Fútbol Americano
Paola Núñez, ESPN Digital 7y

Real Madrid necesita dar continuidad a la buena imagen del fin de semana

MADRID -- El Real Madrid emprendió el viaje hacia Lisboa para enfrentarse al Sporting este martes en busca de asegurar el pase a los octavos de final de la Champions League.

Al Real Madrid le basta con un empate para avanzar como segundo de grupo, algo que quizás hasta resulte conveniente para evitar a los rivales más fuertes, Manchester City, Bayern Munich y Juventus, así como a los españoles Barcelona, Sevilla y Atlético, pues dos equipos del mismo país no pueden enfrentarse entre sí en estas instancias. Zinedine Zidane no quiso “hacer cálculos” antes de tiempo.

“Vamos (a Lisboa) a ganar, luego miramos la clasificación”, señaló el entrenador en rueda de prensa celebrada este lunes previo al último entrenamiento de su equipo.

El técnico no olvida que el Sporting estuvo a un minuto de acabar con el invicto de su equipo en la ida, cuando el Madrid se impuso 2-1 gracias a los goles de Cristiano Ronaldo (que apenas jugaba su segundo partido en la temporada) en el minuto 89 y Álvaro Morata, en el 93.  

El desarrollo de aquel partido, disputado hace ya dos meses, pilló al Real Madrid por sorpresa. Se trataba del debut del vigente campeón en su competición predilecta y había llegado en un gran momento de resultados. Real Madrid acababa de asumir el primer lugar en la tabla tras golear al Osasuna por 5-2 y sumaba tres victorias en tres partidos disputados en la Liga.

Sin embargo, Madrid empezaba a flaquear en su juego y la afición, a notarlo.  Al técnico se le criticaba por la estrategia simplista y predecible (achacada a su falta de experiencia pese a tener una Champions bajo el brazo), la debilidad defensiva o que fuera la segunda ocasión en que ganaba con apuros.

Las críticas recaían, sobre todo, en sus delanteros estrella, Cristiano Ronaldo y Benzema, quienes acababan de arrancar la campaña tras pasar el verano entero en recuperación. Que el Sporting se metiera en el Bernabéu para hacer ver su suerte al conjunto merengue durante casi hora y media fue casi un mal presagio para los blancos, que pocos días después perdieron a Casemiro por una lesión mientras disputaba el encuentro de Liga frente a Espanyol.

Siguió un periodo irregular: la racha de cuatro empates consecutivos (tres en Liga y uno en Champions) y una cascada de lesiones. Cayeron Modric, Ramos, Pepe, Benzema, hasta llegar a Álvaro Morata y Toni Kroos.

La presión sobre el Real Madrid se acrecentó conforme avanzó el torneo y la insistencia de Zidane en diseñar el equipo al rededor de la BBC, en un periodo de sequía de Cristiano Ronaldo y un bajón de juego de Benzema, no ayudó, pues frecuentemente eran los suplentes Vázquez, Morata o Asensio quienes acababan salvando el resultado.

Tampoco ayudó que la defensa cometiera errores costosos un partido tras otro, desde el descuido de Sergio Ramos cometiendo penales, la  mala colocación de los centrales, hasta un par de fallas graves en el despeje de Keylor Navas.

Zidane se las ingeniaba para mantener a flote a su equipo –frecuentemente por pura suerte o tapando huecos sobre la marcha– y aunque no perdían, tampoco gustaban. Y eso, en la grada del Bernabéu, es imperdonable. Hasta Cristiano Ronaldo se llevó una sonora rechifla debido a sus constantes fallos de cara a gol.

Pero llegó el derbi y la percepción del equipo merengue por su propia afición ha dado un giro de 180 grados. La contundente victoria de visita por 3-0 sobre el Atlético de Madrid le ganó elogios al técnico por la “estrategia” adoptada, un rubro donde antes percibían “falta de recursos”. Alabanzas por haber compensado las bajas de Kroos, Morata, Pepe y Casemiro, así como el valor de dejar a los tocados Sergio Ramos y Benzema en la banca aún cuando se jugaba un partido de máxima dificultad.

A Cristiano, autor de los tres tantos, le devolvió el halo de hombre decisivo y fundamental de cara a gol que había perdido en un periodo de varias semanas de sequía. Y justo a tiempo, pues el portugués –y el equipo merengue– tienen el ojo puesto en la votación para el Balón de Oro que concluye en pocos días.

Eso sin contar con que es ahora que esa racha de 29 partidos consecutivos en todas las competiciones cobra relevancia. El récord del equipo merengue, que data de la temporada 88-89 está en 34 partidos sin conocer la derrota. 

Con las mismas bajas que el fin de semana y ante un rival que aunque no logró vencerlo sí lo metió en suficientes dificultades, como para que sus métodos empezaran a ser cuestionados, Zidane necesita dar continuidad a esa mejoría en el juego, independientemente del “parado” de su equipo, pues ya insinuó (y dos veces) que mandar a Isco de maestro de ceremonias y a Ronaldo sólo en punta fue una decisión casi de emergencia y tomada específicamente para lastimar al Atlético de Madrid, el último rival en la Liga española que logró vencer al Madrid.

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