Fútbol Americano
Roberto Martínez 8y

El enorme desafío que le espera a Sampaoli en Sevilla

BUENOS AIRES -- Sevilla está predestinado al éxito. ¿Por qué? Porque sabe cuándo debe actuar y de qué manera, para prolongar ciclos de triunfos.

No es sencillo introducir modificaciones en un equipo sin afectar el engranaje. Sin embargo, el club hispalense comprendió hace años que debía acostumbrarse a hacerlo en medio de dinámicas positivas, y se especializó en ello. Con puntualidad espartana, máxima precisión, y la premisa de aplicar el bisturí sólo donde haga falta.

Todo cambió para la entidad en julio de 2000. En aquel verano, el entonces presidente Roberto Alés decidió que el delegado y exarquero del equipo, Ramón Rodríguez Bermejo ‘Monchi’ (46), pasara a ser el director deportivo del club. La decisión encerraba un riesgo asumible. A Monchi, sevillista de ley, le sobraba sentido de pertenencia pero no tenía mayor idea sobre gestión. Sin embargo, administró el plantel y las secciones practicando economía de entrecasa, y nadie imaginó jamás la forma que su trabajo haría crecer al Sevilla del modo en que lo ha hecho en los últimos 15 años.

Cada decisión, hasta en el detalle más mínimo, lleva el sello de Monchi. Alés le dio el primer espaldarazo y margen de maniobra. José María del Nido le confió el rumbo de la nave mientras, entre ambos, convertían en una empresa floreciente al club que supo tener a Diego Armando Maradona y Diego Pablo Simeone juntos en el césped a las órdenes de Carlos Salvador Bilardo.

Y José Castro Carmona, actual presidente, ató su futuro al de Monchi. Le acaba de renovar hasta 2020 por temor a que alguno de los grandes que le tentaban pagara la claúsula de rescisión y secuestrara su conocimiento y red de contactos. Aspectos que le sirvieron para fichar, por ejemplo, a cambio de €300.000 en 2003, a un ignoto lateral derecho brasileño llamado Daniel Alves, quien años más tarde ganaría un montón de títulos jugando en FC Barcelona junto a su amigo Lionel Messi.

No es antojo, tampoco nimiedad, empezar esta columna hablando sobre Monchi. Es que, para desgranar lo que le espera en Sevilla a Jorge Sampaoli, exselecionador de Chile, había que comenzar con una referencia al factótum y principal avalador de la llegada del casildense al banco del estadio Ramón Sánchez Pizjuán.

Con Monchi y las 16 personas que coordina en el área deportiva, Sevilla ha ganado 9 títulos en los últimos 10 años. A saber. 2 Copas del Rey (competición que no conseguía desde 1948-49), 1 Supercopa de España (única en su historia), 5 UEFA Europa League (es pentacampeón del torneo más importante en el Viejo Continente después de la Liga de Campeones), y 1 Supercopa de Europa (también única en su palmarés).

Su lema es “debemos vender jugadores para tener un plantel con nivel superior al que marcan nuestras posibilidades. La clave es generar plusvalías”. En esta última década, después de que Monchi debutara en su cargo con Joaquín Caparrós en la banca, pasaron 7 entrenadores por el club. Los dos más exitosos han sido Juande Ramos (guió al equipo a lograr 1 Copa del Rey, 2 UEFA Europa League y la Supercopa de Europa entre 2005 y 2007), y Unai Emery, en cuyo ciclo Sevilla ha levantado 3 Ligas de Europa de la UEFA.

Sampaoli ha firmado 2 temporadas a razón de €2,5 millones por temporada a repartir entre él y su cuerpo técnico, para suceder en el cargo a Emery, quien acaba de comprometerse con París Saint-Germain a cambio de un super contrato. El guipuzcoano ha dejado el listón altísimo, pero a Sampaoli le encanta el reto y lleva años soñando un sueño particular. Plantarle cara a Real Madrid y FC Barcelona, y vencerlos con su idea y planteos tácticos.

A la directiva del Sevilla y a Monchi les sedujo desde el primer momento la ambición del casildense, quien se reunió con varios clubes para estudiar distintas propuestas (RCD Espanyol de Barcelona y Granada, entre otros), antes de aceptar la del Sevilla. Cuando apareció la opción del Sevilla, Sampaoli se abocó a ella y dejó sin efecto el preacuerdo que había alcanzado con el Granada, club al que ha tenido que indemnizar con 100.000 euros. Suma que se agrega al millón de euros que debe pagarle a la Asociación Nacional del Fútbol Profesional de Chile (ANFP), por haberse comprometido con un club antes de 2018, fecha en que habría quedado liberado de su vínculo si hubiera continuado dirigiendo a La Roja.

Otro aspecto que sedujo al Sevilla es la confianza que Sampaoli deposita en Juan Manuel Lillo, gurú y amigo personal de Pep Guardiola, quien será su asistente principal en esta etapa. Ambos habían comenzado a trabajar juntos en la selección chilena, y ahora acometerán el reto de colocar al Sevilla en posición de disputarle la Liga a los gigantes del fútbol español.

Jorge Sampaoli diseña un Sevilla que tal vez chilenice su manera de jugar (la segunda equipación ya de por sí será calcada a la que usa La Roja), con línea de tres en la defensa, cuatro volantes y tres delanteros. Formato 4-3-3 original, modificable según lo que exija cada partido y proponga cada rival. Pierde a Ever Banega, quien se marchó al Milan, pero es posible que llegue otro internacional argentino. Matías Kranevitter, cedido por el Atlético de Madrid. Y la casi segura venta del polaco Grzegorz Krychowiak al PSG, producto de su formidable 2015-16, puede dejar más de €40 millones al club, destinables a potenciar al plantel.

La prensa deportiva en España da por descontado el arribo del internacional Mauricio Isla, bicampeón de América, sin minutos en Juventus, jugador de plena confianza del técnico. Suenan el organizador belga Dennis Praet (Anderlecht) y el español Roque Mesa (UD Las Palmas) para asumir el rol de Banega. El nombre del mediapunta internacional francés Hatem Ben Arfa (Niza) surgió después de que Sao Paulo no aceptara la oferta de €8 millones por Paulo Henrique Ganso. El delantero Wissam Ben Yedder (Toulouse) y el central Nacho Fernández (Real Madrid), son otros jugadores cuyo futuro se liga al cuadro nervionense.

En su presentación, Sampaoli, séptimo entrenador sudamericano del Sevilla después de Helenio Herrera, Roque Olsen, Vicente Cantatore, Carlos Bilardo, el brasileño Otto Bumbel y el uruguayo Víctor Espárrago, jugó fuerte y apuntó al corazón del sevillismo. “Soy tremendamente apasionado por el ataque y en mí verán a un entrenador que intentará no cederle nunca el protagonismo al rival”, aseguró. Y agregó “necesitamos contagiar mucha rebeldía al grupo para lograr hacer de este equipo un conjunto respetado por todo Europa como es ahora mismo”.

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