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Fernando Palomo: Zinedine Zidane tiene los días contados

De las lágrimas de Rafa Benítez en el día de su presentación, el día en el que el canterano cerraba el círculo en el Real Madrid, el día en el que se confesó conocedor de la “problemática” del club, desde ese día Rafa Benítez sabía que tenía las jornadas contadas.

El vigésimo primer entrenador del club en las últimas dos décadas, tuvo que saber que llegaba al club de sus amores, con más probabilidades de fracaso que de éxito.

El Real Madrid es una trituradora de entrenadores y de ello no se salva ni un técnico que jugó en la cantera de ese club, que dirigió en la cantera de ese club y que reivindicó ese pasado el día de su presentación. De eso, tampoco se salvan las viejas glorias.

Benítez no tardó en entender que llegaba al equipo porque lo quería el presidente del club y supo desde muy temprano que el plantel aún no entendía las decisiones de Florentino Pérez, como la salida de Carlo Ancelotti.

Desde la primera fecha, en la visita al Molinón de Gijón, la prensa que cubre al Real Madrid ya conocía que no había buenas sensaciones entre el plantel y el técnico madrileño. No había pasado ni una fecha de la Liga y la lista de errores parecía tener arrancar, con su contratación.

No con la formación de un equipo alejado al mensaje que enviaba al vestuario, como lo hizo en el Clásico. Los errores no pasaban por creer que un técnico con principios conservadores era el ideal para el Real Madrid.

El resbalón no fue el pronto distanciamiento con el plantel, el error era pensar que Benítez era la solución para el problema.

La dificultad arrancaba con él, pero no era provocada por él. Era el problema, pero no el origen del mismo. La inestabilidad deportiva del club que más copas europeas ha ganado, no es la consecuencia de campaña alguna, ni de intentos por perturbar al club como lo ha repetido su presidente.

El gran problema tiene nombre y apellido: Florentino Pérez.

Él y quien le haya dicho a él que, por ser presidente de un club gigantesco, conoce de fútbol. No era Benítez la solución y contratarlo se convirtió en un problema.

El Real Madrid está a merced de la experiencia de Zidane como entrenador, que se resume en: una temporada completa como asistente de Ancelotti y dieciocho meses con el Real Madrid Castilla.

Tres de ellos sin sentarse en el banquillo de los partidos por no contar con el carnet de entrenador avalado en España. Proteger a Zidane habría sido el deseo del club y su presidente, de arroparlo con un cuerpo técnico que mejore su comunicación con el plantel, que brinde otra perspectiva. Pero Zidane decide ir con un ignoto de su confianza como asistente.

David Bettoni, compañero de Zizou en las inferiores del Cannes en los ochenta, amigo y confidente del francés. El club necesita de la imagen de Zidane, más que sus desconocidas virtudes como entrenador.

El francés asume a un plantel desconectado a cualquier idea táctica que le quisiera imponer Benítez y con urgente necesidad de asumir esfuerzos, sin reconocer hojas de vida.

Uno de los mejores jugadores de nuestra era se aventura, a pulso de convencimiento, a sacar al Real Madrid adelante. Tiene dos competencias enfrente y no está lejos ver a su equipo competir por título en ambas.

“Lo que puedo decir es que voy a poner todo el corazón que tengo para este club e intentar que salga todo bien” dijo Zinedine Zidane en su presentación. Sabe que para que algo salga bien en el Real Madrid, debe ser excepcional. Que el club no reconoce nada que no sea ganar. Sabe que como entrenador del primer equipo llega, como todos antes que él, con los días contados.

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