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Fin de fiesta

Getty Images

BUENOS AIRES -- "Vamos bajando la cuesta, que arriba en mi calle, se acabó la fiesta". Con maestría describió Joan Manuel Serrat el final de aquella fiesta que comenzó con su calle sembrada de bombillas y banderas de papel lilas, rojas y amarillas. Así también terminó nuestra fiesta del fútbol y ambos epílogos tuvieron dos colores en común: el rojo y el amarillo.

Son cuatro años de espera para vivir un mes intenso, repleto de emociones, que se termina cuando recién nos estamos dando cuenta de que se está jugando la Copa del Mundo. Es tanta la ansiedad que después cuesta reconocer que aquello que aguardamos con impaciencia infinita está por fin entre nosotros. Pero el Mundial que empezó aquel once de junio se terminó hace horas y nos dejó alegrías, tristezas, golazos, polémicas, leyendas, anécdotas y la enorme emoción del fútbol. Sólo por eso, bendito sea.

Es tiempo de análisis y lo primero que hay que destacar es al campeón. España fue el mejor rey que podía tener este momento futbolero. Desde hace tiempo juega mejor que cualquiera y enarbola la bandera del buen juego, de la bondad. La Roja puso a la pelota en el pedestal hace cuatro años y nunca más la bajó. Por eso merece este festejo interminable, este éxtasis que se vive en toda la madre patria.

De la mano de Andrés Iniesta y Xavi, una dupla de mediocampistas que ya se ganó la inmortalidad, siempre fue fiel a su idea y se coronó gracias a sus armas nobles. Tuvo en David Villa a un goleador implacable que además se unió a esa sociedad de pies sensibles.

Como si contar con ese trío de talentos fuera poco, también dejó de ser aquel Seleccionado que prometía pero no daba la talla en las situaciones límite. En Sudáfrica, España se recibió de gigante y se llevó un premio merecido que debe ser una lección para todos los demás, porque para ser campeón hay que respetar a la pelota antes que cualquier otra cosa.

La otra gran conclusión que se puede sacar de este campeonato es que el equipo siempre será más importante que la suma de individualidades. Los cuatro semifinalistas son conjuntos concebidos como tales, en el que el todo es mucho más importante que la suma de sus partes. Tanto Holanda como España llegaron a lo más alto por su funcionamiento colectivo, porque cuando sus figuras fallaron, el resto del plantel supo cómo resolver ese problema.

En cambio, las grandes decepciones fueron protagonizadas por las Selecciones que priorizan el talento individual. El caso paradigmático es el de Argentina, en el que Diego Maradona eligió este concepto como idea principal de su proyecto. Fue su elección y como tal es respetable, pero la Albiceleste no funcionó en sus últimos dos presentaciones y se despidió en cuartos de final.

Justamente el entrenador argentino puede ser considerado como el personaje del Mundial. Su figura en el planeta fútbol tiene un tamaño inconmensurable y durante este mes quedó más claro que nunca. Por primera vez desde su retiro vivió una Copa del Mundo como técnico y cada vez que su imagen apareció en un estadio o por televisión, el planeta se paralizó. Maradona puede ser amado u odiado, pero es imposible resistirse a su aura de grandeza.

De la mano con la sentencia que habla del funcionamiento colectivo por sobre lo individual aparece la decepción que provocó el nivel de las más grandes estrellas del firmamento internacional. Liderados por el famoso y sobredimensionado Cristiano Ronaldo, los más encumbrados futbolistas se fueron de Sudáfrica con pena. Kaká, Wayne Rooney y en menor medida Lionel Messi, volvieron a defraudar en un Mundial y su crédito es cada vez es menor si se habla de torneos de Selecciones.

Quienes sí se destacaron fueron algunos jugadores que parecen hechos para jugar con la camiseta de su país. Diego Forlán es el más fiel exponente de esta clase de futbolistas. El uruguayo se consagró como el mejor del campeonato por la enorme influencia que ejerce en la Celeste. Gran parte del éxito de Uruguay es responsabilidad del delantero del Atlético, que hizo lo único que le faltaba para ser considerado uno de los mejores sudamericanos de los últimos años.

Si Forlán logró brillar a los 32 años, hubo dos alemanes que no tuvieron que esperar tanto. Thomas Mueller y Mezut Ozil sorprendieron a todos con su talento y demostraron que el fútbol teutón está más vivo que nunca. Son los líderes de una generación que irrumpió con todo en este Mundial y promete hacer historia.

Una de las frases más escuchadas fue "estos alemanes no juegan como alemanes". Y es cierto, Joachim Loew le dio otra mentalidad a aquellos que en otra época fueron "Panzers" y hoy conforman un equipo que juega al ataque con paciencia y buen fútbol. Enhorabuena.

No hablaremos del beso de Iker Casillas a Sara Carbonero ni del pulpo Paul, una celebridad ya más importante que el vapuleado Cristiano. A nosotros, los freaks de ESPNdeportes.com nos encanta el fútbol, el juego. Por eso disfrutamos con España, con Alemania, con momentos de Argentina, con algún partido de Brasil. Por eso extrañaremos este certamen, que comenzó repleto de equipos mezquinos y terminó como debe terminar un Mundial, con la Copa en manos de los mejores jugadores.

La penúltima imagen que dejó Sudáfrica 2010 tiene como protagonista al hombre imprescindible de toda esta historia. Nelson Mandela, el último procer universal viviente, es el responsable de cambiar la historia de un país que salió de la barbarie y hoy fue el hogar adoptivo de todo el mundo. Mandiba se dio el gusto de saludar a todos el día de la final y nosotros nos dimos el gusto de verlo a él, el ícono de la justicia y la paz.

"El sol nos dice que llegó el final, por una noche se olvidó que cada uno es cada cual". No fue una noche, fueron treinta, pero la descripción es la misma. Todos somos lo mismo durante la Copa del Mundo. La pelota acapara la atención del planeta y el fútbol ocupa todos los espacios. Para nosotros, los amantes de la pelota, será un mes inolvidable, con un campeón inolvidable.