Barcelona derrotó a la Real

BARCELONA (Jordi Blanco/Corresponsal) --

Pinto, la 'deportividad' de Carlos Vela, la fortuna y un arbitraje más que discutido por la Real Sociedad se aliaron en el Camp Nou para que el FC Barcelona diera un paso hacia la final de la Copa del Rey.

Ganaron los de Gerardo Martino en una desangelada noche, con la peor entrada de la temporada, y en un partido que mostró más las carencias que ha devuelto el Barça al primer plano que a la brillantez esperada.

Fallón en la combinación, atolondrado y nervioso, el equipo azulgrana encaró el partido con el pie cambiado y encontró enfrente un rival bien plantado en defensa, serio en el centro y peligroso delante, donde Griezman y Carlos Vela pusieron de los nervios a la zaga local.

Con el Barça falto de claridad, Pinto apareció rápido para rechazar un 'zambombazo' de Griezmann, poco colocado tras el obsequio que le dio Vela, quien ofreció una primera mitad primorosa, con o sin balón, buscando el desmarque, enloqueciendo a la defensa local y demostrando ser un delantero de calidad excepcional.

El partido, la eliminatoria, comenzó a decantarse en la recta final del primer tiempo. Pasó de temerse un penalti a favor de la Real a marcar Busquets el 1-0 y ver la roja Íñigo Martínez en una continuación de actividad enloquecida.

Pasado el minuto 42, Vela se marchó como un magnífico sprinter hacia el área de Pinto. Acudió Mascherano, tarde, y se enganchó al delantero mexicano, quien no quiso tirarse al suelo y desequilibrado entró en el área disparando ya sin equilibrio ninguno para que rechazase Pinto. El penalti, meridianamente claro, no lo quiso señalar el árbitro... Y condujo el balón hacia el otro lado del campo.

Y allí acabó la jugada con un balón centrado al área que acabó en pies de Busquets, que desmarcado, remató raso y ajustado al palo de Zubikarai. Celebrando los jugadores del Barça el gol, los de la Real protestaban aún al árbitro la jugada anterior. Y acabó todo con la expulsión de Íñigo.

OTRO PARTIDO
Castigada con crueldad, la Real de la segunda mitad fue un equipo muy distinto. Obligado Arrasate a cambiar el sistema, Vela se quedó solo en punta, bajó Griezmann al centro del campo y se recolocó como central adelantado Elustondo.

Para el Barça aquello fue un regalo. Lo fue porque mandó con mucha más comodidad que en el primer tiempo y aunque su juego siguió alejado de la brillantez que se le supone, se mostró muy superior a una Real Sociedad deprimida y se diría que a un paso de entregarse a su suerte.

Pinto, decisivo en la primera mitad, pasó a convertirse en poco menos que un espectador después. Ante la irregularidad de un Messi que entraba en cuentagotas en el partido (aunque su trabajo fue incuestionable puesto que llegó incluso a ganarse una amonestación por bajar a defender), Cesc dio un paso al frente para tomar la manija por delante de Xavi y la Real reculó sin remedio hacia su área.

Y con la suerte sobrevolando el Camp Nou, el Barça la tomó al vuelo y de la manera más chistosa al cuarto de hora del segundo tiempo, cuando un disparo de Alexis fue escupido por el palo y Elustondo, en un estúpido rechace hacia el centro del área fue a lanzar el balón al cuerpo de Zubikarai, provocando que el rebote acabase con el 2-0.

Si en los cuartos de final Juanfran se marcó un gol en propia puerta que ya favoreció al Barça, como en los octavos de final le ocurrió a Mariano Sánchez, futbolista del Cartagena, esta vez fue el más ridículo de todos ellos. Y probablemente el más decisivo en el torneo.

Con el marcador ya cómodamente a su favor el Barça y un jugador menos y la depresión en toda regla la Real Sociedad, el desenlace del partido parecía tan claro como se aventura la eliminatoria.

Arrodillado, el equipo vasco vivió el último tercio del partido como un suplicio frente a un Barça desatado, cómodo, dominador y que buscó un tercer gol que dejase decidida la eliminatoria y sentenciado su pase a la final.

El tercero no llegó... Pero poco probable se aventura que la Real Sociedad sea capaz de dar la vuelta a la eliminatoria en Anoeta. Por mucho que la cómoda victoria del Barça no llegase provocada por su buen fútbol, sino, más, por otros factores.