Fútbol Americano
Jordi Blanco | Corresponsal 8y

Benítez arriesgó sin Casemiro y, como Mourinho, fue humillado por el Barça

BARCELONA -- “Sólo son tres puntos”, aseguró el viernes Rafa Benítez, restándole trascendencia a un duelo que no suele dársele bien. Once años y nueve meses después de que el Barcelona de Rijkaard lo derrotó en Mestalla, cuando dirigía al Valencia, Luis Enrique, quien jugó dos minutos de aquel partido, le puso contra las cuerdas al frente del Real Madrid.

Fue un aplastamiento absoluto, una paliza en toda su extensión, una burla, una clase maestra. Hasta el punto que no se aventura una utopía imaginar que la permanencia del entrenador en el banquillo merengue esté en duda.

El primer Clásico de Rafa Benítez devolvió a la memoria el primero de José Mourinho, cuando en noviembre de 2010 vivió un 5-0 desolador en el Camp Nou. Aquella noche el entrenador portugués quiso discutirle la pelota al Barça de Guardiola y acabó arrodillado sin excusa alguna. Al cabo de cinco años vino a pasar lo mismo.

“Sabe a gloria bendita”, reconoció Luis Enrique cuando se le preguntó por cómo sabía una victoria al frente del Barça en el Bernabéu. Hablaba, en la sala de prensa, mientras en el vestuario local Benítez debía estar todavía maldiciendo su cambio de plan. Quizá arrepintiéndose de haberlo aceptado.

Como hizo Mourinho en noviembre de 2010, el entrenador madrileño quiso dar un paso al frente. Agobiado por el entorno, Benítez sacó del plano a Casemiro, el jugador que le regaló equilibrio al equipo en los últimos ocho partidos, y recolocó en el once a James. Quiso ganar a partir de la pelota y la lógica le dejó en ridículo.

La superioridad del Barcelona en el centro del campo fue un escándalo. Las ayudas de los delanteros azulgrana en la recuperación del balón provocaban vergüenza observando la pasividad de los atacantes merengues. Y Kroos, Modric y James parecieron niños peleando contra hombres.

Esperando a Messi, el Barça se dio un homenaje alucinante para entrar en la historia del Clásico. Otra vez. Diez años después del 0-3 de Ronaldinho, al cabo de cuatro del 2-6, volvió a convertir al Madrid en un pelele. Le metió el primer 0-4 de la historia en la Liga que pudo ser otro 2-6 perfectamente. “A veces los partidos salen así”, dijo Butragueño. Su cara era la viva imagen de la impotencia. No fue el único.

Del cero al seis. De cero puntos de desventaja a seis, el presente del Real Madrid muestra una depresión indisimulada. De igualar al gran rival al frente de la clasificación a quedarse dos partidos por debajo, con la dificultad añadida del goal-average y la posibilidad de verse desplazado al tercer puesto si el Atlético de Madrid vence este domingo en Sevilla al Betis. Con el público del Bernabéu indignado, la plantilla no acierta a dar con la tecla y los números derrumban cualquier argumento.

Transcurridas 12 jornadas de Liga el Real Madrid suma seis puntos menos que la pasada temporada y ha marcado veinte goles menos. El Barcelona, catapultado en su moral con otra goleada para la historia, mejora un tanto sus estadísticas: suma dos puntos más que el año pasado a estas alturas y ha pasado por el Bernabéu como un rodillo.

LUIS ENRIQUE, REFORZADO
Ocurre, además, que en el Camp Nou han descubierto que hay vida más allá de Messi. La lesión del argentino dibujó una catástrofe alrededor del vestuario del Barça y mientras sus compañeros explicaban en la sala de prensa que Leo es insustituible, mostraban en el campo que, por fin, el Barça es más que su estrella.

La Pulga acudió al escenario cuando el equipo ya había aplastado al rival. Y su presencia podría interpretarse como la muestra de que hay mucho Barça. Porque no ganó por su Tridente, ni por Messi ni por la fortuna. Se apoyó en un centro del campo soberbio, en un Iniesta magistral, un Sergi Roberto excelente y un equipo excepcional.

Y en toda la película emerge, por fuerza, la figura de Luis Enrique, el otro ganador del sábado, el otro gran triunfador del Clásico. El entrenador asturiano no se ha desviado ni un ápice de su plan y el barcelonismo disfruta.

Desde Bravo, sublime, y hasta Munir, desafortunado, el campeón, el líder, el Barcelona, arrasó con todo en Madrid. Apartó del plano todo lo que no fuera futbol y desnudó a un Madrid indigno, donde Cristiano Ronaldo dio muestras de un agotamiento mental preocupante y a su lado todo fue una película de miedo.

Un Clásico, otro, para la historia.

^ Al Inicio ^