Fútbol Americano
Washington Cucurto 8y

¿A qué jugamos?

BUENOS AIRES - Llueve fatalmente sobre Buenos Aires. Una ola de agua de medio metro pasa a mi lado. Yo estoy en un bar tomando algo y veo la ola que discurre sin decirme adiós. Una persona corre diciendo que se tapó la cloacal central y que vamos a morir todos ahogados. No lo creo. ¿Como voy a escribir sobre fútbol entre tanto ruido?

Me sorprendo porque a los pocos segundos aparece otra ola un poco más alta. Arrastra carritos de supermercado y bolsas de plástico, también va una silla de ruedas. Todos me dicen adiós. Los niños dan vueltas por las librerías porque hoy no hay clase: hay paro docente.

Sigo en la mía, escribo, leo y pienso ¿cómo andará River? No sé nada, hace días que no me conecto. De pronto, agita un viento fuerte del norte y veo que viene una ola mas grande que ahora sí, ésta logra golpear el vidrio de la ventana del bar. El agua se desliza por el vidrio y consigo ver hacia la calle.

Un niño con la camiseta de Vélez pide ayuda arrastrado por el agua, va encima de un balde de esos grandes. De inmediato, pago mi café y corro a ayudarlo, con tan mala suerte que una ola más grande aún me hunde y veo que miles de hinchas de Godoy Cruz me sacan la lengua. Cuando logro incorporarme y salir a la superficie veo al niño flotando a muy pocos metros de mí.

Doy dos brazadas asesinas y lo atrapo justo en el momento que se hundía haciendo glub-glub.

¿Qué haces con esa camiseta? Se me ocurre preguntarle en chiste. El niño se ríe. Lo dejo a salvo en la vereda de Musimundo. Y vuelvo nadando para el bar. Justo en ese momento otra ola más inmensa que las anteriores (está sí parecía tener 30 metros de altura por lo menos) me arrastra en su interior, doy vueltas carneros y ya me encuentro en su punta haciendo surfers con mis grandes zapatillas.

¿Qué me sucede? ¿A dónde me lleva la ola?

Para no golpearme la cabeza contra el Obelisco me zambullo debajo de la ola y veo taxis, colectivos llenos de gente, miles de hinchas del Tomba, con su hermosa camiseta sacándome la lengua. Ahí me percato que le acaban de ganar a Velez propinándole una buena goleada.

Vélez es dirigido por Bassedas, un gran valor del club, pero los resultados no lo acompañan y por eso el niño con la camiseta de Velez se había arrojado al agua. Por suerte, lo salvé.

Pego dos brazadas y otra vez estoy sobre la superficie, a lo lejos veo una puntita gris, de cemento, es el obelisco. Nado desesperado con la única idea de poder tocar esa punta preciada, pero cuando llego desaparece. Me hundo para mirar por debajo del agua y no veo nada. Cuando salgo a la superficie hay un tremendo dragón con la cara de Chilavert que me corre y me corre sin parar.

Aunque es cierto que los dragones no corren, este me corría y yo daba grandes brazadas muerto del miedo.

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