Barcelona logró un buen triunfo en el derbi ante Espanyol

BARCELONA (Jordi Blanco, corresponsal) -- Sin opción a la discusión, el Barcelona sentenció el derbi por la vía rápida frente a un Espanyol superado en todos los órdenes. El peligro que se intuía en el partido no existió y el equipo de Luis Enrique se dio un homenaje tras una primera mitad enorme y una segunda en la que administró su ventaja con total comodidad.

En apenas cinco minutos se entendió el argumento del encuentro. El Barça entró enchufado al campo y el Espanyol acobardado. Casilla salvó dos ocasiones de oro a Neymar y Suárez en un abrir y cerrar de ojos y el miedo se dibujó en la mirada de los periquitos, incapaces de seguir el ritmo eléctrico que imprimía a la combinación el líder, más cómodo y ambicioso a cada minuto que avanzaba el choque.

En una jugada de tiralíneas iniciada por Messi y finalizada por Neymar comenzó a sentenciarse el partido a los 17 minutos y ocho después una asistencia de Suárez la remachó Messi para sentenciar el encuentro. Probablemente estaba el uruguayo en fuera de juego cuando recibió el pase de Iniesta... Aunque para entonces ya daba la sensación de que el Espanyol estaba absolutamente fuera del partido.

A partir de ahí y hasta el descanso el rondo del líder fue gigantesco. Como un animal herido intentó plantar cara el Espanyol de forma inútil mientras entre Iniesta, Busquets y Rafinha llevaban la manija del juego sin ninguna dificultad. Y a todo ello se sumaba el trabajo enorme de Suárez, mayúsculo, la movilidad de Neymar y la solidez de la zaga, poco exigida pero sin un solo error.

No le hizo falta al Barça ni el liderazgo de Messi, que como ante el PSG fue una pieza más del excelente engranaje del equipo, ofreciendo brillantez en cuentagotas pero alejado de la imagen monumental de otras ocasiones. Su gol, sin embargo, acudió a la cita en Cornellà...

El Espanyol no disparó entre palos hasta el minuto 23 de la segunda mitad, en un remate raso y sin demasiado peligro de Sergio García que detuvo con parsimonia Bravo. Para entonces el Barça ya estaba con diez en el campo por la extraña expulsión de Alba (doble amarilla por protestar) y la impresionante superioridad del equipo de Luis Enrique había disminuido, al menos en sensaciones.

La realidad, sin embargo, mostró siempre que el líder dio muestra de su superioridad sin avasallar. Pareció que rebajó un punto su ambición y que no goleó, o que al menos no lo intentó, simplemente porque no se lo propuso. Sergio González estiró más a los suyos pero ni así consiguió descontrolar al Barça, que fue mirando el reloj con una simpleza absoluta hasta el final.

Si hace dos días se expresó desde el vestuario azulgrana que una victoria en el derbi sería un paso de gigante hacia el título, el paso lo dio con una imagen mucho más firme de lo que se habría esperado. Si no conoce la derrota el Barça en el nuevo estadio del Espanyol, su victoria de este sábado le regaló la sensación de estar lanzado en la carrera hacia el final del campeonato.

El Real Madrid jugará este domingo en Vigo, ante el Celta, con una presión enorme. No solo por la victoria del Barcelona en el derbi catalán, sino, más aún, por la forma en que la consiguió. Tensionado de entrada, el grupo de Luis Enrique acabó con las dudas por la vía rápida y acabó por convertir el choque en un paseo. Nunca, absolutamente nunca, pareció en condiciones el Espanyol de presentar pelea y se despidió en silencio, ante la decepción de una hinchada que, seguro, esperaba mucho más de los suyos.