Fútbol Americano
Alejandro Caravario 8y

El deber de ganar

BUENOS AIRES -- En la Copa América Centenario, la Selección Argentina está ante una final por tercera vez consecutiva en dos años.

Llega, al igual que en las otras ocasiones, de la mano de una generación brillante, en cuyo centro resplandece Lionel Messi, ungido por unanimidad como el mejor futbolista del mundo.

Existe una pequeña diferencia con el Mundial de 2014 y la Copa América 2015, disputada en Chile. Y es a favor. El equipo cursa su mejor momento.

Su dispositivo de presión y contragolpe corto funciona como una maquinita perfectamente calibrada. Y tanto titulares como suplentes coinciden en rendimientos de alto vuelo.

En suma, Argentina es candidata de oro a quedarse con el título. Vale decir que esta actualidad de nivel superlativo, además de darle las mejores herramientas para obtener la copa, le aumenta la presión. La “obligación” de ganar.

Existe una intención políticamente correcta de no consentir como fracaso una eventual derrota del equipo de Martino ante Chile. Lo hecho, sostienen estas voces, ya es meritorio. Una final (otra más) no es poca cosa.

Es cierto y nadie lo discute. Pero desde el entrenador hasta el último suplente se sentirán insatisfechos con el tercer subcampeonato al hilo. Y otro tanto ocurrirá con el público.

No se trata de expectativas desmedidas ni de insatisfacciones crónicas. Una premisa elemental del deporte indica que, en primer lugar, cualquier atleta o equipo compite para superarse a sí mismo. No sería el caso, si se repite el puesto de escolta.

Este plantel ha tenido actuaciones excelentes ante europeos y sudamericanos desde su conformación. Su reputación es la más cotizada según la aritmética de la FIFA. Ya se ha metido en finales y ha subido al podio.

Lo único que le falta es salir campeón. Saldar esa deuda que les pesa, más que a nadie, a los jugadores.

Si no hubiera un grupo de futbolistas de semejante talento, seguramente las aspiraciones de todos serían más modestas. Aguardar una vuelta olímpica como desenlace natural de la Copa América Centenario no implica arrogancia, sino la observación desapasionada de fuerzas y virtudes en disputa.

Aun aquejado por las lesiones, la Selección es, hoy por hoy, superior a Chile y al resto de los equipos nacionales que pisaron las canchas estadounidenses.

Si Argentina pierde, será una enorme decepción para los hinchas. Aunque circunstancial. Rápidamente se reciclarán las ilusiones con nuevos argumentos. El Mundial de Rusia aparecerá en el horizonte. Fracaso deportivo no implica catástrofe. Hay que perder el miedo a nombrarlo entonces. El fracaso, como pilar del deporte, siempre da revancha. Obliga a cambios, eso sí, porque tiene una carga pedagógica que conviene acatar.

Nadie jamás está obligado a ganar. Sólo que, a veces, el triunfo es imprescindible para quitarse una espina insoportable.

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