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El clásico fue para el que ganó el duelo táctico

ESPN.com

BUENOS AIRES -- No fue un gran partido, seguro. Por el contrario, fue chato, trabado y el ganador no deslumbró por su juego. Pero tuvo la emoción y la intensidad de todo clásico, y en ese terreno, Real Madrid fue superior porque impuso su manera de jugar a un Barcelona falto de frescura.

El 2-1 final fue premio merecido al equipo que mejor "trabajó" el partido. Al que fue capaz de llevar a su rival al terreno que le convenía, aun dejándolo desplegar su estilo. Porque Barcelona no dejó de tener la pelota la mayor parte del tiempo, especialmente en la primera etapa, pero Real Madrid le quitó espacios y le impidió que esa posesión se transformara en chances concretas de gol.

El primer tiempo fue chato, de estudio, pero un claro indicador de cómo se desarrollaría el partido: Barcelona fue dominador, pero no consiguió lastimar. Conservó la pelota como es habitual, pero en los últimos metros se diluía. No encontraba la manera de cambiar el ritmo y de hacerse los lugares para poner a su tridente ofensivo en posición de gol.

Tal es así que su mejor chance surgió de un pelotazo largo en el que Suárez partió en clara posición adelantada -y quizás también le hizo falta a Ramos- para después perderse un gol increíble frente al arco. Esa jugada y un remate de Rakitic desde afuera que desvió Keylor Navas fueron los momentos más claros, proporcionalmente muy poco para el equipo que había monopolizado el balón.

Barcelona se pareció demasiado a su peor versión de los últimos años, algo que con Luis Enrique parecía haberse resuelto. Volvió a ser ese equipo que tocaba y tocaba de manera intrascendente, haciéndose previsible y sin capacidad de repentizar, de improvisar y de cambiar el ritmo de golpe para encontrar un hueco.

Real Madrid tuvo mucho mérito en eso al cerrarle los caminos a Messi, Suárez y Neymar. Pocas veces se ven partidos en los que Messi tenga tan poco protagonismo y patee tan poco al arco: apenas una jugada que pareció falta de Sergio Ramos en el límite del área y un remate que le tapó Navas cuando estaban iguales.

Pero, al mismo tiempo, dio la sensación de que Barcelona no estaba en su mejor condición física para afrontar un partido de ese tipo, con toda la carga de un clásico y con un rival decidido a asfixiarlo. Seguramente influyó que Messi, Dani Alves y Suárez, entre otros, hayan viajado miles de kilómetros y jugado dos partidos con sus selecciones en la última semana. También fue el caso de Neymar, Mascherano y Bravo: aunque estos tres jugaran solamente un partido de eliminatorias, tuvieron el desgaste del traslado.

Sin frescura física, es más difícil encontrar los espacios para seguir haciendo circular la pelota hasta zona de peligro. Y tarde o temprano, tampoco hay frescura mental para improvisar y encontrar soluciones alternativas. Esa chispa que no tuvo el Barcelona lo volvió un equipo distinto, o mejor dicho, un equipo más parecido a todos los demás.

A eso se le agrega el riesgo de siempre cuando uno busca y busca: que el rival lo encuentre mal parado en la contra, algo que aumenta cuando corre el reloj y llega el cansancio. Más cuando enfrente hay un equipo como el Real Madrid, con velocidad y precisión de sobra.

Ese partido era el que Real Madrid iba a buscar al Camp Nou y el que terminó de encontrar en el segundo tiempo. No le dolió que el Barcelona abriera el marcador, sobre todo porque lo empató muy rápido. Por el contrario, si hubo un equipo que se apresuró y se descuidó, ese fue el Barcelona con el 1-1.

Ahí fue cuando todo se jugó en el terreno que el Madrid había elegido, el que fue preparando con el correr de los minutos. El gol pudo y debió haber llegado antes, con el tiro de Cristiano Ronaldo en el travesaño o el cabezazo de Bale en el que casi nadie, salvo el árbitro, vio falta sobre Jordi Alba. Pero terminó habiendo justicia con una gran definición de Cristiano Ronaldo, que controló dándose el ángulo que necesitaba para rematar, aunque ayudado por una salida tardía de Bravo.

¿Cómo llegó Real Madrid a generarse esa y otras oportunidades? Privilegiando la contención, con Casemiro brindando equilibrio y a la vez libertad para que Kroos y Modric aporten en la ofensiva. Y trabajando en la contra, con sus laterales comenzando el recorrido, sus volantes aportando llegada por afuera y sus delanteros terminando el trabajo.

Así fue creciendo un Marcelo que terminó siendo importantísimo, con la velocidad y capacidad de siempre para desequilibrar cuando se lanza al ataque cambiando de dirección, como lo hizo en el primer gol, cediendo para que Kroos metiera centro por derecha. Pero también Carvajal, un lateral de corte mucho más defensivo, se animó a lanzarse y comenzar la trepada que terminó en el gol del triunfo.

Si antes del partido decíamos que había una enorme diferencia en el juego y en el rendimiento, en el clásico eso no se notó. Incluso, Real Madrid terminó el partido dando la sensación de que estaba más cerca del tercero que Barcelona de empatarlo.

Real Madrid sin duda pasó una prueba de fuego: fue al Camp Nou creyendo en lo que se había propuesto hacer y lo ejecutó casi a la perfección. Y, sobre todo, se vio renovado, equilibrado y nunca lo tomaron mal parado. La cultura futbolística que adquirió Zidane en su paso por Italia no hay dudas de que dejó su marca.

Para el Barcelona se abre un signo de pregunta sobre lo que se viene, que será igual o más de exigente. Por delante tiene dos semanas de Champions y Liga combinadas, con una serie a todo o nada ante un equipo muy físico como el Atlético Madrid, que además, con su vecino el Real, se le acercó a una distancia peligrosa.

La final de la Copa del Rey le completa el calendario más difícil de los tres que pelean por el título, con compromisos que no le dan tiempo ni para descansar ni para trabajar físicamente. Está claro que seis puntos (o siete sobre el Real) a esta altura de la temporada parecen una ventaja que el Barcelona debería conservar sin problema. Pero para eso deberá demostrar que tiene resto físico para la recta final.

Fue justamente lo que le faltó ante Real Madrid, y quedó claro que aun controlando el partido y monopolizando el balón, las cosas se le pueden complicar si no hay frescura ni creatividad. En este ida y vuelta contra el Atlético sabremos si está derrota le hizo abrir los ojos y ver que no se puede jugar siempre, sin terminar pagándolo en algún momento como sucedió en el clásico.

Felicidades.