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Con pena y sin gloria

JOHANNESBURGO (enviado especial) -- No hay consuelo para los fanáticos de Italia, que comienzan a dejar Ellis Park después de que Kamil Kopunek anotara el 3-1 para Eslovaquia.

Algunos volverán corriendo cuando, en tiempo de descuento, Fabio Quagliarella renueve la ilusión. Pero era muy poco el tiempo restante y a Italia no le alcanzó para hacer el milagro. Las tribunas se vuelven a vaciar de tifosi y los que se quedan un rato largo festejando son los eslovacos, que todavía no pueden creer que están en segunda ronda, dejando fuera nada menos que al último campeón.

Es la segunda vez en los últimos tres Mundiales que el campeón vigente se queda afuera en primera ronda. Y además, ese campeón es Italia, un eterno protagonista de las fases finales. De hecho, la última vez que se despidió en la fase de grupos había sido en 1974.

Con tiempo, se podrá analizar mejor qué fue lo que anduvo mal en el equipo de Marcello Lippi. Pero lo visto en sus tres partidos, y sobre todo lo que sucedió hace un rato en Ellis Park, es bastante concluyente: a este plantel le faltaron calidad (para dominar a sus rivales) y personalidad (para salir adelante cuando las cosas no funcionan) .

Ahí está la clave del fracaso: los campeones de 2006 ya no están a la altura del desafío. Y la generación que debía reemplazarlos o apuntalarlos, tampoco.

Y eso se vio en la zona mixta y en la salida de los jugadores, con dos actitudes totalmente distintas, pero ambas revelando la resignación. Los más experimentados lucían impecables, como si nada hubiera sucedido. Y los más nuevos estaban destruídos, con los ojos hinchados de llorar el fracaso.

De los veteranos de la final ante Francia hace cuatro años, ninguno de los que entraron a la cancha ante Eslovaquia está en su mejor momento. Fabio Cannavaro viene insinuando hace tiempo su retiro internacional (¿habrá sido éste su último partido?), a Gennaro Gatusso ya no le alcanza con su enorme corazón y llega tarde demasiadas veces, Gianluca Zambrotta es la sombra de aquel lateral dominante de hace cuatro años y Vincenzo Iaquinta pelea mucho más de lo que gana en el área.

Nos quedan dos, ambos con funciones creativas: Andrea Pirlo y Daniele de Rossi. El primero entró en el segundo tiempo a salvar el partido, y si bien aportó su claridad y visión de juego, dio ventaja física. Que haya jugado fue sólo motivo de la necesidad.

A De Rossi, suplente en 2006, le cabía gran parte de la responsabilidad de la generación de juego, ante la ausencia de Pirlo. Y claramente fracasó. Sólo fue gravitante en el error, ya que una mala entrega de su parte terminó en el primer gol de Vittek.

Pero De Rossi debería haber tenido un socio, y ese socio también falló. Riccardo Montolivo pidió la pelota al principio, pero se equivocó mucho en la distribución, y de a poco fue desapareciendo del partido. Y Pepe nunca tuvo claridad por su banda como para que los delanteros recibieran pelotas de calidad.

Adelante, ya dijimos que Iaquinta tiene una presencia física que no se traduce en goles, al menos a nivel internacional. Y Di Natale siempre promete pero nunca termina de explotar. Estamos hablando de dos jugadores que superan los 30 años, es decir que hace rato que pasó el tiempo de tenerles paciencia.

El único que le cambió la cara a una Italia sin ideas fue Fabio Quagliarella. El de Nápoli anotó un gran segundo gol y generó el primero, encarando, combinando con Iaquinta (buen taco en la devolución) y rematando al arco, para que el rebote lo tomara Di Natale y anotara.

Entre él y Pirlo aportaron lo mejor que tuvo Italia, y ayudaron a esa arremetida de los 10 minutos finales que dejó el resultado abierto hasta la última jugada.

Pero es poco, muy poco, para una Italia previsible, lenta y sin creatividad. Ni la defensa se salva: en la última línea, donde la experiencia suele ser un plus, les costó frenar a Vittek, y en general no dieron la imagen de solidez que suele caracterizar a los equipos italianos. Cómo se explican si no la cantidad de goles que le anotó Eslovaquia: desde la final de 1970 (4-1 ante Brasil) que a Italia no le marcaban al menos tres veces.

Se terminó entonces el mito de que Italia pasaba sufriendo la primera fase para después acelerar. Se terminó también un ciclo para un grupo de jugadores que llegó a su pico de rendimiento hace cuatro años, pero que desde entonces, está en una curva declinante.

Y la pendiente final de esa curva estuvo en Sudáfrica: primero con un empate poco convincente ante Paraguay, luego consiguiendo apenas un punto ante la inexperta Nueva Zelanda, que sólo quería evitar ser goleada, y finalmente con la derrota y eliminación ante Eslovaquia.

Triste, solitario y final. Así se va Lippi de Italia. En la conferencia de prensa posterior, dijo que se hacía cargo del fracaso y que no había sabido preparar a sus jugadores.

Puede que tenga (parte de) razón. Pero si Italia pone toda la responsabilidad en su técnico, habrá perdido la oportunidad de comenzar un proceso de renovación que, en Ellis Park, quedó en claro que es necesario y urgente.

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