México sella su boleto con contundente victoria

WELLINGTON, Nueva Zelanda (Por Rafael Ramos, enviado) -- Devaluando a Nueva Zelanda, México revaluó su imagen. En el funeral bochornoso de los Kiwis, el Tri consumó su resurrección. Y en la noche que presumían como suya los All Whites, aparecieron los All Green, hasta con murmullos de olés en la tribuna.

El 5-1 letal se vistió con el neón incandescente del escándalo: 4-2, para un 9-3 que cuenta una verdad a medias, porque la sentencia pudo ser histórica, irreverente, despiadada y alucinantemente histórica.

El abuso se perpetra a escopetazo puro de Oribe Peralta con un triplete que ratifica que el genocida del Tri sólo puede ser él.

Nueva Zelanda es, sin duda, una versión caduca de la que regresó orgullosa de Sudáfrica 2010. El marcador desenmascara su realidad, pero ojo, la compasión o ineficiencia de Raúl Jiménez le perdona una humillación mayor. Muere con una tragedia en el 9-3 global.

Por lo pronto, México rescata el boleto a Brasil. Y una tregua. Y una lección. Y una advertencia. Y una amenaza. Y un nuevo proceso, seguramente con Miguel Herrera al frente de él.

ESPEJISMO BLANCO...

Nueva Zelanda le hizo de inicio añicos el ajedrez al Piojo Herrera. En posición y en disposición. Pressing implacable, anticipación, y tres hombres en una segunda línea de ataque, que servían de primera línea de recuperación.

Y los diez primeros minutos, México era rebasado en su media cancha. Pero el Tri tenía una ventaja: la precipitación, inocencia y desesperación de los Kiwis jugaba de su lado.

Y Nueva Zelanda llegaba a zona de culminación con yerros e indecisiones. El 0-0 tenía más firma de imprecisión blanca, que de heroísmo verde, en medio de una turbulencia en la tribuna, con poderosos cantos. La fe tenía 35 mil voces de trueno en el WestPac Stadium.

Fue un espejismo. Una parodia de su afán de proeza. Los Kiwis serían sometidos a escopetazos.

APARECE EL HERMOSO...

Pero México sólo necesitaba que uno de sus matrimonios recurrentes culminara en el altar del gol. Y fue al 13. Gullit Peña recupera, controla, enfila y perfila la zona de ejecución con el cómplice conocido. Oribe Peralta es letal a fuerza de ser infalible. Supera, anticipa, forcejea con los defensas y templa al portero. Con la cadencia del verdugo toca por arriba. 1-0, 6-1 en el global.

El gol cataliza el juego. Acentúa las obligaciones y las ventajas. México no tiene prisa, pero no mete pausa. Paciencia es la clave, cuando Nueva Zelanda ya ha cambiado de un horizonte improbable a una misión imposible con la sentencia del marcador.

Posesión y templanza. Y México aumenta las heridas en los Kiwis que son reportados al borde de la extinción premundialista.

Montes tira un buscapiés a Layún. Hace lo suyo, controla, penetra, amaga y con ese amor recíproco de asesinos, entrega su tercera asistencia a Oribe en esta repesca. Y Peralta no se hace fantasías. Los gatilleros disparan en la frente. 2-0, 7-1 al 29'.

8-1, 3-0, minuto 33. La fiesta sigue siendo del Gullit Peña. Impone, dispone y propone. Y esta vez decide enriquecer de nuevo la cuenta del Hermoso, dándose el lujo de aguardar hasta el último instante, en medio de la cacería de los defensores de Nueva Zelanda. Y Peralta ratifica que visualiza los goles antes de resolver la ejecución.

¿Piedad o prudencia? La respuesta debe estar en la conciencia de Miguel Herrera. Mantienen voluntad, disposición, recorrido, pero el buche de los mexicanos está satisfecho. Acosan como asesinos, pero ya no como depredadores.

Nueva Zelanda tiene una. La arruina. Moisés Muñoz comete falta. Al manchón, pero el arquero americanista ataja. Mal cobrado y bien parado. El 3-0 permanece con un asterisco: *Oribe Peralta, luego de que Raúl Jiménez, pretendiendo aprender del verdugo de Santos, termina entregando los balones a la exaltación de nuevo de Moss como El Santo Patrono Salvador de los Ridículos.

Y SE FUE DE FESTEJO...

Con la ventaja del 3-0, México se fue de festejo. Y lo pagó. Hizo cambios corriendo riesgos. Y lo pagó.

Un penalti que cobra James (mano de Márquez) y un remate vistoso de Fallon, abandonado por una defensa desordenada y desconcentrada, permite a Nueva Zelanda acercarse 3-2 en el marcador, ya con un Tri pensando en compras de pánico de souvenirs y tratando de recordar las fechas de la Liguilla.

Ya como reacción para tratar de sofocar la sublevación de los All Whites, llega Gullit Peña a poner el penoso y último y noveno clavo en el global, para ponerle sobre de oro a una clasificación de cobre a la selección mexicana.