<
>

El día más esperado

Messi justificó por qué es, lejos, el más buscado de la Copa América. AP

CHICAGO (Enviado especial) -- Hay hombres cuya importancia es tan grande que influyen en los demás tanto desde la presencia como desde la ausencia. Cuando están, reciben toda la atención y cuando faltan el resto del mundo no puede dejar de pensar en ellos. Lionel Messi es esa clase de hombres. Hasta los quince minutos del segundo tiempo del encuentro frente a Panamá, no había jugado en la Copa América Centenario, pero era, por amplio margen, el futbolista del que todos hablaban en Estados Unidos. Y después de su actuación en Chicago, esto es todavía más claro.

"¿Sabés que no juega Messi?", le preguntó ESPN a un hincha argentino antes del partido ante Panamá. "¿En serio? Entonces me voy", respondió el entrevistado. Por supuesto, era una exageración y el muchacho se quedó en el Soldier Field para ver a su equipo, pero la situación describe lo que significa el Diez. Hoy, su figura supera a la de cualquier otro Seleccionado participante del campeonato. Sin ninguna duda.

En la previa de los dos partidos de la Albiceleste, casi todas las camisetas que se veían en los alrededores de los estadios de Santa Clara y Chicago tenían el número diez y su nombre en la espalda. La segunda casaca más vista fue la de Barcelona, por obvias razones. Los medios de comunicación estadounidense, que casi ni se enteraron de la existencia de este certamen, ponen al dueño del Balón de Oro en sus portadas. Aquí, Messi es más noticia que todos los partidos juntos.

Por eso, cuando Gerardo Martino confirmó que contra Panamá jugaría, la expectativa creció. Es cierto que tampoco alcanzó para que se agotaran las entradas ni generó una locura popular en las calles de Chicago, pero por lo menos despertó un interés que no existía. La gente entendió que iba a tener la oportunidad de ver a una leyenda en acción. Luego, cuando se confirmó que sería suplente, la decepción apareció, pero finalmente llegó el momento esperado por los 53 mil espectadores. Y con goles y todo.

Su ingreso al campo de juego, anterior al de los titulares, fue más celebrado que la ceremonia tradicional de la entrada de los equipos con las banderas. Luego, cada vez que apareció en las pantallas gigantes (y fueron varias, por supuesto), despertó ovaciones. La multitud sólo se hizo notar cuando saludó a su ídolo. Ni siquiera en el gol de Otamendi hubo un grito superior al del ingreso del Diez a los quince minutos de la segunda parte y en reemplazo de Augusto Fernández.

Apenas entró, Messi se paró suelto, pero más cerca de Higuaín que de los mediocampistas. Banega ocupó el lugar de Augusto al lado de Javier Mascherano y Gaitán y Lamela conservaron sus posiciones por los extremos. En el mismo instante en el que pisó el campo de juego, sus compañeros empezaron a buscarlo y en los rivales apareció ese temor que habían sabido controlado de gran manera.

Ocho minutos tardó en convertir su primer gol en la Copa. Aprovechó un error de la defensa y un posterior rebote en Higuaín y definió con la maestría de siempre. Apenas el estadio vio que quien estaba en posición era él, supo cuál sería el desenlace de la jugada. Lo que ocurrió a los 34 minutos fue un regalo inesperado. Él mismo recibió la infracción lejos del arco de Penedo, sobre el sector derecho del ataque argentino. Tomó el tiro libre y la colgó del ángulo. Como un trámite. Como si fuera su obligación.

A cuatro del final llegó la tercera alegría de la noche. Gran pase de Banega, enganche y remate inatajable. Un triplete que nadie ni siquiera soñaba cuando comenzó el juego y el Diez estaba en el banco de suplente. Luego, hasta le quedó tiempo para darle una extraordinaria asistencia a Rojo, que habilitó a Agüero antes del quinto gol. Con treinta minutos jugados, Lionel Messi es el máximo goleador del campeonato. Ese dato explica todo.

Ahora, Estados Unidos sabe que la Copa América Centenario comenzó. Messi jugó, marcó tres goles y se mostró intacto, lujoso, consciente de que es la estrella absoluta del evento. Vino a buscar la gloria. Y arrancó con todo.