ESPN Los Angeles
Ramona Shelbourne 11y

D'Antoni y Lakers están aprendiendo

LOS ÁNGELES -- Dwight Howard iba a celebrar una verdadera cena de Acción de Gracias en su nuevo hogar.

No sería larga -- los Lakers habían regresado a Los Ángeles muy tarde el miércoles en la noche y estaban pautados a viajar nuevamente el jueves por la noche – pero él estaba comprometido. Él podía caminar de nuevo, podía jugar de nuevo, y era hora de dar las gracias.

El novato Darius Johnson-Odom y el jugador de segundo año Darius Morris se unieron a él. Algunos de los otros veteranos dijeron que tratarían de pasar un rato, también.

Sin embargo, el nuevo entrenador de los Lakers Mike D'Antoni tuvo que rehusar cortésmente. La invitación fue generosa y hubiera agradecido la oportunidad de conectar en otro nivel con Howard y sus padres, quienes viajaron en avión desde Atlanta. Pero una salida de noche, incluso una comida tradicional tranquila con nuevos amigos, no es un lujo que él puede darse ahora mismo.

Desde que aceptó el puesto con los Lakers el 12 de noviembre, D'Antoni ha estado poniéndose al día. Sobre una pierna mala. Se despierta temprano y adolorido, mientras se pasan los efectos de la medicina que tomó la noche antes, inspecciona si su rodilla quirúrgicamente reemplazada aún parece estar bastante bien, entonces se levanta, revisa video de su nuevo equipo y se prepara para la práctica.

Cuando sostuvo cirugía a principios de noviembre, el trabajo con los Lakers ni siquiera se divisaba en el horizonte. Caray, ningún trabajo se divisaba en el horizonte. Los equipos de la NBA generalmente no despiden entrenadores durante las primeras dos semanas de la temporada. Bien pensado, los equipos de la NBA generalmente no entran a una temporada con el tipo de expectativas que los Lakers tenían, tampoco. Así que en lugar de quedarse postrado en la cama en su casa en Nueva York por otro mes, recuperándose como un paciente normal, D'Antoni está cojeando por Los Ángeles intentando rehabilitar a los Lakers.

No hay manera de acelerar el proceso de sanamiento, para su rodilla ni para su equipo, pero D'Antoni tiene que intentarlo.

Entonces, ¿a dónde fue el Día de Acción de Gracias en lugar de ir a casa de Howard?
"A ningún sitio. Estuve en la cama, acostado en posición fetal".

Para el viernes por la mañana estaba nuevamente de pie, caminando de un lado a otro por la línea de banda del FedExForum en Memphis después del shootaround previo al partido, con ganas de empezar.

Consciente de lo mucho que le duele su rodilla, le pregunto si se quiere sentar. Él dice que se encuentra bien.

En algún momento durante las últimas 48 horas él ha logrado reinicializar. El escozor por la horrible derrota por 113-97 en Sacramento el miércoles por la noche ha desaparecido, y el dolor en su rodilla se ha atenuado. O al menos él finge que así es.

Tal vez él no tuvo tiempo para comer el Día de Acción de Gracias, pero tiene bastante por lo cual estar agradecido.

"No recibes muchas segundas oportunidades en la vida", él dice. "Ésta es sin duda una grande".

El tipo por quien regresó está cojeando, también.

La rodilla derecha de D'Antoni está extremadamente hinchada y dolorida. Le pregunto si lleva una rodillera, él se enrolla la pierna de su pantalón para revelar una coyuntura en forma de hongo inflado que se mantiene en una pieza gracias a esparadrapo negro.

"Córcholis, ¿has estado caminando por ahí sobre esto?" yo pregunto.

Él sonríe y se desdobla la pierna de su pantalón.

La condición de la pierna izquierda de Steve Nash es un poco mejor. Pero se espera que él dirigirá la ofensiva de D'Antoni, no caminar por la línea de banda, y ahora mismo él no puede ni hacer jogging. Ha pasado casi un mes desde que el novato de Portland, Damian Lillard, chocó con su pierna izquierda. Una pulgada hacia un lado o el otro y Nash hubiera regresado a la cancha al día siguiente. Pero corrió con mala suerte.

Su peroné sufrió una fractura muy pequeña. Los nervios en el área no quedaron felices, tampoco. Él no ha pisado la duela desde entonces. Se siente abatido al no poder jugar, pero Nash no es de los que se dejan sumir en la depresión. No luego de todos aquellos años en Phoenix, él y D'Antoni ganando todos aquellos partidos juntos pero nunca el partido que tenían que ganar para superar los obstáculos más difíciles. Tan cerca, una pulgada aquí o allá, una oportunidad que los hubiera favorecido y tendrían sortijas.

El año que Joe Johnson se fracturó el hueso orbital (2005) . . . el año que Raja Bell se lesionó su pantorrilla (2006) . . . las suspensiones de Amar'e Stoudemire y Boris Diaw (2007) . . . el triple que anotó Tim Duncan (2008). Nash lo recuerda todo.

"Fue una pantalla con giro de [Manu] Ginóbili. Y, no es como si hubiésemos tratado de quitarle un triple a Tim", él dice, narrando el pasado y reviviéndolo al mismo tiempo. "Él anotó un solo triple en toda la temporada. A veces simplemente debes admitir, 'Logró un disparo importante'".

Su voz se pone más profunda mientras repasa los detalles. Existe dolor ahí.

"Yo recuerdo esas cosas", Nash dice. "Pero no miro al pasado. Es parte de la vida. Sigues adelante. Nunca llegamos a las Finales, nunca tuvimos un equipo de campeonato. Pero también tuvimos muchos logros y mucho éxito.

"Además nunca jugamos con un pívot defensivo. Éramos un equipo con imperfecciones y nos acercamos bastante a nuestro potencial y tal vez nunca fue lo suficientemente bueno".
Él me mira para asegurarse que entendí esa última parte. No es un cuento. Es su verdad.

Ha pasado suficiente tiempo ahora que D'Antoni puede admitir dónde se equivocó. No se arrepiente de una de aquellas jugadas, sino de una decisión.

Su decisión de partir.

"No me debí haber ido a Nueva York", él dice, mirando al piso a la línea de banda en Memphis, caminando de un lado a otro sobre esa pierna derecha inestable.

"Debí haberme aguantado y batallado. No llegas a poder entrenar a alguien como él [Nash] demasiadas veces. Es bastante sagrado y necesitas cuidar eso. No lo hice".

D'Antoni nunca le ha dicho esto a Nash.

Se siente bien confesarse.

"Creo que nos frustramos y yo me frustré. Por eso me fui. Estuvimos allí, parecía que lo merecíamos, y entonces parecía que algo sucedía todo el tiempo. Tal vez no éramos lo suficientemente buenos tampoco. Debemos entender eso.

"Probablemente irracionalmente tomé una decisión justo cuando finalizó la temporada. Debes tomarte un mes para decidir. No debí haberme ido. Eso fue mi culpa".

La historia que yo siempre he escuchado es que fue una separación de mutuo acuerdo. El grupo propietario de los Suns y el nuevo gerente general Steve Kerr lo presionaron a contratar un asistente defensivo. Su sistema fue cuestionado. Todo fue cuestionado.

Claro, los Suns podían anotar más que los demás, pero ¿acaso podían ganar un campeonato? ¿Podía hacerlo D'Antoni? ¿Tenía puntos débiles el equipo? ¿Y él? ¿Simplemente tenían pésima suerte? ¿Acaso él necesitaba cambiar? ¿Podría hacerlo?
Cuando el trabajo de los Knicks se hizo disponible en la primavera del 2008, los Suns lo dejaron ir.

"No. Fui yo", D'Antoni admite ahora. "Yo lo inicié y probablemente no lo debí haber hecho".
Todo en torno a Nueva York se sentía equivocado. Los Knicks no estaban construidos para ganar en el futuro inmediato. De hecho, probablemente era mejor si perdían lo suficiente para recibir selecciones del sorteo. La labor de D'Antoni era fortalecer las estadísticas de sus jugadores lo suficiente para que los Knicks los pudieran canjear y liberar más espacio en el tope salarial para el verano del 2010 y buscar adquirir a LeBron James y las otras estrellas de esa clase de agentes libres.

Él aceptó los términos, pero sentía que era una decisión equivocada. El baloncesto no debe ser así.

Chris Duhon era el base armador del primer equipo de D'Antoni en Nueva York.
"Fue difícil para él porque tan pronto un tipo aprendía su sistema, podía desaparecer", Duhon dijo. "Fue difícil para nosotros, también. O sea, realizamos tres transferencias grandes ese año. Arrancamos más o menos en 8-3 y efectuamos un cambio, entonces hicimos otra transferencia cerca de la Navidad, y otra cerca de la fecha límite para canjes. Era difícil ponerse cómodo".

La confianza era imposible. La dicha era pasajera. Tal vez D'Antoni aprendió a aceptar perder partidos importantes ante San Antonio en la postemporada, pero esto era diferente.

"Teníamos un plan de tres años y fue bueno", D'Antoni dice. "Tenía buenos aspectos. Pero era mejor de la otra manera [en Phoenix]".

Y es mejor ahora.

La noche inaugural en Sacramento este año fue una broma. Una lona negra que cubría el viejo anuncio publicitario para Power Balance, el antiguo titular de los derechos de este deteriorado arena, se cayó al piso en medio del partido. El entrenador de los Kings, Keith Smart, corrió a la cancha mientras el juego continuaba al otro extemo, agarró la lona y la sacó arrastrada antes de que los árbitros pitaran para poner fin a la jugada. El público, un lleno total poco común, aplaudió entusiasmadamente.

El edificio ahora se llama oficialmente Sleep Train Arena, pero todavía uno tiene que escribir Power Balance Pavilion o Arco Arena en su GPS para hallarlo.

Los Lakers encontraron el camino y llegaron allí el miércoles previo al Día de Acción de Gracias. Pero entonces, como tantas otras cosas en este páramo del baloncesto, comenzaron a desmoronarse.

Sus piernas estaban cansadas luego de esforzarse tanto para vencer a los Brooklyn Nets la noche antes. También sus mentes estaban agotadas. Howard tuvo dificultades para disparar y solo tomó cuatro disparos en toda la noche. Sus compañeros de equipo tuvieron dificultades con su puntería. Pau Gasol parecía aletargado y perdido.

Es difícil para D'Antoni mirar el partido cuando las cosas no andan bien. Se supone que el baloncesto sea divertido. Fluido. Pero esta noche su equipo parecía tener imperfecciones.

¿Puede este roster envejecido verdaderamente jugar al ritmo que él quiere? ¿Pueden Howard y Gasol adaptar sus juegos de espalda a la canasta, a la acción de pantalla con giro de D'Antoni? ¿Confiarán en él para resolverlo? ¿Para adaptar su sistema a sus talentos? ¿Para cambiar?

A menudo se escribe que D'Antoni quiere que sus equipos jueguen rápido. Pero ése no es el caso, en realidad. Sí, él quiere vayan de un lado a otro de la cancha, pero mayormente quiere que jueguen con libertad.

El genio de su ofensiva yace en sus dimensiones de espacio y tiempo más que en su ritmo. Él te conseguirá buenos disparos. Disparos abiertos que deberías anotar. Pero primero debes soltar lo que crees que sabes y tener un poco de fe en la posibilidad de que D'Antoni podría saber más.

Durante un tiempo fuera del segundo cuarto contra los Kings, D'Antoni sale a la cancha, mira a su hermano Dan, quien entró como entrenador asistente, y negó con la cabeza.
"Esto es espantoso", D'Antoni le dice a su hermano. Hay cero fluidez. Cero confianza. Cero diversión. Antes de que Dan pueda contestar, Metta World Peace lanza un tiro que da contra el aro. El rebote casi le pega a D'Antoni.

Dwight Howard comenzó la velada de muy buen ánimo. Él no da entrevistas antes del partido, pero hablará sobre cualquier otra cosa, a cualquier otra persona.

El tema de aquel miércoles por la noche era actuar. La NBA acababa de estrenar un anuncio que destaca a Howard, Russell Westbrook de Oklahoma City, Carmelo Anthony de Nueva York, Joe Johnson de Brooklyn y Dwyane Wade de Miami exhibiendo camisetas nuevas para su lista de partidos del Día de Navidad.

"¿Sabías que yo casi fui a USC a estudiar artes escénicas?" Howard pregunta. "Sí. Pero no podía dejar pasar la NBA".

No estoy segura si él está bromeando. Nunca lo estoy. Pero es más divertido seguirle la corriente, así que le recuerdo que todavía puede. O, mejor aún, tomar clases de actuación de uno de los cientos de maestros de actuación en Los Ángeles.

"¿Qué tal la actuación de método?"

Howard se pone serio mientras considera su respuesta. Esta vez no está bromeando.
"No. No me gusta la actuación de método", él dice. "Tienes que entrar en personaje y ser ese personaje por un mes más o menos".

Después del partido Howard está en un estado de ánimo muy diferente. Él nunca pareció estar muy metido en el partido. Los Kings se arremolinaban alrededor de él cada vez que tocaba el balón en el poste. Él no tenía opciones buenas: Forzar un tiro difícil en tráfico o enviarlo afuera a un base y probablemente nunca volver a verlo.

Cuando los Lakers tuvieron dificultades acertando disparos desde afuera, eso permitió que los Kings hicieran trampa y convergieran alrededor de Howard aún más.

¿Qué genio ofensivo diseñó un sistema donde esto pudiese suceder? ¿Dónde estaban todas esas miradas de cancha abierta que se suponía recibiera?

Cuando no lo estaban siendo rodeado bajo el poste, él estaba desplegado por la línea de base o en el perímetro, demasiado lejos de la canasta para hacer nada, y fuera de posición para rebotes ofensivos.

"No hay explicación para ello", Howard dice después del partido, eligiendo sus palabras muy cuidadosamente. "Ellos salieron y jugaron más fuerte que nosotros de principio a fin. Por eso ellos ganaron. No tiene que ver nada con Mike, su ofensiva, su defensiva, ellos solo se esforzaron más que nosotros".

No estoy segura si él está actuando. Nunca lo estoy.

Kobe Bryant siempre ha sido claro con Howard. Por los próximos dos años, los Lakers son su equipo. Después de todo eso, le pasará el manto a Howard. Será una transferencia de poder pacífica siempre y cuando Howard pruebe ser merecedor de ser el líder de la franquicia más glamorosa del baloncesto.

Los términos no fueron atractivos al principio. Howard estaba listo para ser el elegido, no el aprendiz. Pero el año pasado lo hizo mucho más humilde y las cicatrices aún se están sanando.

Él se dio cuenta que debió hacer las cosas de forma diferente. Que aún tenía algo por aprender.

Así que ahora cuando Bryant habla, él escucha. Y el mensaje de Bryant después del partido ante los Kings era claro: Es su responsabilidad lograr que esto funcione. Es responsabilidad de todos ellos.

"Hay que aprender de lo que sucedió, descifrar algunas cosas y ser mejores", Bryant dice, dando a conocer su lealtad a D'Antoni.

"Él tiene un futuro muy brillante. Se trata de mejorar constantemente para él. Obviamente él está jugando conmigo, está jugando con Steve [Nash], dos tipos bastante buenos de quienes puede aprender".

El siguiente partido en Memphis, Howard todavía solo tuvo siete disparos, pero juega una defensiva de impacto, energética que le mereció tres Premios al Jugador Defensivo del Año.

"Tendremos altibajos, obstáculos, pero eso es lo que sucede cuando estás tratando de ganar un campeonato," él dice. "No te diré que es un camino fácil. Pero éste es el camino que mucha gente no quiere tomar, y para nosotros tomarlo y llegar allá, tenemos que viajar por ese camino y cumplir con nuestro trabajo.

"No podemos perder nuestra química, no podemos perdernos los unos a los otros".
Por ahora, él confía.

Gasol es otra historia. Siempre lo es. No hay una manera única de llegar a él. Es posible que él tenga el coeficiente intelectual más alto en la liga. Así que a veces debes apelar a su intelecto. Además es posible que él sea el tipo más sensible en la liga. Así que en otros momentos tendrás que apelar a su corazón.

Pero algo que la gente nunca ve es cuánto orgullo siente por su arte. Cuánto le preocupa. Así es que Bryant ha aprendido a conectarse con él.

Allí es también dónde D'Antoni falló en Memphis. Desde que aceptó el trabajo, D'Antoni ha llamado acertadamente a Gasol el hombre más habilidoso en la liga. Pero hasta ahora, en esta ofensiva, él solo ha podido utilizar unas cuantas de las destrezas de Gasol: pases y tiros en suspensión. El resto vendrá una vez regrese Nash y descubra los misterios del universo. D'Antoni sabe eso. Pero Gasol no. No podría saberlo. Y en vez de alentarlo a ser paciente y asegurarle que no siempre será así, D'Antoni reta a Gasol a aceptar esta nueva realidad sentándolo en la banca durante el cuarto cuarto.

Cuando le preguntaron después cuál fue su motivación, D'Antoni habla sin rodeos: "Yo pensaba, 'Vaya, me encantaría ganar este partido'. Ésa fue la razón".

Eso es atípico para D'Antoni. Él puede ser simplista, puede llegar a estar frustrado y es competitivo, pero rara vez lo convierte en algo personal.

Gasol parece descorazonado después. Él no recuerda la última vez que no jugó en el cuarto cuarto de un partido significativo. Y para que suceda aquí en Memphis, el pueblo donde comenzó su carrera en la NBA, contra el equipo donde ahora es estrella su hermano menor, Marc, es difícil de aceptar.

¿Ahora un entrenador que recién conoció lo está atacando? Es un atentado demasiado grande contra su orgullo.

"Todas mis miradas son tiros en suspensión", Gasol explica. "Me gustaría ver algo más cerca a la canasta y no solo girando, especialmente cuando Dwight está allí. Tenemos que encontrar nuestra mejor fórmula para maximizar nuestro personal con el sistema que el entrenador quiere que juguemos".

D'Antoni parece saber de inmediato que se pasó de la raya. Se acerca a Gasol en el viaje de autobús rumbo al aeropuerto esa noche y trata de rectificarlo.

Sin embargo, Bryant ya hizo la tarea difícil.

"Si [Gasol] siente que necesita más pases allá abajo, le haremos llegar más", Bryant dice cuando le informan sobre los comentarios de Gasol. "Éste no será un equipo donde te sientas aquí y sientes que no estás dando lo mejor de ti, donde no estamos aprovechando lo mejor de ti.

"Donde tú dices algo y nosotros lo ignoramos. Los compañeros de equipo no son para eso".

D'Antoni tuvo que tomar una decisión grande tan pronto tomó las riendas. Con Nash y Steve Blake lesionados, la situación de base armador de los Lakers era bastante funesta. Morris era atlético, pero inexperto. Duhon era más experimentado, pero había vivido su mejor momento como jugador un tiempo atrás.

La jugada fácil hubiera sido recurrir a Duhon, quien al menos conocía su sistema de sus días juntos en Nueva York. Pero eso ignoraría por completo el hecho de que Morris había superado a Duhon en el campamento de entrenamiento y había sido titular desde que "los Steve" sufrieron sus lesiones respectivas.

¿Qué efecto tendría eso en la confianza de Morris? ¿Cómo podría este chico confiar en este nuevo entrenador si su primer acto era degradarlo sin motivo?

No, la movida correcta era demostrarle amor al chico. Confiar en él y confiar en que suceden cosas buenas cuando le otorgas poderes a la gente. Cuando crees en ellos.
Ésa es una creencia de D'Antoni en lo profundo de su corazón. Si estás sobre la duela, es porque él te quiere allá afuera. Si hay un tiro abierto, él quiere que lo tomes y confía en que lo encestarás.

Él no quiere que dudes de ti mismo. Ni por un segundo. Juega libre, no rápido. Dispara si estás abierto. Confía en que acertarás. Deja que tus instintos tomen control, no tus miedos.

"Él es práctico de un modo único. Te da consejos, pero no me siento estresado por ello. Él como que me deja jugar y ya", Morris dice. "Es muy positivo, muy alentador. Creo que eso viene de él haber sido un jugador. Si le das la vuelta al balón, no es el fin del mundo. Nadie será perfecto. Pienso que él, como ex jugador, en especial uno bueno, sabe que ocurrirán errores".

Nunca fue así cuando Brown era el entrenador. Morris casi ni salió de la banca en la pretemporada. No podía confiar en un joven que necesitaba desesperadamente jugar y ganar experiencia siquiera en partidos que no significaban nada.

"La correa era mucho más corta", Morris dice.

Y no solo para él. En la única victoria de Brown antes de que fuese despedido, una paliza por 108-79 de los Detroit Pistons el 4 de noviembre, él volvió a poner a un Bryant firme en el partido en el cuarto cuarto cuando los Pistons ejecutaron un mini-ataque. Cuando las cosas se ponían tensas, Brown se aferraba más.

Es difícil reconciliar la mano ligera que D'Antoni ha utilizado con Morris con la manera en que despotricó contra Gasol.

¿Acaso él se dejó llevar en un momento de frustración? ¿O ha cambiado? ¿Tal vez eso es lo que está haciendo diferente esta vez?

"Yo no diría que [Mike] está frustrado", Bryant explica. "Él simplemente sabe lo que podemos ser y constantemente presiona por ello".

No está bien quedarse corto esta vez. Las fallas y el destino no tienen que importar.

"Ése es el sentimiento en el equipo", Bryant dice. "Contra viento y marea, debes resolverlo. No hay pucheros, tú solo debes resolverlo".

Los hermanos D'Antoni crecieron en un lugar que no cambió. En lo alto de las colinas de Virginia del Oeste donde una lluvia fuerte podía borrar por meses la única carretera para entrar y salir del pueblo.

"Beckley era el pueblo más cercano a Mullens, donde crecimos", Dan dice. "Te tomaba una hora y 30 minutos llegar allí y para cuando llegabas te sentías enfermo aunque eran solo 26 millas.

"La carretera era tan mala, una vez entrabas, no regresabas. Lo que estaba allá adentro, se quedaba allí. Tus tiendas prosperaban porque todo el mundo se quedaba allí".

Yo también conozco un lugar así. Mi familia vive muy alto en las colinas de Arizona en un lugar llamado Pleasant Valley, detrás de la Represa Roosevelt. La única carretera de entrada o salida mide 40 millas y aún no está pavimentada. Los locales lo prefieren así.

Mantiene las cosas intactas. En las noches cálidas de verano puedes acostarte en medio de la carretera, observando la luna durante horas, y nunca preocuparte por si tal vez pasará un carro.

Le menciono esto a Dan. Él dice que conoce el lugar.

"Todos aquellos años en Phoenix", él dice.

Yo asiento con la cabeza. Por supuesto.

"Cuando construyeron las carreteras después de que nos fuimos, Mullens cambió", él dice. "Ahora el centro es horrible. Ya no hay nadie allí".

Dan abandonó Mullens primero, yéndose a jugar baloncesto en la Universidad de Marshall en 1966. Mike le siguió a Marshall unos pocos años después.

El baloncesto los llevó a ambos alrededor del mundo. Pero el lugar que no cambió, cambió mientras ellos no estaban. Eso sucede a veces.

Le pregunto a D'Antoni si él es diferente ahora. Si Nueva York lo cambió. Si Phoenix lo hizo.
"Sí", él dice. "Estoy más viejo".

Yo pregunto si algo de esto le ha marcado con cicatrices emocionales.

Él deja de recorrer la línea de banda en Memphis y alza la cabeza.

"¿Sabes qué? Es baloncesto. Esto es fantástico", él dice. "¿Cómo quedas cicatrizado por algo que amas? Puedes lamentarte, 'Ojalá yo hubiese hecho eso'. Pero no hay cicatrices. Esto es demasiado bueno".

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