Fútbol Americano
Alejandro Caravario 8y

Pan para hoy

BUENOS AIRES -- Los malos resultados también se comen a los entrenadores interinos. Es decir a los que cubren una transición. Puede sonar al colmo de la ansiedad, pero en el fútbol argentino las credenciales se renuevan semana a semana y los proyectos de los entrenadores son muy lindos hasta que pierden un par de partidos y bajan las puteadas desde la platea.

Claudio Vivas se especializó en la formación de juveniles. Y en ese ámbito realizó un trabajo fructífero tanto en Estudiantes como en Banfield. Parecía un raro y necesario modelo de técnico que no toma a su cargo las inferiores como plan B, el consuelo cuando no se presenta una plaza en Primera. Y así se lo hizo saber a la dirigencia de su actual club cuando asumió en la emergencia en lugar de Matías Almeyda, en agosto del año pasado.

Vivas quería volver a su tarea específica, dijo, no sólo porque tenía asuntos pendientes, sino porque su propuesta de trabajo (digamos, su desarrollo profesional) estaba enfocada en el semillero. El presidente Eduardo Spinosa, a su vez, aclaró que Vivas no sería el técnico definitivo, sino un reemplazo. Estaba todo claro. Pero las cosas salieron bastante bien, se ve que Vivas se endulzó y se quedó en el cargo más allá de lo previsto. Más allá de lo aconsejable. Y luego del 1-3 de local ante Independiente experimentó las desagradables sorpresas que deparan las derrotas.

Los dirigentes recordaron de golpe sus afirmaciones de antaño: que el entrenador era apenas un efímero sustituto. Y lo eyectaron sin previo aviso rumbo a las divisiones inferiores, su lugar de origen, como vano paño frío luego del partido perdido.

Habituado a los tiempos largos de maduración que tienen los aprendices de crack con los que se codea a diario, probablemente el DT vio con sorpresa cómo el panorama cambiaba con vértigo de capricho en cuestión de horas. Spinosa lo sacrificó para aquietar las aguas, pero quiso disfrazarlo de decisión consensuada, gesto que motivó el enojo de Vivas, que todavía está rumiando una decisión acerca de su futuro. Tiene contrato hasta 2017 pero veremos si lo cumple.

El técnico contratado para ocupar el lugar de Vivas, Julio César Falcioni, es un hombre de la casa y lo une a Banfield el más bello recuerdo: el campeonato Apertura 2009. Más allá del éxito del pasado, que suele disponer a una nostalgia engañosa, la línea de juego del entrenador que está de regreso se encuentra en las antípodas del esbozo de programa que impulsó Almeyda, y que, con matices, continuó Vivas.

De hecho, en los últimos tiempos Banfield se distinguió por una propuesta de fútbol abierto y ambicioso, que le ha dado resultados variables (todas las fórmulas tienen resultados variables), pero lo ha prestigiado.

La saga de Banfield representa bien al fútbol de estas pampas: entrenadores fagocitados por una derrota y dirigentes sin la menor coherencia, cuyo único norte es acallar las quejas del último domingo.

^ Al Inicio ^