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Jordi Blanco | ESPN Digital 5y

Cartas desde Barcelona: Klopp, Goethals y el peso del Camp Nou

Opinión: Cartas desde Barcelona

BARCELONA -- Raymond Goethals fue un modesto futbolista y excepcional entrenador belga al que un mal día se le ocurrió burlarse del Barça.

Corría el otoño de 1978 y su Anderlecht, campeón de la Recopa, había goleado al equipo azulgrana por 3-0 en un polémico partido de ida de los octavos de final del torneo. “¿Remontarnos? ¿Bromean? Es imposible viendo el talento de uno y otro equipo”, afirmó un técnico que sonrió en el viejo Heysel al ver como la policía de Bruselas empujaba a los propios jugadores del Barça, de quienes se burlaron con saña.

En un tiempo en que el fútbol era mucho más local, Goethals no debía tener demasiada información de cómo se las gastaba una afición tan crítica como entregada a su equipo, capaz de pitar desde el minuto uno o de animar enloquecida hasta el 90. Y su Anderlecht, el que venía de paseo al Camp Nou, se marchó escaldado, eliminado, humillado y escarmentado.

Goethals, deslenguado como Brian Clough o Helenio Herrera, precursor de entrenadores mediáticos como fue Johan Cruyff y que después, al mando del sospechoso Olympique de Marsella, conquistaría la Champions League en 1993, se atrevió a despreciar como, probablemente, no quiso esta vez hacer Jurgen Klopp a la hinchada del Barça… Pero Klopp, quitándole trascendencia como le disculpó Valverde o lo que fuera, se metió en un jardín sin necesidad ninguna.

“Con los periodistas hay que ir con pies de plomo porque se dicen muchas cosas y se quedan con una sola frase… Claro que me gusta este estadio”, rebajó en la sala de prensa del Camp Nou el entrenador alemán, ofreciendo un semblante amistoso y queriendo, de alguna manera, sacarse de encima cualquier etiqueta. A pesar de que el peso de su frase anterior ya estaba ahí.

El Camp Nou sí es un templo del fútbol. Como lo es Anfield, Old Trafford, el Bernabéu, San Mamés… O Bramall Lane. O Elland Road. O el Pizjuán, San Siro, La Bombonera, Maracaná y… Cualquiera. Klopp metió, queriendo o sin querer, la pata desprestigiando a una hinchada rival y atreviéndose a restar mística, desconocedor de que si algo tiene el estadio azulgrana es una personalidad diferenciada.

El Camp Nou no ha escapado a la globalización que le ha convertido en una especie de atracción, acudiendo a sus gradas turistas de todos los rincones del mundo que se hacen con las localidades que ceden, venden, los abonados. Pero eso no ocurre siempre. Y una semifinal de Champions es una ocasión tan especial que si el aficionado medio no necesita ser llamado a filas por el entrenador local… Solo falta que el visitante le rebaje.

De Jurgen Klopp, que un día, cuando aún dirigía al Borussia Dortmund, se burló del Barça de Guardiola afirmando que si fuera lo primero que hubiera visto en el fútbol “me habría dedicado al tenis” dando a entender su poco aprecio por el juego de aquel equipo, regresa al Camp Nou desafiando no solo a Messi y a su grupo. Lo hace después de quitarle mística y leyenda al estadio que se construyó a través de Kubala, vio a Cruyff, a Schuster, Maradona, Romario, Ronaldo, Ronaldinho y que mantiene, en el alma, un carácter indomable.

Y que este miércoles, seguro, descubrirá en primera persona. Habrá que ver cómo lo disfruta…

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