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Salto a la victoria

DURBAN (Enviado especial) -- Saltó desde Madrid más o menos. Llegó tan alto como el arco de 350 metros de largo que está en la parte superior del estadio. La melena enrulada de Carles Puyol le dio a España el pasaje a su primera final de una Copa del Mundo, con un cabezazo tremendo, mortal, histórico.

Paradojas del destino, fue por esa vía, la aérea, por la que la Furia había intentado sin éxito culminar las jugadas. Sin Torres, ni ningún otro referente clásico de área, España se topaba con los muros alemanes. Hasta que en una pelota parada, apareció el capitán del Barcelona y cambio el rumbo del partido.

CON SU LIBRETO HABITUAL
Desde el minuto 1, España salió a hacer su juego. Es decir, a ejercer el patrimonio del balón, lateralizando, rotando, moviéndose en busca de espacios. Pero esa no fue la única virtud que mostró el equipo de Del Bosque. Gracias a la presión que ejerció en tres cuartos de cancha, maniató a Alemania, le cerró los caminos, lo obligó a revolear la pelota, sin que se pareciera ni un poquito en la maquinita que vapuleó a Argentina.

Busquets, en una tarea de contención sin hacer mucho esfuerzo. Xabi Alonso, errático y confiado para pegarle de afuera. Xavi, capaz de hacer jugar a todos. Mientras tanto, Iniesta y Pedro alternaban permanentemente por las bandas. Fue justamente el delantero de 22 años el que asistió al siempre peligroso Villa, para que exigiera a Neuer, a los 6 del primer tiempo. Y a los 13, llegó un aviso del que evidentemente no se tomó nota. Iniesta mandó un potente centro por derecha y Puyol, a la carrera, cabeceó por arriba del travesaño. Además por ese sector, Pedro y Ramos jugaron un partido aparte con Boateng.

Con el correr de los minutos, Alemania tomó confianza y también se animó a tocar la pelota. Sin generar demasiado peligro, siempre chocó con un seguro y atento Casillas. Fundamental el aporte del capitán. Es difícil responder cuando te llegan cada tanto y el arquero del Real Madrid ya acumula 313 minutos invicto y superó el récord que poseía su selección desde el Mundial de 1950 (282 minutos).

Ya en el complemento, España tuvo dos minutos de "furia" entre los 12 y los 13, cuando dos remates de Pedro exigieron una volada de Neuer y cuando Villa casi conecta un centro de Iniesta. Después, el encuentro cayó en un pozo. El ingresado Kroos casi comete una injusticia al aparecer solo por el segundo palo. A los teutones les das medio metro y te hacen transpirar.

El campeón europeo se repetía en centros sin destinatario, hasta que apareció el salvador. Salió el córner desde la izquierda, Villa molestó al arquero, y Puyol saltó más alto que los rivales y que su compañero Piqué, pese a su 1.78m., para impactar con parietal derecho, a quemarropa, al medio del arco, inatajable. Podolski, que estaba en el palo, miraba azorado. Schweinsteiger se lamentaba mirando al cielo y al instante aplaudía a su equipo.

Tercer gol de Puyol en 89 presentaciones con la roja. Debutó en la red el 17 de abril de 2002 en un amistoso contra Irlanda que terminó en un cómodo 5-0. Volvió a marcar camino a Sudáfrica, en el 3-0 ante Estonia del 11 de octubre de 2008. Ninguno tan importante como el que anotó en Durban.

En los casi 20 minutos restantes, Alemania estaba más para morir, que para matar. Villa resolvió mal un mano a mano con Friedrich. Y apenas un instante después, Pedro desperdició una chance insólita al correr media cancha con pelota dominada y sin obstáculos. Al llegar al área hizo un enganche de más y perdió el balón. La respuesta de Del Bosque no tardó en llegar: a los tres minutos lo reemplazó Silva.

El conjunto de Loew fue por la heroica, puro bochazo, cero claridad. Ni una jugada de riesgo neto. En gran parte porque Piqué y Puyol se encargaron de sacar todo lo que pasara cerca de Casillas. Ahí se vio la verdadera faceta del héroe inesperado. El que se transforma en una fiera por arriba. El que deja la vida con tal de rechazar el peligro.

Cuando el húngaro Kassai pitó el final, todos fueron a abrazarlo. Logró escapar de la montonera y se fue caminando solo. Recibió alguna felicitación en el camino y hasta se detuvo para consolar a Klose y Schweinsteiger. Saludó a la cámara que se le cruzó y tomó aire. En parte para recuperarse del esfuerzo realizado. Pero también para poder soportar la emoción de haber dejado a España en las puertas del cielo.