Fútbol Americano
Alejandro Caravario 8y

Como si fuera un delito

BUENOS AIRES -- Finalmente la Conmebol, en sintonía con los reclamos persistentes de la FIFA en la materia, se despachó con una sanción de dos años para el jugador de Racing Brian Fernández por su doping en un partido de Copa Libertadores.

La mitad de la pena queda en suspenso, y sólo se hará efectiva si da positivo alguno de los chequeos mensuales que Fernández deberá pasar a partir de julio de 2016.

Por lo tanto, hasta esa fecha el jugador no podrá tocar la pelota en forma oficial tanto en el orden nacional como internacional. Habrá que esperar qué resultados obtiene la apelación que Racing pondrá en marcha. Fernández es reincidente. Ya recibió una suspensión de tres meses por parte de la AFA por el mismo motivo. Lo que hace pensar en una conducta habitual y no en una noche de excesos. Así que el caso es delicado y el castigo de la Conmebol lo agrava.

La raíz represiva del fallo atrasa algunas décadas y, según los especialistas en adicciones, conspira contra la rehabilitación.

Sólo deja a resguardo la (mala) conciencia de algún jurado, ávido por demostrar que no es tolerante con los “vicios”. Pero los conceptos más actuales y solidarios recomiendan abandonar la vocación punitiva (considerar el consumo como deficiencia moral y delito) para abordar las adicciones en calidad de problema sanitario.

De hecho, ese fue el criterio aplicado por la justicia argentina, ante la cual Racing presentó oportunamente un recurso de amparo, cuando lo habilitó para volver a las canchas (todavía estaba pendiente la decisión de la Conmebol que se conoció por estos días).

Tan larga inacción probablemente dañe sin remedio la carrera de Brian Fernández. En lugar de acompañarlo (o inducirlo enérgicamente) a un tratamiento, se lo deja sin trabajo. Eso sí, se contemplan futuros exámenes de carácter policial. Para sancionarlo si comete algún renuncio, jamás para asistirlo.

Toda vez que la cocaína –tal es la sustancia según la reciente sentencia– no otorga ventajas deportivas, no parece razonable que desvele a la dirigencia del fútbol y que sea objeto de suspensiones que acaban con la trayectoria de algunos jugadores.

Por qué no se subordina la posibilidad de jugar a la realización de un tratamiento monitoreado por las autoridades deportivas.

Seguramente, el impacto negativo de esta medida que pretende ser ejemplar se agudiza porque proviene de un organismo de probada corrupción. Tal como quedó claro con las investigaciones por lavado de dinero originadas en los Estados Unidos, la Conmebol, al igual que la FIFA, es el reino de la coima.

Y se salvan de que nunca les hicieron el control antidoping.

^ Al Inicio ^