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Matías Almeyda a 20 años de haber tocado el cielo y cinco del infierno

GUADALAJARA -- El 26 de junio no es un día más en la vida de Matías Almeyda. Esta fecha ha cobrado un significado especial para el 'Pelado', quien hoy dirigiendo a Guadalajara recuerda a distancia lo que sucedió en su historia futbolística hace 20 y cinco años, tanto en el lado positivo como en el negativo, respectivamente.

Este domingo se cumplen exactamente dos décadas del 26 de junio de 1996, fecha en que River Plate ganó su segunda Copa Libertadores, con Almeyda incluido y como pieza fundamental en el esquema de Ramón Díaz. Matías formó parte de una oncena llena de estrellas riverplatenses, que incluía a Germán Burgos, Leonardo Astrada, Juan Pablo Sorín, Ariel Ortega, Hernán Crespo, Pablo Lavallén, Marcelo Gallardo y Enzo Francescolli, entre otros tantos.

Aquella tarde de 1996 en que River Plate le dio la vuelta al América de Cali con doblete de Hernán Crespo, Almeyda pudo apaciguar sus fantasmas internos: Un año antes, en Semifinales, erró una pena máxima que había impedido a los Millonarios llegar a la Final. Sin embargo Matías y sus compañeros encontraron revancha para bordar con hilo dorado su nombre en la historia de River y del futbol sudamericano en general.

Mas el cruel destino, que en ocasiones orquesta planes titánicos para generar una coincidencia, tenía la más grande tristeza de la carrera de Matías Almeyda también reservada para un 26 de junio. Fue en el año 2011, tres lustros después de haber tocado el cielo ganando la Libertadores, el 'Pelado' y River caerían al inframundo futbolístico.

Belgrano fue el rival de River para jugar la promoción por el no descenso de la campaña 2010-11. En la ida los de Córdoba se impusieron 2-0 y Matías Almeyda fue amonestado, acumulando tarjetas amarillas y viéndose imposibilitado para jugar la vuelta en el Estadio Monumental de Buenos Aires. Ese sería su último partido como profesional y vería desde afuera cómo sus compañeros luchaban por evitar la catástrofe.

Las cosas no se le dieron al cuadro más ganador de la Primera División de Argentina. Desde los vestidores, Almeyda tuvo que seguir el descenso, que se consumó tras un empate 1-1 que servía de nada y que terminaba con la bronca trasladada de las gradas al campo; la carrera del 'Pelado' terminaba de la peor manera en que éste pudo haber imaginado.

"Vi el segundo tiempo tirado en la camilla de la utilería, por una tele chiquita. Nadie hablaba, no había palabras, estábamos muertos. Cuando el árbitro pitó el final no pudimos entrar a la cancha para estar con nuestros compañeros porque tiraban de todo. Un par de policías cubrían la puerta porque la querían tirar abajo".

"Yo me tiré en la cama y lloré, la verdad que lloré mucho. En el futbol sólo había llorado cuando quedamos eliminados en el Mundial 2002, pero un poquito, esta vez no tenía consuelo. Me desahogué en mi habitación. Yo había estado en la historia más linda de River y ahora me tocaba estar en la más fea, como lo había declarado unos días antes. Lamentablemente se cumplió", recordó el argentino en su biografía oficial, escrita por Diego Borinsky en 2012.

Ya en las primeras horas del 27 de junio de 2011, Almeyda entiende que los botines deberán ser colgados definitivamente y que de la cancha pasará, sin aduana alguna, al área técnica. Esa madrugada, el Matías entrenador vio la luz por primera vez.

"'Tengo que tener revancha de esto', pensaba una y otra vez. Y la revancha era agarrar el equipo y subirlo. No había otra […] Esa misma noche supe que mi carrera como futbolista había terminado, ya lo venía elaborando desde hacía unos meses, pero si River seguía en la 'A' yo tampoco iba a jugar más, ya no podía con mi físico realmente, no daba para más", detalló el ahora entrenador del Guadalajara en su libro "Alma y Vida".

Tras ese 26 de junio trágico, Matías cumplió con su revancha al ascender a River Plate inmediatamente. También regresó a Banfield al máximo circuito argentino y desde septiembre del 2015 dirige a las Chivas en México, donde libró ya un descenso y en tan sólo unos días buscará su boleto para retornar a una Copa Libertadores como entrenador, veinte años después de haberla levantado como futbolista.