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Al final, Europa superó a Latinoamérica

JOHANNESBURGO - Europa impuso su hegemonía en la recta final del Mundial de Sudáfrica, monopolizó la final y tuvo tres de los cuatro semifinalistas de un torneo que comenzó dominando América Latina, cuyo honor salvó con la cuarta plaza de Uruguay.

El primer Mundial africano no fue el escenario de eclosión de las selecciones del continente negro como se esperaba y sólo Ghana logró superar la primera fase y alcanzar los cuartos de final.

Asia situó a dos de sus representantes, Corea del Sur y Japón en los octavos, pero en esa barrera se estrellaron contra dos selecciones latinoamericanas, lo que demuestra que el fútbol de ese continente tiene que hacer progresos.

Los dos equipos de Oceanía, Australia y Nueva Zelanda, no superaron la primera fase, aunque en el caso de los kiwis protagonizaron el mejor Mundial de su historia, el segundo que jugaban, y no perdieron ningún partido en un grupo difícil.

El Mundial terminó con un rotundo dominio europeo, continente que copó las tres primeras plazas de la clasificación.

Y eso que las cosas no empezaron bien para algunas de las principales naciones del Viejo Continente. Los dos finalistas de Alemania 2006, Italia y Francia, protagonizaron una desastrosa primera fase y abandonaron el Mundial a las primeras de cambio, últimos de sus respectivos grupos y con una imagen muy pobre.

La campeona fracasó con estrépito en el campo lo fió todo a la última jornada, como suelen hacer los transalpinos, pero esta vez acabó derrotada por una debutante Eslovaquia.

Italia demostró que su fútbol no supo renovarse desde que alzaron el trofeo en el Olímpico de Berlín hace cuatro años y que la táctica de Marcelo Lippi no fue suficiente y se convirtieron en la cuarta campeona que no supera la primera fase.

Si el de Italia fue el fracaso más rotundo, Francia protagonizó el escándalo más sonado, un vodevil con insultos, plantes y camarillas que hicieron sonrojar al país.

Las desgracias de italianos y franceses, sumadas a los problemas iniciales de España, Inglaterra y Alemania, hicieron que el Mundial pareciera tener un dominio latinoamericano, pues todas sus selecciones, a excepción de Honduras, lograron el pase a octavos.

Argentina y Brasil, los dos gigantes del continente, anduvieron con paso firme. Los "albicelestes" de Diego Maradona ganaron cuatro partidos consecutivos con cierta solvencia y se presentaron en cuartos. Brasil respondía con aplomo a su papel de favorita.

Otras más pequeñas las secundaron. Uruguay dominaba el grupo A seguida por México y ambas dejaban en la estacada a Francia y a la anfitriona Sudáfrica.

Paraguay encabezó el grupo de Italia y Chile lograba rescatar en el último suspiro la segunda plaza del grupo de España.

Seis representantes en octavos de final hicieron a un crecido Maradona clamar el triunfo de América Latina y asegurar que se debe a la dificultad de la fase de clasificación en esa zona.

A cuartos accedieron cuatro latinoamericanos, la mitad de los representantes, un éxito sin precedentes. Se quedó Chile, que no pudo con Brasil, y México que se estrelló ante Argentina.

Pero en cuartos se produjo la hecatombe latina. Argentina cayó con estrépito ante Alemania; Brasil por sorpresa contra Holanda. Dos bombazos que se vieron acompañados de la más lógica derrota, la de Paraguay ante España.

Sólo Uruguay avanzó a semifinales a costa de Ghana, la última representante africana.

Dirigido por el serbio Miloan Rajevac, el equipo ghanés llevó más alto que nadie el estandarte de un continente que tenía muchas esperanzas en "su" Mundial.

Pero que vio como Camerún, Nigeria y Costa de Marfil, candidatos mejor posicionados a representar el orgullo africano, se quedaban en el primer escalón. Lo mismo que la anfitriona Sudáfrica, a la que no le bastó con el empuje de las vuvuzelas, ni a la modesta Argelia, que bastante tuvo con participar en su tercer Mundial.

Sólo Ghana pasó el primer filtro, superó a Estados Unidos en octavos antes de estrellarse en cuartos contra Uruguay en un agónico partido en el que Asamoah Gyan falló una pena máxima en el último minuto de la prórroga para finalmente caer en la tanda de desempate.

Fue una buena metáfora del drama del continente, que no aprovechó como se esperaba el juego en su terreno para el despegue anunciado.

Uruguay quedó como la única selección capaz de contestar el dominio europeo, pero los de Oscar Tabárez se quedaron a un escalón de la final, superados por una Holanda que llegó hasta el último partido con un pleno de victorias.