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Triste, acompañado y final...

Fernando Gago, de Boca, en acción Fotobaires.com

BUENOS AIRES - Me levanto y salgo corriendo al banco, llovizna salvajemente. Sé que es difícil imaginar una llovizna violenta, pero imagínenla, porque existe, ocurre ahora mismo que escribo esto en mi telefonito. Estoy en la cola del banco, bajo la garúa que me pincha con sus alfileres mortales.

Adelante mío está un tipo temblando, muerto de frío, tiene la casaca de Román Riquelme y yo le miro la nuca. Se da vuelta y me dice. “Voy a sacar mis últimos 500 mangos del link y me voy a suicidar”. Está muy borracho y su aliento a ron me despierta como si me hubieran puesto un frasco de alcohol de quemar en la nariz.

No sé qué hacer, no sé qué decirle... Garúa... Está todo gris y horrendo. No sé por qué me acuerdo que hace años leí un cuento de Boris Vian donde el personaje acompaña a morir a un borracho. Pero este borracho estaba enfermo de manera terminal. No era hincha de Boca, ni muchos menos se quería suicidar.

Amaba la vida el borracho de Boris, en cambio, mi borracho, solo quiere irse de este mundo lo más pronto posible.

Por esos misterios que nadie entiende, que salen en las tapas de las revistas de ciencias como Descubrir y vivir, Todo es misterio y demás, el muchacho me eligió a mí para que lo acompañe en su dura decisión. Amo la vida, así que trataré de convencerlo de que se aferre a ella.

- ¿Y pensás liquidarte porque no soportas a este nuevo Boca?

- Sí, Rodolfo (así le dije que me llamaba), no soporto a este Boca sin alma. Cada partido me hace mucho daño. Imaginate que tiene que jugar miles de partidos y cada partido es un golpe al corazón.

- Deberías pedir que deje de jugar hasta que te mejores.

- ¡Imposible! No sabes lo que sufrí ayer. Lanús parecía el Barcelona. ¡Juega tan bien! Me sentí avergonzado, humillado y me pregunté ¿por qué no nací hincha de este Lanús? Hay que empezar a amar el juego y eso significa dejar de amar a tu equipo, entre otras cosas...

Mientras caminábmaos, entró a una licorería y se compró un ron Bacardí, y un mezcal con un gusano adentro. Me dijo que lo acompañara y agarramos derechito la calle Salguero, bajo la lluvia...

Descorchó ambos alcoholes y tomaba y hablaba. Yo lo seguí hipnotizado y a lo lejos veía la ribera del río. ¿Qué hacía yo acompañando a un tipo a tirarse al río? No sé, necesitaba ver eso, había un fuerte morbo.

- … El mellizo no sirve para dirigir Boca, fue un grande, pero no caza una en el banco... Boca no es Lanús, Boca es un equipo que merece otro tratamiento técnico. ¡No puedo vivir viendo todas las semanas jugar a este Boca!

Y me detuve antes de que se subiera al puente que cruza el Río. Gracias, campéon. Fue lo último que me dijo y luego no vi nada mas, o mejor dicho... solo vi su gorrita azul y oro flotando en el marrón del río y las burbujitas de la lluvia.

Metí las manos en los bolsillos y me volví, caminé solo bajo la llovizna, pensando seriamente en esa posibilidad.