México con saldo de bancarrota

MÉXICO, D. F. (Rafael Ramos Villagrana) -- El boleto al Mundial tiene una cuota mínima: 16 puntos. México suma tres de nueve: es decir, vive en bancarrota. Deberá ganar el 58 por ciento de las unidades pendientes, y deberá hacerlo con tres juegos de local y cuatro de visitante.

Cero-cero, el saldo ante Estados Unidos. Un arranque miserable, el más menesteroso en el inicio de una eliminatoria.

Un juego de dominio sin profundidad. Dominio agobiante, asfixiante, implacable, pero sin claridad, sin un hombre inteligente que entregara balones, que rompiera el ayuno de esta selección mexicana que suma 180 minutos en su casa sin poder anotar.

Cero-cero, que deja a México en quinta posición del Hexagonal Final de la Concacaf, que siembra dudas sobre la continuidad del técnico, que alertará sobre si un plantel plagado de jóvenes requiere urgente de sangre experimentada.

La realidad, tras ese 0-0 con EEUU en el Azteca deja en claro que México está más lejos del Mundial que en las épocas de Enrique Meza y Sven Goran Eriksson.

DOMINANTE...
México ilusionó a la soldadera. Los 104 mil de la tribuna eran solidarios, aunque con armas innobles: ensuciaban la ceremonia ensuciando el himno de EEUU. Pero la comunión era vidente.

México tomó el balón y aceptó los riesgos. Envolvió al rival para regalo, pero nunca pudo ponerle el moño, a pesar de su abrumadora posesión y a que recuperaba el balón con frecuencia en el patio estadounidense.

Con relevos, acometidas bien acompañadas, las llegadas del Tri eran más numerosas que letales. Acaso obligaba a circenses y firmes defensas de Brad Guzan, para controlar disparos.

En ese dominio, Giovani se precipitaba o cuando tenía tiempo, de manera sorprendente no0 podía enlazar con los desprendimiento a su zona de remat, por parte del Chicharito Hernández, quien en ese primer tiempo encontró libertad y soledad con sus amagues, pero esa pelota mágica nunca llegó.

EEUU respondía a contragolpes con un Michael Bradley disfrutando de licencias, porque Gio no regresaba a estorbarlo y porque al CH14 le pidieron restringir su trabajo de recuperación. Al final, el equipo de Jürgen Klinsmann llegaba a fondo con rapidez, pero sin acompañamiento múltiple.

De esa manera, lo más relevante terminaba siendo un empujón de Bradley a Chicharito, más dramatizado por el delantero, que al darse sin balón y en el área hubiera sido desastroso para EEUU, pero el árbitro lo ignoró a pesar de la recomendación de su juez de línea.

Cero-cero en el primer tiempo que dejaba a EEUU a media jornada de su resultado ideal.

CONSISTENCIA...


La noticia alentadora en el regreso, es que México mantiene la rutina de recuperar y desplegar: la mala que la ineficacia sigue vigente, y EEUU se arrincona más en su cancha, para estorbar con mayor presión y encogiendo espacios.

Y el paso del reloj fue drenando la tranquilidad mexicana. Poseer la pelota, dominar, desplegar, darse tiempo para filigranas de Gio y de Aquino, ratificaban que México tenía el control del juego, pero no el control de las circunstancias, que volvió a jugar con el orden defensivo, y la esperanza de contragolpes para sorprender al adversario.

En ese desbordamiento de desesperación de precipitación, de tensiones, nadie ponía calma en México, ni el ingreso de Ángel Reyna, por la angustia de ver cómo el reloj se agotaba y los agobiaba.

Al '76, Edu contacta por detrás a Aquino en el área, y el mexicano teatraliza su caída, arruinando lo que en potencia podía ser un penalti, toda vez que el estadounidense no alcanzaba a hacerse del balón.

Los últimos minutos se jugaron en la cocina de Estados Unidos. El balón merodeaba el área intentando el asalto. Imposible. La muralla visitante, asentada en su área, mordía, anticipaba y reduciendo los espacios, evitaba la fatiga extrema, y cuando fue necesario, Brad Guzan se convierte en el héroe.

Tres puntos de nueve posibles: tiene sabor a bancarrota para el Tri.

Al final, jugadores y cuerpo técnico se arremolinan ante la tripleta guatemalteca, como para querer culparla de la incapacidad de conseguir la victoria.