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Salvar el año

Pellegrino quiere plasmar el buen momento de su equipo Prensa Independiente

BUENOS AIRES -- Las finales de la liguilla clasificatoria para la Copa Libertadores entre Independiente y Racing expanden la importancia del clásico y el ruido que históricamente conlleva cada capítulo.

El duelo esta vez implicará la exclusión de uno de ellos del torneo continental en el que ambos cifran grandes esperanzas.

Por eso el uruguayo Cristian “Cebolla” Rodríguez dijo que si ganaban, salvaban el año. Un año que no ha sido malo en absoluto, pero que con un triunfo de esta naturaleza encontraría un cierre de lujo. Una bendición para el público, que viene un tanto maltrecho.

Es cierto que Independiente necesita más que Racing una reivindicación. Un golpe de efecto que consolide la tendencia ascendente que el equipo experimentó desde la llegada de Mauricio Pellegrino.

El acceso a aquel hogar habitual que supo ser la Copa Libertadores en tiempos remotos sería un bálsamo para una moral dañada después del descenso.

Racing, a pesar de que se despidió algo tristemente de la última edición de la competencia americana (lo sacó Guaraní, al que no le pudo meter un gol al cabo de los dos encuentros), acredita un título reciente.

Razón por la que su técnico, Diego Cocca, establece el milagroso antecedente de irse del club (un club con una hinchada tan demandante) en un pico de popularidad.

Mucha tensión, mucho en juego. Se sabe. Pero acaso habría que recordar la frase del propio Cocca, que en su momento cayó antipática, antes de otro clásico. Dijo que prefería perder esos noventa minutos, pero salir campeón.

Es decir que aceptaba canjear la euforia efímera por una campaña exitosa de largo aliento, con resultados y consecuencias más duraderos.

Claro, para la ideología del hincha, el clásico es todo. O casi todo. Hay que ganarlo. Mejor dicho: hay que hacer que el rival pierda, que es igual pero no es lo mismo. Pues la desgracia del otro es más gratificante que el éxito propio según las tablas del fútbol.

El sinceramiento de Cebolla Rodríguez refleja la expectativa del hincha. Sin embargo, ya que se clama por el respeto al largo plazo, por la planificación y todas esas cosas que suenan tan bonitas, convendría poner cada partido (así sean finales) en su debida perspectiva.

No olvidemos que la liguilla es solo eso. Un torneo breve que sólo habilita a disputar otro. No creo que le salve el año a nadie, a menos que se trate de un equipo modesto, que jamás ha visto de cerca el brillo metálico de los trofeos.

Si Independiente, por ejemplo, deja en el camino a su enemigo y luego desarticula el equipo (se habla de que Cuesta y Benítez se irían a México, pero no serían los únicos en partir), la de la Liguilla habrá sido una victoria a lo Pirro. Un mojón para empezar de nuevo, una construcción abortada.

Otro tanto le toca a Racing: al parecer se irán Bou y Lollo, el centro de gravedad de las dos áreas, además del técnico. De acuerdo, es lo usual en el mercado argentino, necesitado de exportar. Pero si no se garantiza la sustitución feliz de lo cedido, no será un resultado aislado el que salve esa falta. Una falta que se hará sentir más que una derrota.