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Culto a la personalidad

Diego sufre: es al mismo tiempo causa de la desdicha y razón del rápido perdón argentino AP

BRISTOL -- La necesidad de ser el primero en todo lo que se emprenda es una de esas características con las que el argentino común ha crecido y vivido en medio de una sociedad que puede olvidarse de los problemas siempre que el fútbol les deje un espacio para celebrar. Por eso pesa tanto ponerse la camiseta de Argentina. El poder estar de primero o al menos mas arriba de Brasil es ya una forma de estar satisfecho.

Pero cuando el éxito no llega y al contrario su selección es triturada como en sucedió en Cape Town contra los alemanes es algo que en condiciones normales dejaría abatido y deprimido al hincha argentino. Porque para los argentinos el Mundial no sigue, se acabó, ya no queda a quien seguir y no salen a festejar por nadie a la calle. Que el dolor de verse humillados por los europeos es un golpe durísimo y que otras veces que la Albiceleste fue eliminada no se les recibió como héroes, salvo cuando en el 90 regresaron subcampeones después de perder con los germanos gracias a aquel penal de dudosa existencia. Pero al menos esa vez se podían decir que los habían robado. Creo que los mismos jugadores argentinos se vieron sorprendidos por los miles que fueron a recibirlos a Ezeiza con un ruido superior al del 90.

Solo una cosa puede explicarlo todo. Existe una adoración que va en torno a la figura de Diego. Él encierra el lugar donde las pasiones de un pueblo que chocan día a día con los problemas de la cotidianidad. Mientras Maradona se levanta de su autodestrucción él por sí solo puede reinventarse como ser humano y hacer algo exitoso como ganar le Mundial del 86 o la UEFA con Nápoli. Diego pasó por las vergonzosas situaciones de su adicción a las drogas y también por estar tres veces muy cerca de la muerte. Pero al Diez, se le perdonó todo porque siempre se reconstruye. Diego es un ídolo que tiene el rostro del argentino común, se parecen desde el amor propio hasta su dignidad y mas en su deseo de ser el primero.

Tal vez por eso ver el regreso de Argentina con miles escoltando al autobús de la selección y los rostros de los jugadores incrédulos y sorprendidos con lo que pasaba, forma parte de un ejercicio de qué tanta falta le hace a un pueblo contar con un mesías como fue aquel del 86. En el culto a su personalidad. Lo que hizo por ellos lo deja excento de reclamos.