Fútbol Americano
Fabio Dana 8y

El más odiado

BUENOS AIRES -- Nace una nueva etapa en los Superclásicos. La llegada de Guillermo Barros Schelotto a la dirección técnica de Boca le pondrá a estos partidos, sin dudas, un condimento extra.

Como si algo le faltara a la eterna rivalidad entre Boca y River, el Mellizo promete vivir un capítulo aparte este domingo en el mismísimo Monumental, donde dirigirá su segundo partido como DT de Boca, el primero por el torneo local.

Seguramente, si nos guiamos por el “boca de urna” que nos pueden dar las redes sociales, y también por lo que marca la historia, Guillermo está en el “podio” de los exjugadores de Boca más odiados por los hinchas de River.

Curiosamente, su llegada al banco se da dentro de un contraste notorio con su antecesor, Rodolfo Arruabarrena. El Vasco surgió de las Inferiores de Boca, hizo goles clave (dos en una final de Libertadores, nada menos), viene de ganar dos títulos, pero no generaba en los Millonarios rencores.

De bajo perfil, Arruabarrena siempre fue políticamente correcto a la hora de declarar, hasta cuando debía hablar del clásico rival. Incluso, su salida del club fue lamentada, un poco en broma y un poco en serio, por los hinchas del club de Núñez, quienes todavía celebran las dos eliminaciones internacionales conseguidas con Arruabarrena en el banco xeneize.

Martín Palermo, otro de los candidatos que sonaban para reemplazar al Vasco, tampoco genera un sentimiento de bronca para los riverplatenses. Pese a los goles que les hizo, muchos y en partidos decisivos, el Loco siempre fue respetuoso para declarar, y con un comportamiento intachable dentro del campo de juego.

Pero Guillermo fue y es especial. Algo así como el nene travieso que molesta a sus compañeros pero que siempre termina zafando de las sanciones de los maestros. Como jugador, en 10 temporadas, pocas veces vio la roja. Y eso que a lo largo de su carrera con la azul y oro protagonizó situaciones polémicas.

Conocedor de los límites, sabe hasta dónde puede llegar, aunque más de una vez en su etapa como DT sufrió sanciones por las excesivas protestas. El Mellizo genera amor para quienes están de su lado y odio para los que están en la vereda de enfrente.

Es pícaro, provocador, canchero. Irónico para declarar, fue una pesadilla para los árbitros como futbolista y lo es ahora como DT, donde con su hermano Gustavo forman una dupla temible, muchas veces insoportable, a la que no se le escapa el mínimo detalle.

Frente a River siempre vivió duelos calientes. El más recordado es el de la Copa Libertadores de 2004, cuando Boca eliminó a River en semifinales. En esa ocasión, el xeneize jugaba con un hombre menos y la pasaba mal. Hasta que apareció el Mellizo: con su desfachatez habitual se las arregló para manejar el ritmo del partido a su antojo, provocó la expulsión de Rubens Sambueza y terminó siendo determinante para el pasaje de Boca a la final.

Es cierto, ahora, del otro lado de la línea de cal, su poder dentro del campo de juego es menor. Pero los hinchas de Boca, cuyo equipo en los partidos decisivos de la Copa fue superado en entrega y actitud por los hombres de Gallardo, confían en que con la llegada de Guillermo los jugadores muestren otro temple, otra personalidad.

Creen que el DT puede transmitirles esa rebeldía que él mostraba siempre en la cancha. Y vaya si estos futbolistas, muchas veces tildados de tibios, la necesitan.

Podríamos decir que Guillermo está en la lista de los más odiados por la parcialidad millonaria, tanto como el paraguayo Roberto Cabañas, Blas Armando Giunta, en quien la "12" se inspiró para el “huevo, huevo, huevo”, o el Patrón Bermúdez, capitán y gran referente del primer ciclo exitoso de Carlos Bianchi.

El domingo, Guillermo comenzará a escribir una nueva historia ante el clásico rival. Algo es seguro: no pasará inadvertido.

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