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Un cambio preventivo

BUENOS AIRES --Bolivia, el próximo rival de la Selección en el arenoso campo del estadio Mario Alberto Kempes viene, por decirlo livianamente, de capa caída. El técnico Baldivieso está en el ojo de la tormenta, el equipo sufre varias bajas y, en el último partido, ni siquiera pudo sacar provecho de la altura.

Cayó de local 2-3 ante Colombia, que no es ejemplo de osadía. Para colmo, el viaje a Córdoba resultó agotador y los antecedentes más próximos ante Argentina arrojan un 0-5 y un 0-7 (ambos en juegos amistosos), lo que sin duda contribuye a un clima de escaso optimismo.

Según prevén los seguidores de entrenamientos, Bolivia alineará cinco defensores en el pleito de eliminatorias, y amontonará gente en la mitad del campo en procura de un marcador decoroso.

De modo que los cambios en la gestión defensiva a los que se ve obligado Martino seguramente tendrán muy poca repercusión en el funcionamiento. Justo cuando una dupla central (Otamendi y Funes Mori) parecía haberse asentado, es menester relevarla por suspensión.

Una pena, pero, como se dijo, es muy probable que tanto Demichelis como Pinola, los reemplazos, tengan una limitada injerencia en el juego, pues se estima que los bolivianos casi no cruzarán la mitad del campo.

El gran desafío se encuentra, para la Selección, en el tramo final de la cancha. Ahí habrá que lidiar con un cerco tenaz. Y se le destinará a Messi un acompañante permanente. Y en la línea de ataque, el entrenador también decidió un cambio.

No por fuerza mayor sino por razones, digamos, tácticas. Higuaín tomará el lugar de Agüero. Un trueque de figuritas que no modifica el diseño, sino que alienta la alternancia entre dos futbolistas de características semejantes y prestigio equivalente.

En lo que va de la eliminatoria, ninguno de los dos metió goles (ambos jugaron dos partidos desde el arranque) y su performance histórica con la celeste y blanca marca una diferencia a favor del Kun, aunque se trata también de prestaciones parejas (33 goles a 26).

Es cierto que el jugador del City no tuvo una actuación lucida en Chile, pero tampoco amerita que se lo siente en el banco por esa noche. La tarea del equipo en general, salvo la defensa, dejó un estrecho margen para el elogio.

Aunque Agüero ha dado muestras de ser un socio excelente de Messi, la cabalgata de goles de Higuaín en el calcio (marcó 29 en 30 partidos y encabeza con holgura la tabla de especialistas) es un dato que Martino tomó en cuenta.

La historia enseña que el rendimiento óptimo en clubes cercanos o remotos no siempre tiene correlato en la Selección. Lo más recomendable sería apostar a los que juegan bien en el equipo nacional. Más allá de lo que suceda en los clubes.

Claro que si la Selección, a la que casi todos le vaticinan una victoria cómoda, se encuentra con dificultades para llegar al gol, el dedo acusador apuntará al DT, al que se le recriminará haber soslayado la extraordinaria inspiración goleadora por la que atraviesa Higuaín. Vista así, la movida tiene pinta de gesto político.

Martino, como quien abre el paraguas, se anticipa a sus objetores. Está claro que por talento y eficacia cualquiera de los dos puede reclamar la titularidad. Martino parecía haberse inclinado por Agüero. Pero no sólo las preferencias personales orientan las decisiones.