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Boca campeón

BUENOS AIRES -- Hace días que estoy desconectado del fútbol, ando cansado y me duele el hígado. Ayer los hinchas de Boca me lo hicieron sentir. Copando las inmediaciones del Obelisco me gritaron: ¡Saltá, amargo!

Pero la verdad es que no estaban los ánimos en mi vida para saltar. No tenía que festejar. Desde que renuncié a ser hincha de Independiente, hace ya varios años, dejé de festejar, tampoco festejaba cuando era hincha del Diablo porque nunca ganábamos nada.

¡Qué envidia por Dios! Eso sentí cuando vi a los jóvenes hinchas de Boca Juniors copando el Obelisco. ¿Cómo se podía tener tanta alegría? ¿Cómo podían ser tan felices sin morir en el intento? Entendí que ser joven e hincha, es la combinación ideal de la vida.

En fin, ahí estaban los hinchas boquenses festejando el título número vaya a saber uno, ganándole a Tigre con la mínima diferencia y listo: Ahora a pensar en la Copa Libertadores.

La verdad es que me contagiaron, venía con el ánimo por el piso, pero la multitud boquense logró despertarme. ¡La alegría es contagiosa! Y era tanto el bolonqui que tenía en mi cabeza que, de pronto, necesité ser hincha de Boca por diez minutos. Entregarme a la alegría, olvidarme de todas las penas, eso es lo que necesitaba anoche, más allá de cualquier resultado.

Y me entregué al salto, al campeonato, a ese extraño sentimiento de sentirse campeón. No hay cosa más linda que ser hincha. Recuperar el afecto por un club en las buenas o en las malas. Cuando me fui, cansado, transpirado, pero con una excelente sensación en todo el cuerpo, todavía había hinchas de Boca que cantaban a garganta pelada. Y no era para menos.

No todos los días se sale campeón de algo. En la parada del colectivo, me encontré con un chico flaquito, en cueros. ¡Había pasado todo el día festejando y se olvidó la remera en algún lado!

- Ser campeón es lo más grande que hay, pero volver a la Libertadores no tiene precio, me dijo el muchacho entre lágrimas.

- Y cómo van a jugar desde ese momento. El equipo va a crecer, va a mejorar en todas sus líneas y tenemos a un Teves inspiradísimo...

Era cierto, Teves jugaba cada día mejor. Creo que lo mejor era ser hincha en ese momento, en el Obelisco y festejar todo lo posible. ¡Qué importaba lo que hubiera de venir!

¿Comenzaba otra etapa para Boca? Seguro, pero yo me sentía tan bien bajo la luna del microcentro, cerca del Obelisco, disfrutando y cantando con medio mundo. Los autos pasaban haciendo sonar sus bocinas, las banderas colgaban de los balcones y la felicidad que nos dan los triunfos deportivos volvía a estar presente.

Boca Juniors, el equipo de la Ribera, era el mejor de todos. Ganó casi todos sus partidos y demostró que es un equipo en formación y temible. De ahora en adelante solo le resta crecer y quién sabe cuál será su techo. Quizás no lo tenga.