Este domingo 15 se cumplen 20 años de la primera gran actuación de Ronaldinho en Europa con el Barcelona.
BARCELONA -- Ronaldinho desatado. Un mes después de la famosa 'Noche del gazpacho', en que estrenó su cuenta anotadora con un gol de bandera contra el Sevilla a madianoche, y al cabo de una semana de sentenciar en Gramanet el pase en la Copa del Rey, el brasileño jugó su primer partido de competición europea con el Barcelona en el Camp Nou. El Matador Puchov de Eslovaquia era el rival en la primera eliminatoria de la Copa de la UEFA y si el 1-1 logrado en la ida ya aventuraba una clasificación cómoda, lo que presenciaron aquella noche los poco más de 30 mil aficionados que se dieron cita en el estadio fue simplemente apoteósico. Se cumplen este domingo veinte años de aquel estreno continental de un Ronaldinho que cumplió a rajatabla la promesa de Sandro Rosell cuando apostó por su fichaje en las elecciones de junio de 2003. Como vicepresidente deportivo de su entonces amigo Joan Laporta, entre ambos perfilaron una estrategia que acabó sorprendiendo: presentó el candidato a presidente el fichaje de David Beckham (con el consenso del Manchester United a pesar de tener un acuedo con el Real Madrid) mientras Rosell seducía a Ronaldinho. Y el brasileño fue quien llegó al Camp Nou... Y en un abrir y cerrar de ojos enamoró al barcelonismo. Fue la suya una etapa de dos caras. Se marchó en 2008 casi en silencio, traspasado al AC Milan y mostrando una figura tan decadente, como explosiva fue la inicial. El impacto de Ronaldinho en el Barça fue tan inmediato como monumental; devolvió la ilusión a la hinchada y si aquel primer golazo de madrugada al Sevilla fue su carta de presentación ante la hinchada azulgrana, la exhibición contra el Matador le reveló como la estrella indiscutible del primer proyecto de Joan Laporta. No había iniciado aquella temporada 2003-04 con pulso firme el Barça. En las primeras seis jornadas de Liga se había dejado tres empates (dos en casa) y una derrota (también como local frente al Valencia por 0-1) que despertaban las primeras dudas entre la hinchada, que contemplaba con preocupación el devenir de un equipo que no se acomodaba al plan de Frank Rijkaard. Pero aquella noche del 15 de octubre se encendió una luz que, aunque costó de mantener, dio a entender el proyecto que se traía entre manos el entrenador neerlandés. Y, por encima de todo, la soberbia ilusión que iba a contagiar Ronaldinho. Exactamente 21 años y un mes antes, el 15 de septiembre de 1982, el Barça había logrado la mayor goleada de su historia en competición europea, aplastando por 8-0 al Apollon Limassol chipriota con un hat-trick de Diego Armando Maradona en el que era su tercer partido de su corta, azarosa e inolvidable etapa en azulgrana. Aquel 8-0 se mantuvo en lo alto... Hasta que apareció Ronaldinho, con otro hat-trick y liderando el 8-0 sobre el animoso Matador eslovaco que acabó rendido a la evidencia. En 20 minutos el brasileño había ya anotado dos goles y su recital, hasta que a la hora de partido fue sustituido por un joven Andrés Iniesta, fue mayúsculo. Le dio tiempo para anotar un tercer gol y asistir en otro, marchándose entre una ovación cerrada de una afición ya rendida a su capacidad futbolística y alegría incontenible. Fue la segunda exhibición en apenas un mes de Ronaldinho en el Camp Nou, la primera en competición europea, y la confirmación del acierto pleno de Sandro Rosell con su fichaje. Su magia alcanzó el cénit dos años y siete meses después en París, con la conquista de la Champions League frente al Arsenal. Pero el camino, y la gloria, ya había empezado mucho antes.
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