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España alcanzó la gloria

MADRID -- "La ilusión es mi camino, la victoria mi destino". Este eslogan es el que había elegido la selección española al llegar a Sudáfrica. Fue la última en aterrizar en Sudáfrica y ha sido la última en despegar de la tierra de las vuvuzelas como campeona del mundo, para disfrute de millones de españoles y otros tantos seguidores que comulgan con el fútbol español.

El título elegido durante su estancia en Sudáfrica no ha podido ser más apropiado. Ilusión porque la Roja ha hecho que todo un país viviera por y para ella durante un mes. Ver las calles de toda España engalanadas con la bandera, la gente por la calle con camisetas, los coches con banderines... jamás había pasado.

Y la victoria era el destino. España soñaba que este podía ser su Mundial y así ha sido pese a que muchos presagiaban otra debacle como en Mundiales anteriores. La historia ha cambiado por suerte y España puede presumir ahora de ser una potencia Mundial a todos los niveles y esto le pese a quien le pese.

Hay tienen los casos del fútbol, de los genios Rafa Nadal y Pau Gasol (ambos vieron en directo la final y después lo celebraron con los jugadores en el vestuarios), Alberto Contador, Jorge Lorenzo, Fernando Alonso... En fin, que España vive su Edad de Oro a nivel deportivo.

Pero vayamos a la final. Faltaban tres minutos para los penaltis, la suerte suprema, la cara o la cruz del fútbol, cuando apareció Andrés Iniesta, de ahora en adelante Andrés I de España. Un balón cruzado ante Stelekenburg supuso la mayor alegría deportiva vivida en España. Iniesta será eterno para toda la vida. Millones de españoles se lanzaron a las calles dispuestos a dejar correr su alegría, tantas veces cercenada por árbitros ineptos o contrarios superiores.

Este vez no. Ante Holanda, España fue superior en juego y ocasiones, como contra todos los equipos que había jugado antes que habían impuesto el cerrojazo. La otrora Naranja Mecánica se convirtió en una máquina de triturar futbolistas. Porque esa era la misión de Van Bommel y De Jong, dos tipos con pinta de futbolistas pero que se dedicaron a hacer el mayor daño posible a los de Del Bosque. No les quedaba otra, debieron pensar, dada la superioridad española. Suerte tuvieron Xabi Alonso o Iniesta de acabar el partido y no terminar en el hospital. Sobre todo el primero, que recibió una patada criminal de De Jong. Una acción que sólo le costó una triste tarjeta amarilla cuando merecía la roja y una sanción ejemplar por juego violento. Hasta el técnico holandés, Van Marwijk, reconoció que "cometer esas faltas tan terribles no forma parte de nuestro estilo". Queda dicho todo con las palabras del DT naranja.

Dio igual. España iba a ser campeona del mundo porque contaba con un portero mágico, un tipo con estrella: Iker Casillas. Sólo así se explica su milagrosa parada ante Robben, un auténtico depredador en el uno contra uno que vio como su ex compañero le amargaba la final.

Iker se lo merece. Ha sufrido mucho en este Mundial por causas ajenas al fútbol. Cierto es que ante Suiza no estuvo fino, que en algunos partidos se mostró nervioso. Pero la gran crítica ha sido su relación con Sara Carbonero, una periodista que cubría la información de la selección española. Por ahí han intentado debilitarle, pero él ha respondido con una actuación magistral y para muestra de su relación con Sara la besó al acabar el partido mientras ella la entrevistaba en directo. Dedicado a todos aquellos que le criticaron por su vida privada.

También ha sido el triunfo de Vicente del Bosque, un hombre discreto, tranquilo y seguro de sí mismo. Donde otros ven a un tipo apocado y sin personalidad, otros, la mayoría, ve a un técnico tremendamente capaz. Uno de esos entrenadores a los que no les tiembla el pulso para tomar decisiones complicadas. Lo hizo con la lista de convocados, cuando incluyó a un elemento al que muchos consideraban molesto: Víctor Valdés. Pues bien, ni una sola palabra, ni un gesto negativo. Comportamiento ejemplar el del portero del F.C. Barcelona.

También tuvo que decidir un cambio fundamental en la semifinal y en la final. Pese a su confianza ciega en Torres, finalmente se rindió ante la evidencia: el del Liverpool no estaba para jugar. Y metió a Pedro, un chaval que ya puede decir que ha sido titular en la final de un Mundial. Y jugando bien. Como toda una selección española que ha hecho historia, que ha entrado en el Olimpo del fútbol.

De ahora en adelante ya no puede discutirle a España que es una de las grandes del planeta. Lo de eterna promesa ha quedado en el olvido. La Roja es un equipo ganador como se ha demostrado en los últimos años, a diferencia de otras potencias que están por los suelos, y lo bueno es que ha sido a base de buen fútbol, de un estilo definido al que nunca renuncia: el tiqui-taca. Nada que ver con Alemania y Holanda, que contra la Roja no fueron ellas.

Lo dicho, España ya ha entrado en el Olimpo del fútbol. Ha enlazado Eurocopa y Mundial. Es la mejor potencia de los últimos cuatro años. Ahí es nada.

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