<
>

Choque de intereses

Mike D'Antoni no ha sabido aprovechar al máximo la capacidad armadora de Steve Nash Evan Gole/NBAE/Getty Images

LOS ÁNGELES -- En poco más de dos meses desde su arribo a la capital del entretenimiento Mike D'Antoni no solo está demostrando ser incapaz de corregir el rumbo de este Titanic que se enfila hacia el témpano sino que también se ha erigido como el responsable de acelerar ese desenlace.

El entrenador de Los Angeles Lakers, contratado de manera desprolija y por sobre un disponible Phil Jackson, el elegido por la fanaticada, hasta tardó en tomar las riendas algunos días al encontrarse en plena recuperación de una cirugía en una de sus rodillas.

Desde un principio la decisión de d
arle las riendas de una plantillas más veteranas de la NBA al dirigente creador de la ofensiva "siete-segundos-o-menos" fue equívoca, pero más aún ha sido la falta de capacidad de adaptación de D'Antoni.

El ítalo-americano conduce la nómina como si contara con la versión 2006 de Steve Nash, Pau Gasol, Kobe Bryant, Metta World Peace y Antawn Jamison, cuando todos estos aún estaban en la cima de su capacidad atlética.

Siete años después, e incontables kilómetros en las rodillas de estos, y en la espalda de su único jugador en la cúspide de su carrera (Dwight Howard), los laguneros tienen un roster que se beneficiaría más de jugar defensa inteligente de conjunto, y de sacar provecho de sus internos en ataque, destacándose estos por tener habilidades complementarias.

Sin embargo, D'Antoni (cual Marcelo Bielsa del baloncesto norteamericano) ha decidido irse hasta la tumba con su filosofía, arrastrando con él los últimos años productivos de Nash, Bryant y compañía, y posiblemente negándoles a los de púrpura y dorado su mejor chance de igualar en campeonatos a los Boston Celtics.

EXPRIMIENDO A BRYANT

A sus 34 años, Bryant es el cuarto jugador que más minutos disputa por noche, con una media que roza los 39 minutos.

Esto llega en una temporada en la que los refuerzos se suponía que iban a alivianarle la carga y permitirle ser más eficiente, llegar más descansado a la postemporada, y de paso, extender un par de temporadas su ilustre carrera.

Sin embargo, el escolta está en cancha 5 minutos más que durante la última temporada de calendario regular (2010-2011), y dos minutos por encima de la media de su carrera.

La 'Mamba Negra' ha sido capaz de mejorar sus promedios de tiro desde el campo y de efectividad en triples en casi 5 por ciento, y eso habla del cuidado de su cuerpo y su legendaria dedicación a su arte, pero es poco sensato creer que eso se mantendrá a largo plazo.

A causa de este renacimiento, D'Antoni ha aprovechado para devolverle el rol de especialista defensivo, algo que Bryant aún puede hacer a un alto nivel pero que puede tener un desenlace catastrófico.

"Eso me preocupa, y por eso tardé tanto en darle este nuevo rol", explicó el entrenador. "Pero ha aceptado el reto, es alguien que quiere ganar".

La disponibilidad y hambre de gloria del escolta nunca estarán en duda, y este ha jugado en peores condiciones físicas. Sin embargo, la figura del director técnico, en conjunto con el cuerpo médico y la cúpula ejecutiva deberían estar para ponerle límites y pensar en frío, con miras al porvenir y no solo a la siguiente batalla.

La realidad marca que un día los súper poderes de Bryant desaparecerán, y ese día llegará más pronto de lo que toda la nación Lakers espera o imagina.
Sabida es la Kobe-dependencia de la que vienen 'sufriendo' desde hace años, pero una estrategia similar a la de Gregg Popovich con Tim Duncan podría estirar la carrera del veterano francotirador y extender la ventana de oportunidad para los angelinos.

Vale recordar que Duncan no supera la media de los 35 minutos por noche desde la temporada 2003-2004, y eso no fue un impedimento para ganar dos anillos más (2005 y 2007) y para que hoy, a sus casi 37 primaveras, esté produciendo a razón de 17 puntos, 10 rebotes, 3 bloqueos y un PER (fórmula de efectividad) de 24.5 (séptimo mejor en la NBA).

ROTACIÓN CORTA

Una rotación corta durante la postemporada puede llegar a ser conveniente, siempre y cuando los miembros de ella sean capaces de soportar el trajín.

Sin embargo, utilizar un máximo de nueve hombres durante la temporada regular, y el hecho de que muchos de estos carguen más de 10 campañas en sus espaldas y estén lidiando con problemas físicos es casi una sentencia de muerte.

Esto es precisamente lo que ha hecho D'Antoni.

A diferencia de Popovich en San Antonio Spurs o Vinny Del Negro en Los Ángeles Clippers, quienes usan entre 10 y 13 jugadores todas las noches, D'Antoni se ha dado el lujo de tener a jugadores jóvenes, altos y atléticos como Devin Ebanks disfrutando de la temporada como un espectador más.
Esto es sin mencionar que pareciera que cada un par de semanas algún jugador es 'castigado' y pasa de tener cierto protagonismo a ni siquiera pisar la tarima. Por esta condena ya han pasado Darius Morris, Jamison y, actualmente, Jodie Meeks.

Algunas semanas atrás le pregunté personalmente a D'Antoni, en vísperas del duelo ante los vecinos de rojo, blanco y azul, si tenía pensado darle más cabida al lleno de su plantilla contra un rival conocido por la efectividad de su banca.

"No cambiaremos", me contestó, con un manto de seguridad muy extraño para un equipo que claramente carece de un rumbo. "Eso no nos afecta a nosotros".

El timonel se ha mantenido firme a su palabra, y sus Lakers, junto con los Cleveland Cavaliers y Orlando Magic (ambos están más de 10 juegos por debajo de .500) son los únicos con al menos cinco jugadores que superan los 30 minutos por noche.

El caso de los angelinos es peor, ya estos son precisamente sus titulares, y en conjunto tienen un promedio de edad por encima de los 33 años.

En comparación con los mejores equipos de la liga, y obviando a Oklahoma City Thunder debido a la juventud general de su plantilla, uno se encuentra con que Nash (quinto en minutos con 32.5) juega más que Tony Parker (el que más juega en el equipo texano).

Sin ir más lejos, el canadiense pasa más tiempo en cancha que cualquier jugador de los Clippers a excepción de Chris Paul. Si, leyeron bien, el casi cuarentón Nash es usado con más frecuencia que un tal Blake Griffin.

EL CURIOSO CASO DE EARL CLARK

En los últimos días Earl Clark se ha convertido en la versión Hollywood de 'Linsanity', al haber salido virtualmente de la nada para convertirse en un jugador versátil y productivo ante las ausencias por lesiones.

Clark es parte de la plantilla desde el 10 de agosto pero ni Mike Brown antes, ni D'Antoni ahora fueron capaces de reconocer su talento a pesar de verlo todos los días en las prácticas.

El polifuncional delantero está en la liga desde el 2009 (selección número 14 en la primera ronda del draft) y su atletismo y capacidad para desenvolverse en varias posiciones es conocida desde sus días en la Universidad de Louisville.

Sólo la catastrófica y simultanea salida de sus mejores tres internos por lesión permitió que se pudiera ver su repertorio.

Esto va totalmente en contra del clamor popular de que los Lakers no tienen suplentes de categoría, y el cuerpo técnico es el responsable principal por no poder analizar el talento con el que cuentan.

"Espero que solo me haya sorprendido si no soy un idiota por no ponerlo", confesó D'Antoni. "Cualquiera que juegue así de bien merece una segunda, tercera y cuarta oportunidad".

Aún más preocupante fue la falta de interiorización con la historia del jugador, quien solía ser armador en la preparatoria antes de un lapso repentino de crecimiento.

"Ahora que me lo dice sí [lo veo]", fue la respuesta del dirigente al enterarse de aquella anécdota. "Tiene buenos pies. Es muy versátil y ha sido muy bueno hasta el momento".

SU LEGADO, ANTE TODO

Si bien es verdad que el paupérrimo comienzo de temporada les depositó en la incómoda situación de tener que remontar muchos partidos, D'Antoni parece estar tirando toda la carne al asador en enero, sin medir las consecuencias.

El entrenador, a pesar de experimentos varios, se ha negado a enviar a una de sus estrellas a la banca, o al menos a formar consistentemente de la segunda unidad.

Otra de sus falencias es una desconfianza tal en los suplentes que le tiembla el pulso a la hora de retirar a los titulares en victorias (y hasta derrotas) abultadas.

Esa sensación de paranoia es algo que ha resultado contraproducente. Aunque estemos hablando de escasos minutos cada noche, cada esfuerzo que no se ahorre a
hora, será uno menos que esté disponible en la postemporada.

Su legado peligra, y la vida de la idea de que se puede salir campeón con su estilo 'run and gun' pende de un hilo.

Y ahí es donde está el problema. A juzgar por su manera de conducir, pareciera que D'Antoni estuviera echando el resto para clasificar a los playoffs y ahorrarse la vergüenza profesional de fracasar con un equipo que las otras 29 franquicias solo pueden envidiar.

Mientras tanto, el iceberg está cada vez más cerca. Sálvese quien pueda.