Fútbol Americano
Gonzalo Aguirregomezcorta. ESPNDeportes.com. 8y

Florentino Pérez y la ecuación del despropósito en el Real Madrid

En las distancias cortas, Florentino Pérez es una persona afable. Posee la inteligencia y maneras del típico hombre de negocios exitoso, aunque también tiene un aire familiar y en ocasiones humilde cuando se dirige a la prensa en ‘petit comite’.

Defiende sus puntos de vista con argumentos masticados y digeridos. Es fácil enzarzarse en un debate con él, en una buena conversación sobre fútbol, mejor si es del Real Madrid -porque obviamente sus poros transpiran madridismo puro- sobre los entresijos del club, historias del pasado, valoraciones sobre jugadores que estuvieron o permanecen o sobre entrenadores.

El desfile de directores técnicos es demasiado largo y casi esperpéntico, un tema de conversación sobre el asunto da para 11 cenas como mínimo, una por cada entrenador que ha contratado en 13 años como máximo mandatario.

En las distancias cortas, ‘El Presi’ me cae bien. En las largas creo que ha patinado en varias ocasiones.

Como gestor de ACS, Pérez ha logrado colocarse en la cima de los empresarios más poderosos del planeta. Su puesto como presidente del Madrid anda por los mismos derroteros. Sus logros han sido tres Ligas, dos Copas de Europa, dos Copas del Rey, tres Supercopas de España, dos de Europa, una Copa Intercontinental y un Mundial de Clubes en 13 años (dos periodos: 2000-2006 y 2009 hasta ahora).

En total, 14 títulos (el Barcelona ha logrado 21 en el mismo periodo).

Pero hasta los empresarios empachados de éxitos también se equivocan y Florentino lo ha hecho en varias ocasiones. La destitución de Rafa Benítez lleva el sello propio del creador de los galácticos en los tiempos de Ronaldo (el brasileño), Figo y el Zidane jugador (cuando era bueno, porque como director técnico su balance es cero).

Pérez compareció ante los medios sin dar pie a preguntas y soltó un discurso tan rumiado que fue servido carente de sustancia. Los siete meses de Benítez en el banquillo se esfumaron de un plumazo, en dos líneas de argumentación insípida que dejaron en la estacada a un entrenador poco acostumbrado a que le destituyan en medio de la temporada.

El Inter de Milán hizo lo propio en la campaña 2010-11, cuando le obligaron a abandonar el cargo tras 25 partidos.

“Hemos tomado la difícil decisión, especialmente para mí, de resolver el contrato de Rafa Benítez como entrenador. Estamos ante un gran profesional y una magnífica persona. Quiero agradecer su dedicación estos meses". Punto y final. Ninguna razón salida de su boca, ninguna pregunta aceptada. El capotazo fue infalible.

La verdad es que razones no le faltan. El Madrid no se puede permitir el lujo de fracasar en varias citas clave consecutivas. Si deshilamos lo que va temporada nos quedan siete partidos importantes en los que Benítez tendría que haberse ganado algo de crédito: Atlético de Madrid y Paris St. Germain en octubre (sendos empates), Paris de nuevo en noviembre (victoria), Sevilla y Barcelona en el mismo mes (derrotas), Villarreal en diciembre (derrota) y el empate del domingo ante el Valencia (la gota que colmó el vaso).

Las cuentas no salen con el Madrid tercero en Liga y apeado de la Copa del Rey haciendo el ridículo en la alineación indebida ante el Cádiz.

Las razones son de peso para un presidente propenso a cambiar de entrenador como de calcetines, sin embargo la destitución de Benítez refleja no sólo el fracaso del entrenador, sino el de la persona que confió en él para contratarlo. Su adiós ha dejado a Florentino Pérez en cueros y la diferencia es abismal. Mientras uno se va por la puerta de atrás, el otro permanece en el trono sin despeinarse. La inmunidad de monarca de la que goza Florentino le permite equivocarse cuantas veces haga falta. Y aquí no pasa nada.

Desde la destitución de Carlo Ancelotti, un entrenador que contaba con los ingredientes para permanecer varios años lidiando con los avatares de un vestuario de egos altivos, Pérez se ha metido en un lío él solito.

Asesorado o no, lo cierto es que el futuro del Real Madrid es poco prometedor esta temporada. Zinedine Zidane llega como sabia nueva e inexperta como director técnico después de su paso como primer entrenador del Real Madrid Castilla y como asistente de Ancelotti en la temporada de la Décima.

La leyenda como jugador ha vencido a la coherencia y el presidente del Madrid se enfrenta a una situación de mucho, demasiado, riesgo. El código no escrito del fútbol dice que la culpa de los fracasos siempre será del entrenador. ¿Llegará el día en que se incluya a los presidentes en la ecuación del despropósito? En esta ocasión uno más uno es igual a tres. Es la única manera de explicar el surrealismo en el que está inmerso el Real Madrid este año.

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