Pumas se impuso por la mínima en casa y despide a Veracruz

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(ESPN.com.mx/Iván Cañada) El nervio siempre estuvo presente. Manos en la cara, gritos ahogados de gol, algunos se mordían las uñas. En Ciudad Universitaria había tensión. Desde el minuto ocho Pumas tenía el resultado que le daba el pase a las Semifinales, pero nunca estuvo tan seguro. Un solo tanto del Veracruz y la historia cambiaba. Fue ahí cuando apareció la muralla auriazul y cerró la victoria. Un solo gol definió la contienda. Uno valió para acceder de fase y mantener vivo el sueño del campeonato.

La batalla fue entendida desde un inicio como matar o morir. Veracruz no especuló y Pumas mucho menos. Los Tiburones querían su gol a toda costa. Entendían que era la mejor forma de mantener su ventaja y desde el segundo uno lo buscaron. Dos aproximaciones en los primeros minutos fueron el reflejo de ello.

Cuando mejor lo hacían los escualos fue cuando Pumas respondió. Si Veracruz llegó dos veces a la meta de Palacios y no anotó ninguna vez, los universitarios solamente requirieron de una aproximación para concretar y poner la contienda de su lado.

Se juntaron los que saben y todo cambió. De Cortés para Ludueña y éste a su vez para Sosa, quien asistió a Martínez para enredar a toda la zaga jarocha y dar con las redes. Hicieron una y fue efectiva para remontar el marcador. Los Tiburones se miraron entre ellos. Fue mucha la sorpresa.

Vázquez apostó por Ludueña de inicio y su apuesta dio frutos casi de inmediato. El 'Hachita', acostumbrado a ingresar en el segundo tiempo, tomó la estafeta y con sus trazos casi siempre certeros, le dio otro rostro a un equipo que en el puerto careció de ideas. Perdió en el sacrificio de Britos, pero ganó creatividad. Desde los ocho minutos, ya con el gol a favor, se notó en el marcador.

Si el ritmo fue trepidante los primeros 10 minutos, después llegaron los momentos de calma. Los universitarios entendieron que no tenían más prisa y Veracruz asumió que tenía todo el partido para dar con las redes y poner en aprietos a los locales. Fueron instantes de lucha constante, de pelea en el medio campo sin un dueño absoluto de las acciones.

Hubo acercamientos, pero ninguno tan importante. Ambos lo intentaban, pero sin contundencia y muchas veces sin demasiada imaginación. Así se marcharon al descanso. Pumas ya tenía la mitad de la labor completada.

Para el complemento fue distinto. El tiempo se convirtió en un nuevo rival del Veracruz que conforme pasaron los minutos adelantó líneas. La respuesta de Vázquez, entonces, fue cuidar mejor el marcador. Pensó en Alejandro Castro como escudo en lugar de Javier Cortés. Mientras se resguardaba, también buscaba la meta rival en una contra y siempre estuvo cerca de incrementar la ventaja.

Un poste de Verón y las innumerables atajadas de Melitón Hernández mantuvieron la batalla con un solo gol de diferencia. Eso causó que en Ciudad Universitaria siempre existiera ese pequeño nervio de que en cualquier momento se podía revertir la situación.

Veracruz no cesó. Mantuvo la pelea y la lucha en cada instante, el problema es que su fórmula siempre fueron los centros en busca de hombres como Noya, Peñalba o Furch y nunca dio con ellos. Fue la única manera de buscar el gol y la zaga de Pumas no bajó la guardia. Defendió su ventaja y nadie se las iba a sacar. El pase a las Semifinales se quedó en casa. El líder sigue vivo.