<
>

Devolución de gentilezas

BUENOS AIRES -- Se dice que el triunfo de Boca en San Juan llegó en el momento justo. Me pregunto si alguna victoria es inoportuna.

Es cierto que llevó alivio momentáneo a un equipo que acumulaba seis partidos sin meter un gol y un creciente estado de ansiedad entre los hinchas, quienes tienen aspiraciones muy superiores a esta campaña temblorosa que arrancó en el verano.

Pues bien: los futbolistas pusieron la cara, jugaron con personalidad, fueron mucho más profundos (en el primer tiempo) y rescataron del abismo (¿por cuánto tiempo?) al DT Arruabarrena.

El gol de Tevez torna más significativo el resultado. Sugiere una reaparición, un revivir del héroe luego de meses de sequía y aportes erráticos. Se trata solamente de un partido. Pero puede decirse que los jugadores hicieron lo suyo para evitar el colapso y la salida de Arruabarrena.

Ahora le toca al entrenador poner su parte y darle forma a un equipo sin perfil definido, con problemas de diversa índole. Y, sobre todo, con nombres de peso, que si bien se recortan en la crisis como “referentes” (en especial ante los micrófonos), siguen sin encontrar un lugar apropiado en la formación.

Uno de ellos es Tevez, que a pesar de esta recuperación parcial, no tiene la influencia de un jugador con su jerarquía. Impreciso, incómodo en su posición fluctuante, necesita conectar mejor con el resto y enfocarse en su principales virtudes. Esto es jugar en el último tramo de la cancha. Su personalidad de caudillo no debe confundir. No puede ser un organizador.

Otro caso es Gago. Demasiado retrasado, solapándose a veces con Cubas, se diluye lejos de donde se traman las jugadas, de donde debería estar. Los futbolistas son responsables principales del destino del equipo. Por rendimiento, por actitud.

Pero al DT le cabe la tarea de acomodar las piezas del modo más eficaz, de obtener lo máximo de sus jugadores. Y, por sobre todas las cosas, de definir un lenguaje, un modo de funcionar.

Boca volvió a ganar y con eso saldó una parte pequeña de la deuda. Le falta, además de ganar más (en lo posible ante adversarios de fuste), expresar más claramente lo que busca en la cancha. Los ejemplos personales apuntados denotan una dificultad en la zona creativa.

Un descuido, por así decirlo, que le quita cohesión al equipo y le impide atacar con orden y fluidez. Quizá no hace falta un cambio de apellidos (que entre Lodeiro, por caso), sino aunar sistemáticamente el esfuerzo de los jugadores con mejor pie. Bentancur y Gago, va de suyo, deben asociarse, vivir juntos. Tiene una pesada faena el Vasco. Más que nada porque se avecina una seguidilla de partidos muy intensa.

El sábado es la hora de Newell´s, luego se sumará la Copa y choques clásicos con Racing y River, entre otras paradas. Sólo con la personalidad de los futbolistas para apagar incendios no se enfrenta semejante agenda.

Arruabarrena, ya se ha dicho, tiene una enorme ventaja sobre los demás entrenadores del medio local: le sobra plantel.