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De área a área

FOXBORO (Enviado especial) -- El arquero y el nueve. Hay quienes sostienen que un equipo con pretensiones debe fortalecer estas dos posiciones antes que todas las demás. En esta columna, no se buscará adherir o refutar esta idea, pero sí describir el trabajo realizado por la Selección Argentina en los cuartos de final de la Copa América Centenario ante Venezuela. La gran actuación colectiva se apoyó en la tarea individual de Sergio Romero y de Gonzalo Higuaín, sobre todo cuando el partido no estaba liquidado aún.

El centrodelantero de Napoli repitió lo hecho frente a Bélgica en la Copa del Mundo y jugó un partido perfecto. Rápido, preciso, certero y contundente. Como en los tres partidos previos, se movió con criterio y siempre buscó lugares para lastimar. La única diferencia fue que esta vez no sólo los encontró, sino que también tuvo la suerte que le había faltado.

Elogiar los pases de Lionel Messi es una obligación para todo espectador de fútbol. El Diez tiene la capacidad de encontrar a sus compañeros incluso cuando estos ni se lo esperan. Pero para que la asistencia cuente como tal, el receptor debe tener la inteligencia para ir a buscar la pelota al sitio justo y para aprovechar ese toque con ventaja que siempre entrega Messi. Eso sucedió en el primer gol. Leo le dio un pase maravilloso a Higuaín y el nueve definió de primera.

Pocos minutos después, estuvo muy atengo para recoger un mal pase de la defensa venezolana y convertir el segundo gol. Esos movimientos son los que hacen la diferencia entre un centrodelantero aceptable y un gran nueve. Ese festejo sirvió para que Argentina confirmara en el marcador la notable diferencia que había con su rival.

Además de los goles, Gonzalo participó del circuito ofensivo del equipo y siempre tocó con criterio. Fue socio de Messi, de Banega y de Gaitán según el juego lo necesitara y cada vez que retrocedió jugó con mucha claridad. En definitiva, jugó su mejor partido cuando más se lo necesitaba. Y justificó la apuesta que hizo Martino por él.

En el otro arco, brilló Romero. Chiquito acalló las críticas hace mucho tiempo y hoy nadie discute su titularidad en el conjunto nacional. Arquero de equipo grande, nunca se muestra desatento y cumple cada vez que lo atacan. En este partido su figura creció aún más porque durante algunos minutos del primer tiempo, la Vinotinto logró meter a Argentina en su propio arco. Sin embargo, no pudo descontar por culpa del uno.

Fueron tres salvadas extraordinarias en menos de diez minutos. A los 34, le atajó un mano a mano a Salomón Rondón. A los 40, sacó al córner un tiro que se desvió y casi se le mete por arriba. Y a los 43 se quedó con el penal de Luis Seijas. Aquí se debe elogiar su viveza para quedarse parado ante el remate a lo Panenka del venezolano. La exclamación de un estadio que casi no se hizo sentir durante el partido le dio más entidad a la acción.

La Selección Argentina se metió en semifinales tras ganar con gran autoridad y por momentos brillar sobre el césped del estadio de Foxboro. Además de un Messi estelar, el equipo tuvo presencia en ambas áreas. No es poco para un conjunto que sólo tiene un objetivo en esta Copa América Centenario: el título.