EEUU sufre, pero vence a Honduras

Carlos A. Nava

FRISCO, Texas -- Estados Unidos salió y cumplió; de manera discreta y sin avasallar a nadie, pero cumplió.

Par de goles de Clint Dempsey, de manufactura aérea muy similares, resultaron en los tres puntos del aún campeón reinante de la Concacaf, este martes en un lleno por completo Toyota Stadium de Frisco, pintado en su mayoría de los colores estadounidenses.

El 2-1 de Estados Unidos sobre Honduras fue austero, quizá con menos lucimiento del que muchos hubieran esperado, frente a un equipo que, como había advertido, intentó crear y generar.

Pero fue incapaz de concretar en el arco de Brad Guzan, en el partido inaugural de la Copa Oro.

Estados Unidos tomó la delantera inmediata en el Grupo A, seguido de Panamá y Haití, que empataron en el juego preliminar; Honduras se quedó al fondo sin unidades.

Dempsey sacó certero cabezazo a la portería de Donis Escober para el único gol en una primera mitad en que las aproximaciones eran consistentes por parte de los anfitriones.

En el segundo tiempo, Honduras pareció tomar el balón y tener mayor profundidad, aunque como su propio técnico definió un día antes, "el volumen ofensivo" nunca se tradujo en anotaciones.

La posesión de balón estuvo casi dividida por completo al final del juego, pero es un hecho que ambos equipos tuvieron su mitad.

Cuando parecía que los hondureños se acercaban al empate, con la posesión del balón y echando para atrás a los estadounidenses, Dempsey casi aniquiló sus esperanzas con su segundo gol de la noche; muy similar al primero.

Dempsey aprovechó el cobro de una falta en tiro libre para rematar de cabeza en medio de tres defensores hondureños y clavar el segundo tanto al minuto 65.

A partir de ahí, los estadunidenses, apoyados y en medio de "oles" y cánticos, recuperaron el control del partido y cerca estuvieron de hacer el tercero.

Sin embargo, al minuto 70 los hondureños revivieron con el gol de Carlos Discua, quien tras dribar a par de defensas, disparó solo frente al arquero Guzan.

Los últimos 20 minutos del partido fueron una pesadilla para la mayoría de los 22,357 aficionados en el estadio.

Los estadunidenses terminaron pidiendo la hora ante unos hondureños que llegaban por todas partes del campo cerca de la portería de Guzan.