resultado. En serio, en lo que respecta a nuestros clubes, cuando uno llega a cierto nivel, tenemos el control total. Pero este es un deporte impredecible; es un deporte con bajas anotaciones en el que los episodios individuales tienen una influencia desmedida. Y, realmente, un entrenador no puede controlar eso. Hay buenos entrenadores y malos entrenadores, seguro, pero nadie puede controlar los resultados. Todo lo que uno puede hacer es darse las mejores probabilidades de tener éxito y eso se logra trabajando bien y rindiendo bien. Desde luego, los buenos rendimientos tienen correlación con los buenos resultados, pero solo a largo plazo, no en un mes de partidos ni, a veces, en toda una temporada".

Ancelotti sabe todo acerca de esto. Él perdió un título de liga con el Juventus, cuando su equipo fue vencido por otro cuando era imposible jugar bajo una lluvia torrencial el último día de la temporada. Perdió otro la temporada siguiente cuando Edwin Van der Sar falló al rechazar el disparo de Hidetoshi Nakata en tiempo de descuento, permitiéndole a Roma lograr un empate tardío.

Y después, desde luego, se produjo la derrota del Milán en 2005 frente a Liverpool en Estambul. En su biografía escribió que, de las cuatro finales de la Champions League que le tocó participar, esta fue el mejor rendimiento de su equipo. Y terminó en una gran desilusión después de una de las recuperaciones más increíbles de la historia.

Pero también se da el caso inverso. Si Sergio Ramos salta una fracción de segundo antes o después o un centímetro más a la derecha o a la izquierda, no habría Décima para el Real Madrid en 2013-14. Y si la bandera del juez de línea no se hubiera mantenido baja en el Manchester United en 2009-10, Ancelotti no hubiera ganado la Premier League en Chelsea.

"Esa es la ironía de todo esto, ¿no?", afirma. "Como entrenador, uno es juzgado por los resultados y no por el trabajo que uno hace y el rendimiento del equipo. Imagínense pagarle a alguien una enorme cantidad de dinero y luego juzgarlo no por las cosas que puede controlar, sino por las que no puede controlar".

Ancelotti es muy claro con respecto al hecho de que los entrenadores ganan su paga en el campo de entrenamiento y que, una vez que los jugadores salen al campo de juego, todo queda fuera de sus manos. Esto le recuerda a uno al arquero del poema "On Children," (Sobre los niños), escrito por Khalil Gibran: Uno puede apuntar con el más estable de los arcos, pero una vez que suelta la cuerda, queda fuera de sus manos. 

"La realidad es que en los días de partido es muy poco lo que un entrenador puede hacer" afirma Ancelotti. "Uno hace su trabajo durante la semana. Incluso antes de un partido, hay muy poco que uno pueda agregar a lo que ya ha estado diciendo. En cuanto a la lectura del partido y la posibilidad de ajustar... No lo sé. En primer lugar, uno no ve bien el partido desde el banco. Cuando vuelvo a mirar nuestros partidos, detecto muchas cosas que he pasado por alto la primera vez porque tengo un punto de vista diferente. Y, de todas maneras, la mayoría de los cambios que puede hacer un entrenador son de sentido común, basándose en los porcentajes. O en cosas que uno ya ha planteado de antemano, previendo situaciones del partido".

Un entrenador puede hacer la diferencia al preparar a un equipo, ocupándose de cada jugador y dándoles una identidad táctica y futbolística. El Bayern heredado por Ancelotti estaba basado en los preceptos de Guardiola, que por lo general involucraban organización táctica y posicionamiento en defensa y medio campo y mayor libertad en el último tercio, según lo explicó Thierry Henry, que jugó para Guardiola en el Barcelona. 

"No cabe duda que Guardiola le da muchísima libertad a sus jugadores en el último tercio", dice Ancelotti. "Y eso es algo que he tratado de mantener. En lo que me diferencio tal vez es cuando no estamos en posesión de la pelota y en la preparación del ataque".

Es una visión levemente diferente de la de su compatriota, Conte. El DT del Chelsea dijo una vez que, hablando de su propia experiencia como un recio mediocampista, los sistemas tácticos ayudan a los jugadores menos talentosos porque no tienen que pensar tanto, saben dónde van a estar sus compañeros y, por lo tanto, no tienen que pensar demasiado. En cambio, pueden dedicar su tiempo y energía mental para controlar la pelota y pasarla.

"Creo que es verdad, pero es válido para la defensa y el medio campo" dice Ancelotti. "Esas son áreas en las que uno puede ser esquemático y confiar en las tácticas y la repetición porque generalmente uno tiene ventaja numérica en esas partes del campo. Así que si se está organizado, hasta un jugador común puede desempeñarse muy bien porque tendrá opciones y sabrá dónde están y cómo encontrarlos. Pero cuando uno llega al tercio final del campo, todo cambia. Allí es donde se necesita disponer de creatividad y libertad porque sin estas virtudes, uno solo tiene posesión estéril. Especialmente si la defensa de su oponente está organizada y ha estado atenta".

En el tercio final, el talento desencadenado se hace impredecible. Y eso anula los esquemas. Ese sería el consejo que el Ancelotti actual le daría al Ancelotti juvenil, si pudiera.

"Creo que ahora soy mucho más pragmático y flexible que en el pasado" nos dice. "Antes estaba aferrado a una cierta filosofía, estaba muy influenciado por Sacchi y pensaba que su versión del 4-4-2 era la fórmula ganadora. Cuando yo estaba en el Parma, el club llegó a un acuerdo para contratar a Roberto Baggio. Yo lo veté, porque él no encajaba en mi sistema. Hoy, he comprendido que no hay tal cosa como una fórmula ganadora. Hay muchas. Hoy en día, si el club me comprara un Roberto Baggio, créanme, le encontraría un lugar entre mis XI titulares."

Sin duda. Baggio llegó a convertir 23 goles en esa temporada 1997-98 para el Bologna, y Ancelotti fue despedido al finalizar el año. Había dicho que "no" porque Baggio quería jugar en el centro del campo y que le garantizara la titularidad. Ancelotti aprendió rápidamente. En su trabajo siguiente, en el Juventus, se encontró con Zinedine Zidane, que también quería jugar en el centro del campo y de ninguna manera aceptaba ser suplente. Y el entrenador hizo que eso funcionara.

Cualquiera que sea la forma en que un entrenador elija trabajar, una cualidad simplifica mucho las cosas: obtener respeto. Y uno lo consigue de la manera que pueda. Sir Alex Ferguson acostumbraba decir que era importante para el entrenador ser el empleado mejor pagado de un club, porque eso demostraba que los propietarios lo valoraban.

"No creo que hoy se pueda concebir que un entrenador gane más que los jugadores", dice Ancelotti. "Y posiblemente esté bien que sea así. El hecho es que los jugadores son más importantes que el entrenador. El público no viene a ver al Bayern por mí, vienen a ver [Robert] Lewandowski o a [Arturo] Vidal o simplemente porque son fanáticos y este es su club".

Tenemos la percepción que, como la mayoría de los jugadores en los clubes principales son todos muchas veces millonarios, no se preocupan por sus salarios, excepto aquellos a los que tildamos de avaros. Pero ese no es el caso.

"Desde luego que la mayoría de los jugadores presta atención a lo que ganan y a cuánto ganan sus compañeros", dice Ancelotti. "Para muchos, es una forma llevar los puntos. No es una coincidencia que los clubes sean muy cuidadosos acerca de esto, haciendo lo imposible para evitar las discrepancias o los desequilibrios. A veces es fácil, uno espera que [Cristiano] Ronaldo o [Lionel] Messi gane más que los demás porque los otros no son Ronaldo o Messi. La cuestión es cuando se analiza el resto. ¿Cómo se mantiene el equilibrio?"

Hoy en día los futbolistas actúan en una esfera inusual. Un contrato significa que tiene su vida resuelta, y mucho más. Y sin embargo, todavía tienen suficiente orgullo y profesionalismo como para no conformarse. Han sido preparados para competir.

"Motivar a los jugadores nunca ha sido realmente un problema para mí, especialmente en el tipo de clubes en los que he estado", dice Ancelotti. "Hay hambre y un cierto deseo en tipos como Xabi Alonso y Pepe, para nombrar sólo a dos, que significa que nunca están satisfechos, nunca se conforman, siempre quieren más.

"Y, como es obvio, Ronaldo es el mejor ejemplo de esto", agrega. "Su estómago nunca está lleno. Las personas me habían dicho que era así antes de que yo fuera al Real Madrid. Pero hasta que uno no trabaja con él todos los días, uno no se da cuenta hasta qué punto él actúa así. Es enormemente profesional y trabaja tanto como los demás. Desde la recuperación hasta la dieta, se preocupa por todos los detalles, asegurándose de que todo esté óptimo. Cuando lo comparo con mis días de jugador, es algo totalmente distinto; los jugadores actuales son mucho más profesionales en todo sentido. Pero Ronaldo lo lleva a otro nivel".

El traslado al Bayern le significó descubrir un nuevo conjunto de jugadores ya que, aparte de Xabi Alonso, Ancelotti nunca había entrenado a nadie de su equipo actual. Cuando lo escuchamos hablar de sus futbolistas -- abriendo los ojos con entusiasmo -- nos recuerda a un niño que todavía está disfrutando su regalo de Navidad a fines de enero, principalmente porque está descubriendo nuevas maneras de jugar con sus juguetes.

"Para mí, [David Alaba] es un excepcional defensor central", afirma. "Aunque él no juega allí mucho, tiene todas las cualidades para hacerlo. Es excelente en la defensa pasiva, en la que la defensa mantiene su posición, forzando a los oponentes a intentar eludirlos. Y también puede participar en la defensa activa, en la que se avanza, se retrocede y se ajusta según la situación. La mayoría de los jugadores son mejores en un tipo de defensa que en otro. Pero él no. Es excelente en ambos".

Luego, tenemos a Philipp Lahm, con 33 años de edad y 750 partidos competitivos para el club y el país. Algunos se preguntan si Bayern no debería estar planeando un futuro sin él, sobre todo porque él ha sido evasivo con respecto a sus planes.

"Lahm no está en declinación", dice Ancelotti, elevando levemente su tono de voz. "De ninguna manera. Creo que lo que sucede cuando los jugadores suman años es que la gran cantidad de partidos que deben jugar puede crearles problemas en términos de tener un rendimiento constante. Y por eso, en lugar de la cantidad, uno pone énfasis en la calidad. Posiblemente él juega solamente en ciertos partidos, los más importantes, donde puede establecer la diferencia. O puede ser que en algunos partidos juegue como mediocampista en lugar de alero, en un puesto que requiere un tipo distinto de energía o condición atlética. Pero no tengo dudas de que puede seguir jugando a un nivel muy alto por mucho tiempo".

Es muy probable que Ancelotti haya compartido equipo, como jugador y entrenador, con más de 1000 jugadores y, después de 40 años en este deporte, uno no espera sorpresas, jugadores distintos a todos los demás. Pero entonces, conoció a Thomas Müller.

"Él es atípico porque es un gran delantero con una combinación de destrezas fuera de toda ortodoxia", afirma Ancelotti. "Todos esperamos que los grandes delanteros sean destacados en términos de condición atlética, técnica o creatividad. Esos no son sus fortalezas, su principal destreza es táctica. Él lee el partido; tiene la capacidad de estar en el lugar correcto en el momento correcto. Uno no asocia ese tipo de inteligencia y consciencia táctica con los jugadores atacantes, y ciertamente no en este nivel. A veces uno lo ve en defensores y mediocampistas. Pero es notablemente raro en un jugador de ataque.

"Cuando un entrenador advierte a un joven con esa inteligencia táctica, por lo general lo hace jugar en la línea de defensa o en el medio campo, porque es ahí donde tiene más importancia la comprensión táctica", agrega. "Pero creo que eso nunca ocurrió con Muller. Él jugaba adelante y siguió estando adelante".

Y eso desata un mundo de potencial sin límites. Es cuestión de cómo usarlo de la mejor manera.

"Sé que es un lugar común, pero realmente puede jugar en cualquier lugar", dice Ancelotti. "Müller lo hará a su manera y reinventará la posición. Es divertido, porque fui criticado en Alemania porque lo hice jugar por los costados. Los periodistas decían, '¡Pero si él no es un alero!'"

"¿Ah, sí? No soy estúpido. Yo sé que no va a jugar por los costados de la manera en que lo hacen Arjen Robben o Douglas Costa. Y no le voy a pedir que trate de imitar a Robben o a Costa. Lo que puede hacer es usar su inteligencia para hallar las posiciones más adecuadas en el campo en el momento justo, a partir de los costados. Y eso crea desequilibrios y ayuda al equipo".

Es obvio que Ancelotti tiene una cierta preferencia por Müller, quien, después de un pobre Euro 2016, ha tenido un comienzo deslucido en la campaña 2016-17 con sólo cuatro goles en todas las competiciones hasta ahora; a esta altura del año, el año pasado había convertido 21. Pero su entrenador no está preocupado.

"No tengo ninguna preocupación en absoluto", dice Ancelotti. "Mentalmente él es muy fuerte. Es un ganador, nunca se deprime, es enormemente positivo y confiado en lo que hace. Y es capaz de reírse de sí mismo también".

Müller es solo uno de los hombres que ayudarán a determinar si Ancelotti tiene éxito en el Bayern. No es posible mejorar el récord doméstico de Guardiola, de tres títulos de la Bundesliga en otros tantos años, sólo puede igualarse. Pero el premio mayor, sin embargo, es la Champions League, igual que lo fue en Madrid.

Ningún entrenador la ha ganado con más frecuencia, sin embargo, si el lector prestó atención al principio de este artículo, es el primero en reconocer que ningún entrenador -- aunque cumpla en términos de rendimiento -- puede garantizar resultados. Especialmente en una competición por eliminación.

De lo que uno puede estar bien seguro es de que Ancelotti se divertirá al intentarlo. Porque son pocos los bendecidos que pueden obtener la misma felicidad de su trabajo diario que de las cosas simples. Como seguir a Coola y Grinder a través de una webcam.

^ Al Inicio ^