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Se acabaron las excusas para Lakers

LOS ÁNGELES -- La maquinaria no funciona. Los mensajes de tranquilidad cada vez son menos creíbles. Las caras se alargan con el paso de los juegos. El público pierde la paciencia momento a momento. La irregularidad sigue siendo la tónica general. Los jugadores no saben qué decir para salir del paso. Los errores se repiten. Los directivos se rascan la cabeza sin entender cómo el proyecto estrella de los últimos años se sumerge en un océano de dudas. Los coaches juegan sus naipes sin que las victorias le den la razón. Las lesiones condicionan. Los mejores jugadores cargan de minutos sus piernas y la excusas dejaron de tener sentido.

El mal momento de Los Angeles Lakers cada vez es más preocupante. Ya no hay ofensiva Princeton a la que apedrear, ni Mike Brown que destituir, tampoco Pau Gasol al que criticar. La realidad es que los laguneros no son capaces de ganar. Así se dibuja la actualidad de los Lakers, con la claridad del agua.

El proyecto más esperanzador de los últimos años naufraga sin que nadie pueda encauzarlo.

"No hay excusas cuando cedemos 117 puntos y 35 o 40 en algunos cuartos; no hay excusas por no regresar rápido en defensa; no hay excusas en un par de temas que debemos resolver", comentó Mike D´Antoni al finalizar el encuentro. "La única excusa que puede haber es que ellos (los jugadores) todavía no están entonados, no es natural, pero acabará por llegar".

Y como ya no hay a quién lapidar por el balance de siete derrotas en 10 juegos (y el balance de 9-12), la mirilla se enfoca en la falta de química. Cuando se le preguntó a Dwight Howard sobre este aspecto, el jugador tardó unos segundos en responder. Como si se estuviera mordiendo la lengua, como si la sinceridad se fuera a volver en su contra. Entonces, se limitó al discurso que menos ampollas suele levantar.

"Debemos seguir trabajando para sacar esto adelante", y de esta manera volvió a utilizar frases como "nos tenemos que ayudar" y "hay que tener paciencia". Pero su rostro era el reflejo de la frustración. Igual que la cara con la frente baja y ensangrentada de Kobe Bryant o el tono de voz de D´Antoni. El margen en un plantel de la dimensión de los Lakers se agota y los ánimos acaban pasando factura.

"No tuvimos un momento álgido todavía. Llegará el punto en que dibujemos una línea en la arena y ya está, hay que luchar. Caemos de 13 y luego nos damos cuenta de que hay que jugar duro. No sé por qué, debería haber una razón. Debemos solucionar la situación y de alguna manera jugar más duro", apuntó D´Antoni.

Bryant, el eterno salvador que a veces tiene que tirar de un carro demasiado pesado niega la falta de química y se escuda en que el equipo no está afinado.

"La química no está mal", señaló, "simplemente no estamos jugando bien. Siempre es un problema cuando nos escapan los partidos porque luego inevitablemente al final del año esas citas pasan factura. Siempre hay sensación de urgencia, y uno siempre intenta seguir adelante", apuntó.

El crédito está llegando al final. Las derrotas se cuentan de dos en dos o de tres en tres y las victorias no llegan ni sin querer. El beneplácito de la hinchada mostró su desaliento a pocos segundos de que finalizara la cita ante Utah Jazz. Una de las últimas jugadas de ataque de los laguneros se llevó a cabo con los asistentes marchándose. Desde los que se sentaban a pie de cancha como los de las secciones más altas.

El pésimo papel del equipo lejos de su feudo está contagiando el mal momento ante los suyos. El tiempo se echa encima y el devenir deja a un equipo que viajará a la Costa Este para jugar cuatro citas en una semana para la reflexión; pero sobretodo para la mejoría, porque toda excusa tiene un límite.