Una última alegría en Sociedad

Paola Nuñez I Corresponsal

MADRID -- La Real Sociedad se despidió de la temporada con una victoria por 4-2 sobre el Rayo Vallecano.

Sin nada en juego para ninguno de los dos equipos, ambos perdidos a media tabla, el Rayo y la Real Sociedad jugaban por obligación y poco más.

El Rayo empezó con fuerza después de que Paco Jémez, técnico rayista, suspendiera un entrenamiento por fatla de actitud de sus jugadores, mentalmente de vacaciones desde hace una semana. Había que mostrar coraje para, al menos, despedir la temporada con dignidad.

Al menos un par de veces estuvieron cerca de adelantarse, pero de nuevo, a Manucho le falló la puntería.

Al Rayo lo volvían a condenar los errores de siempre, pues aunque Fatau y Trashorras mantenían un decoroso control en la media, el ataque se mostraba errático y la defensa, distraída cuando no endeble. Y de ahí se agarró la Real, que no había hecho más de lo necesario para contener al Rayo.

Dos balones perdidos en zonas inconvenientes y un par de jugadas precisas de la visita fueron suficiente.

El primero lo aprovechó Canales, que vio al mexicano libre de marca y le cedió el balón. Vela, completamente solo en la frontal, se tomó su tiempo para acomodarse y disparar. Dos minutos después, Pardo puso un centro, esta vez desde la derecha, para que Chory Castro marcara el segundo con toda comodidad.

A partir de entonces el encuentro se apagó. La grada se sumía en el tedio pues en la cancha, unos por impotencia, los otros, al haber sacado jugo al mínimo esfuerzo, habían dejado de luchar. Hasta que ya en los minutos finales de la primera parte Alberto Bueno los despertó a todos poniendo el 1-2 a pase de Embarba.

A partir de entonces, el madrileño no dejó de correr, fiel a su papel de ser el hombre que habitualmente le cambia la cara a su equipo.

Bueno tuvo el del empate en los primeros minutos de la segunda mitad, pero el árbitro anuló el tanto por fuera de lugar. Sirvió, no obstante, para poner el ejemplo entre los suyos para seguir intentando sacar algo de provecho al partido.

La Real, que ya no daba más de sí, los dejó controlar acercarse lo que quisieron dejando desamparado a Rulli hasta que en una torpe y deslucida jugada, Morcillo sacó a relucir su astucia y se coló casi hasta la puerta sin que el arquero argentino reparara en él y ya pegado al poste, puso el 2-2 con un cabezazo.

Quedaba casi media hora de juego que se hacía eterna, pues otra vez el partido había caído en un ir y venir sin rumbo en que los intentos llegaban a cuenta gotas y casi por inercia.

En una de esas jugadas en que por puro instinto la Real alcanzó el área local en una contra, Agirretxe recuperó la ventaja para los vascos.

El Rayo, incrédulo, quedó servido para el tiro de gracia, que llegó casi inmediatamente con un disparo al ángulo de Elustondo. Para entonces el Rayo hacía rato que había bajado los brazos y no tuvo, ni con tres delanteros en la cancha, para otro regreso. La Real solo esperó a que avanzara el reloj, conforme con una insulsa victoria para poner fin a una gris campaña.